La estatua que hace dos años se inaugurara en los alrededores de la plaza de toros de Albacete, "La Chata" (que este año celebrará en su feria septembrina su centenario) está desde este sábado completamente rodeada de flores. Muchos albacetenses, paisanos de Dámaso González, se han ido acercando hasta el monumento para depositar su ofrenda, rezar y hasta prorrumpir muchos de ellos en sollozos. Sencillamente porque no sólo fue una gran figura de la fiesta –el matador albacetense que más veces hizo el paseíllo en ese coso- sino que era muy querido de los aficionados, como de los que no lo eran. Tenía un carácter sencillo, hablaba con absoluta cordialidad con quien se le acercara a saludarlo, era algo cachazudo en su sentido del humor y ni sus triunfos ni los muchos millones que ganó alteraron su conducta de hombre recto, franco y responsable.
El pasado 20 de mayo no se le vio en su habitual tendido de su plaza. Era el festival en pro del Cotolengo, entidad para la que tantas tardes toreara, de igual modo que otro benéfico, el de Asprona. Su generosidad para con los necesitados fue siempre proverbial. Y desde esta última primavera su salud fue quebrándose hasta la madrugada de este fatídico sábado 26 de agosto, cuando expiró en una clínica de Pozuelo de Alarcón rodeado de toda su familia, rota de dolor. No pudo sobreponerse a un temible cáncer de huesos.
Fue un hombre enamorado de su mujer, su único amor probablemente, pues no le conocimos otros: Felisa Tarruella Pulido. Una hermana de ésta se casó con otro extraordinario matador, el alicantino Luis Francisco Esplá. De aquel matrimonio nacerían cuatro hijos, tres niñas y un varón. Este último, llamado como el padre, también quiso ser torero, pero al final se ha dedicado a gestionar los bienes familiares. Junto a sus dos hermanas, Marta y Elena, encargadas de la finca "Los Prados", donde ha habitado siempre la familia del gran torero desaparecido. Marta y la primogénita, Sonia, estudiaron periodismo, pero quien más se ha significado como reportera ha sido esta última, a la vez que a su nombre se lidian las reses de la ganadería que pudo adquirir un día su progenitor, gracias a su larga carrera en los ruedos.
Dámaso González siempre fue un hombre familiar. Se le caía la baba en los últimos tiempos contemplando cómo crecía su nieto Tristán, frutos de la fallida unión entre su hija Marta y uno de los hijos de Sebastián Palomo Linares y Marina Danko: Miguel. La pareja se separó en 2013 después de que se conocieran algunos de los problemas que tenían. Sobre todo Marta. Y es que después de haber montado su hogar se fueron a vivir a la finca "El Palomar", propiedad del recientemente desaparecido Palomo Linares. Que en esa época vivía problemas íntimos que desembocaron en su divorcio de Marina. Además, intervinieron terceras personas, al decir de Marta González, que no consiguieron otra cosa que influir en ese triste final de la joven pareja. Ciertas personas, de ambientes muy distintos al modo de ser de la hija de Dámaso, fueron distanciándola más de Miguel Palomo. E iniciaron los trámites para divorciarse. Marta volvió en seguida al redil familiar, fue consolada por sus padres y Dámaso González se convirtió en su mayor valedor, ayudándola a superar aquel trauma, al confiarle la dirección de la finca junto, como hemos dicho, a su hermana Elena.
Dámaso Gonzálezha sido un matador de toros honrado, al que bastante tarde, después de demostrar su valor y un conocimiento técnico del toreo como pocos, se le ha reconocido su dominio del temple. Y así aparece en todos los obituarios que se han sucedido en las últimas horas. Comenzó anunciándose como Curro de Alba. En esos pasos como novillero, a finales de los años 60, fue apoderado por los Camará. Sabido es que el padre, don José, fue quien apoderó a "Manolete" hasta la tarde trágica de Linares. Es la víspera de ese funesto septuagésimo aniversario. Y coincide con la muerte de este gran matador de toros en cuya memoria se oficiará este domingo un funeral a la una de la tarde en Albacete, La ciudad está de luto. En la plaza de toros se ha instalado la capilla ardiente.