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Carlos Saura, padre de siete hijos con cuatro mujeres

Seis de los hijos de Carlos Saura coinciden en que, enfrascado en sus películas, apenas se preocupó de ellos.

Seis de los hijos de Carlos Saura coinciden en que, enfrascado en sus películas, apenas se preocupó de ellos.
Carlos Saura y su hija Anna | Cordon Press

Se ha estrenado estos días un documental, dirigido por Félix Viscarret, Saura(s), que enfoca la vida artística y personal del acreditado director de cine aragonés Carlos Saura. Intervienen seis de sus siete hijos, hablan con su padre pero éste dice ante las cámaras muy poco sobre sus experiencias hogareñas. Discreto siempre, pudoroso, nunca le hemos escuchado, o leído, comentarios acerca de su intimidad. Y sus seis hijos (el que tuvo con Geraldine Chaplin, Shane, se desmarcó del asunto) coinciden en que su progenitor apenas se preocupó de ellos, pues estaba siempre enfrascado con sus películas y apenas lo veían por casa, o en cualquier caso no recuerdan haber jugado con él, o participando de algunas actividades lúdicas infantiles.

Y es que, efectivamente, ese retrato de su propia prole define a uno de los más grandes realizadores cinematográficos españoles, absorbido por su profesión, del que muy poco se sabe de su biografía sentimental, que pasamos a evocar siquiera someramente, pues ni él ha colaborado nunca con los periodistas hablando de sus matrimonios e hijos ni tampoco hay referencias extensas que nos den pistas acerca de su vida familiar.

Carlos Saura tiene en la actualidad ochenta y cinco años. Es natural de Huesca. Siempre tuvo admiración por su ilustre paisano, Luis Buñuel, que como es bien sabido era de Calanda, el pueblo de los tambores que atruenan sus calles en Semana Santa. Quiso ser ingeniero industrial pero le interesaba ya de chico la fotografía y ello, junto a los consejos de su hermano, Antonio, el gran pintor lo llevaron hasta la Escuela de Cinematografía, de la que fue severo profesor y posteriormente el celebrado director que conocemos. En aquellas aulas conoció a Adela Medrano, también profesora, directora de documentales, luego periodista con la que contrajo matrimonio en Barcelona. Poco se sabe de la vida de la pareja, y casi nada de ella salvo algunos de sus trabajos. Eso sí, que tuvieron dos hijos, Antonio y Carlos, el primero hoy al frente de una productora de cine y el segundo, director como su padre, con quien colabora asiduamente.

Roto aquel matrimonio, Carlos Saura coincidió en 1966 en el Festival Cinematográfico de Berlín con la hija mayor de "Charlot" y Oona O´Neill, Geraldine Chaplin, con quien convivió trece años. Tuvieron un hijo, antes ya citado, Shane, que cuenta treinta y un años, vive en Estados Unidos y no parece tener relación con su padre. Recuerdo haber estado en una ocasión en el piso alquilado que tenían los Saura, en la madrileña calle de María de Molina, un edificio señorial, en cuya vivienda Carlos reunió una ingente cantidad de máquinas fotográficas –ha llegado a coleccionar cerca de seiscientas- , que en el momento de mi visita iba revisando para tenerlas a punto, limpias y prestas para su funcionamiento la mayoría. Las entrevistas le gustaban poco así que preferí conversar con la encantadora Geraldine, descubriendo que recibía cartas desde Vevey donde su madre le ponía al tanto de la salud de su padre, quien únicamente, en el dorso del sobre, dibujaba una equis, signo que significaba poco menos que seguía vivo.

Charles Chaplin conoció a Carlos Saura y aunque legalmente no era su yerno lo trató como si lo fuera elogiando las películas que le proporcionaron él y Geraldine. A la que dirigió en Stress es tres tres, Pippermint frappé, La madriguera, El jardín de las delicias, Ana y los lobos, Cría cuervos, Elisa, vida mía, Los ojos vendados y Mamá cumple cien años, que fue la última, fechada en 1979. Después, se quebró la convivencia y Carlos le confesó haberse enamorado de la criada que tenían, una jovencita veintiocho años más joven que él llamada Mercedes Pérez, quien se ocupaba también en calidad de niñera del niño de la pareja, Shane. Las relaciones de Carlos Saura con su criada habían comenzado en 1978, es decir cuando aún convivía con Geraldine Chaplin y ésta, al enterarse de haber sido engañada, hizo las maletas, compungida lógicamente, abandonando el hogar que creía iba a ser más duradero.

Sin estar casados, Carlos Saura y Mercedes Pérez, su tercera mujer, se fueron a vivir a un piso de la madrileña barriada de Aluche, en el entorno de la Casa de Campo. En la vecindad, eran muy queridos por su trato afable. Les nació su primer hijo, Manuel, y cuando éste cumplió dos años sus padres decidieron casarse civilmente. Estuve en aquella ceremonia celebrada en el juzgado número 5 de Madrid, en el paseo del Prado. Marisol y Antonio Gades acudieron como invitados. Entre 1984 y 1987 Carlos y Mercedes tuvieron otros dos vástagos, Adrián y Diego. No fueron asiduos de las páginas de las revistas del corazón, en las que Saura aparecía más cuando convivía con Geraldine Chaplin, en razón del apellido de ésta y por supuesto de su calidad como actriz y su simpatía con los informadores.

Carlos Saura se ha considerado siempre admirador de la belleza femenina, reconociendo su debilidad de ir por la calle a poder ser del brazo de una mujer. Mujeriego o mejor enamoradizo, sin ser un hombre frívolo nunca le faltaron féminas con las que compartir amistad. Desde luego, ahora que llevamos unas semanas con la tabarra de quienes desde su posición en la industria cinematográfica se han servido para abusar de jovencitas aspirantes a estrellas de la pantalla, no es el caso de Carlos Saura, del que jamás conocemos escándalo alguno. Pero cambió de pareja cuando notaba que la pasión ya no funcionaba. No sé si con cierto cinismo ha mantenido siempre que las mujeres le han dominado a lo largo de sus relaciones con ellas; relaciones complicadas, según su punto de vista, pero que no le quitaban el deseo de comenzar de nuevo con alguna otra que despertara en él su interés. "El amor es el mayor amortiguador", que decía Cantinflas: una definición que ha repetido cuando le preguntan qué siente al estar fascinado por una mujer, al comienzo de otra convivencia.

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Con Eulalia Ramón y su hija | Cordon Press

Y así le ocurrió por cuarta vez cuando, acabado su matrimonio con Mercedes Pérez se prendó de una de las actrices que encabezaban el reparto de Dispara, cuyo rodaje acaeció en 1993, llamada Eulalia (Laly) Ramón. Volvieron a coincidir en Goya en Burdeos y en El séptimo día. Y, como en las anteriores ocasiones, Carlos Saura, una vez transcurrido cierto largo periodo de vida en común, resolvió pedirle a su pareja que formalizaran su unión en un juzgado, tras haber esperado un tiempo y la consecución del preceptivo divorcio de Mercedes Pérez. Lo que ocurrió en 2006, cuando ya el nuevo matrimonio –cuarto para él- se había establecido en su vivienda sita en el pueblo serrano madrileño de Collado Mediano.

Tienen una preciosa hija, Anna Saura Ramón, que va a cumplir veintidós años este próximo diciembre. Concluye su carrera de Ciencias de la Información, combinando Periodismo y Publicidad, trabaja en un departamento de márketing de Prisa y asimismo está muy unida profesionalmente a su padre, quien tímido siempre cuenta con el apoyo de su hija para promover sus trabajos cinematográficos. Es la hija que quiere sin disimulo ante los fotógrafos, y no como con sus otros descendientes. Acaso ya su provecta edad lo lleve a sentirse feliz cuando viaja con ella, por ejemplo a Venecia, y algunos con envidia los miran, creyendo que son dos enamorados, y no padre e hija. Por lo demás, ha encontrado en Eulalia Ramón a la mujer con la que más tiempo ha estado unido. A la actriz catalana también le encanta la fotografía y ya ha mostrado en alguna exposición una selección de sus trabajos. Anteriormente, también lo hizo Carlos Saura, con la leyenda de que sus imágenes tenían como modelos a sus mujeres. Y es que, a lo largo de su vida, siempre las ha ido fotografiando en distintos momentos de su convivencia. El paso del tiempo y esos testimonios gráficos forman ya parte de la biografía de un genio.

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