Alcanza Massiel los 70 años este miércoles 2 de agosto en circunstancias ingratas para su salud: lleva varios meses muy preocupada por sus problemas de visión. La han diagnosticado que padece una degeneración macular, enfermedad que no parece fácil de curar y quienes la padecen pierden paulatinamente la vista, con el riesgo final de quedarse medio ciegos. La cantante posee un carácter fuerte, y confía en superar esa desgracia sin que decaiga su ánimo. De todas formas este año no ha sido afortunado para ella, dado que su chalé en Los Ángeles de San Rafael, bautizado como "Villa Dridma", quedó semidestruido por culpa del fuego. Dentro de él se encontraba su hijo Aitor, quien se llevó un buen susto, aunque salió indemne del lugar. Años atrás, en 2001, pernoctando en esa su segunda residencia, Massiel sufrió un serio accidente al caer al suelo desde la segunda planta, fracturándose una costilla. Da la sensación de que tal vivienda le trajo mal fario, que dicen los gitanos, aunque en principio fue para ella un inesperado casi regalo, que obtuvo de Jesús Gil. El empresario y luego presidente del Atlético de Madrid, con el afán de promover su urbanización sita en la sierra segoviana le proporcionó el chalé a Massiel tras ganar el Festival de Eurovisión en 1968 a cambio de que actuara un determinado número de galas en su complejo turístico de Los Ángeles de San Rafael.
Hija de un sastre que se convirtió en un popular representante artístico a partir de los años 60, María de los Ángeles Felisa Santamaría Espinosa (Massiel) tenía en su adolescencia un profesor de baile argentino, el maestro Héctor Zaraspe, en su deseo de convertirse en artista de la danza. Éste tomó la costumbre de llamarla, cariñosamente, Maciel. Pero con su pronunciación, sonaba a Massiel, que es el definitivo sobrenombre que adoptó ella para su carrera artística. Desde jovencita escribía poesías, se aprendía las canciones de moda que sonaban en la radio y hasta formó parte de un efímero trío vocal femenino con el que interpretaba a los trece años la melodía "Los niños del Pireo". En 1964 concluyó sus estudios de Enseñanza Media, convirtiéndose en secretaria de su padre. Como éste recibía a menudo invitaciones para fiestas y presentaciones de cantantes ella o bien lo acompañaba o las utilizaba para alternar en esos eventos con su desparpajo y audacia. Lo mismo acudía a programas de radio donde, sobre todo en Radio Madrid, comenzó a ser muy conocida. Cuando vio por vez primera su nombre en letras de molde fue por entonces, a los diecisiete años, al ganar el concurso Guapa con Gafas, que patrocinaba la conocida firma Cottet. Recuerdo haber estado presente en aquella velada, donde le hice la primera de las muchas entrevistas que, andando el tiempo, pude sostener con quien en su barrio era llamada "La Tanqueta de Leganitos", en alusión a la calle donde vivía con sus padres, en las cercanías de la madrileña plaza de España. El premio de aquel concurso consistía en una cantidad en metálico y en un papelito para una película que preparaba Julio Coll. Pero el padre de la futura estrella no consistió en que le hicieran prueba alguna para el cine. Y ya ven lo mucho que rodó luego Massiel…
En 1966 inició su prolongada carrera musical actuando en un club del barrio de Argüelles y en el Festival de la Canción de Mallorca, donde obtuvo el premio de la crítica con "Rufo el pescador". En sus primeros discos, gracias a su capacidad para promocionarse, sonaron en la radio "¿Y sabes que vi?", "Él era mi amigo" y sobre todo "Rosas en el mar", que le cedió su buen amigo, Luis Eduardo Aute, quien por aquellas calendas se iniciaba como compositor y letrista. Para mí fue la balada, con aire folk, que mejor interpretó Massiel de todo su vasto repertorio. Con el paso de los años añadiría otros éxitos como "Lady Veneno", "María de los Guardias", "El Noa-Noa"… Lo que nadie dudará es que "La, la, la" fue la canción con la que logró un triunfo internacional que la mantuvo en candelero mucho tiempo, al imponerse frente a Cliff Richard y su "Congratulations" en el Festival de la Canción de Eurovisión de 1968. A partir de entonces se convertiría en una de las mujeres más conocidas de España, con el impacto consiguiente entre la juventud. Más que por sus condiciones vocales lo que impondría fue su gran personalidad. No obstante aquel sonoro triunfo, Massiel declaró mucho después: "Mi gran error fue quedarme en España después de los de Eurovisión. Debí irme a vivir fuera y así no me habrían machacado". En el teatro, sorprendentemente para los que dudaban de su talento les remito a su presentación junto al gran Fernando Fernán-Gómez en el espectáculo "A los hombres futuros, yo Bertolt Brecht". En tanto su trayectoria artística proseguía con sus incursiones también en el cine –poco felices, desde luego-, con programas radiofónicos y televisivos y su intermitente discografía, Massiel, que no paraba nunca de trabajar y por ello gozaba del reconocimiento popular y suponemos de una buena cuenta corriente, en cambio no era feliz en su vida privada, como terminaría reconociendo: "Me casé para toda la vida, pero no tuve suerte ninguna".
Veamos. Novietes aparte en su juventud, contando que Julio Iglesias la persiguió alguna vez, dándose achuchones con ella en el portal donde vivía Massiel (según me contó ella una noche de confidencias), su primer amor de verdad fue el doctor Luis Recatero, por el que estaba "colada". Era atractivo, rubio, con pinta de galán, que se las llevaba de calle. Y así pasó: que le puso los cuernos a los dos días de casarse con la cantante en 1969. Un año duró su equivocada boda, que para ella fue un infierno casi desde el primer día de su desposorio. Con el diputado socialista Carlos Zayas, hijo por cierto de unos marqueses, le fueron mejor las cosas, pues tenían entre otras cosas una ideología afín de izquierdas. Y no es que en el dormitorio se entretuvieran precisamente en hablar sobre el primigenio Pablo Iglesias (no el impresentable actual del mismo nombre). Entre 1974 y 1981 duró su unión, fruto de la cuál vino al mundo Aitor, el único hijo que ha alumbrado Massiel. Tuvo a su bebé en Londres el 1 de junio de 1977, así es que ha cumplido hace un par de meses cuarenta "tacos". ¿Y saben porque dio a luz en la capital británica? Porque de otro modo, de haber nacido en España, habría tenido más de un problema al ir al Registro Civil. Sépase que entonces todavía seguía estando legalmente casada con el doctor Recatero, aunque "le diera puerta" al año de la boda. Eso sí: Massiel sacó su buena tajada del natalicio, cobrando un millón de pesetas –mucha "pasta" entonces- por facilitarle la exclusiva a ¡Hola!. Lo negaría la mamá ante las protestas de las demás revistas del corazón, que estuvieron a punto de hacerle el boicot. Lo único que ocurrió es que los componentes de la peña periodística Primera Plana le dimos el premio Limón. Y en la cena, "la muy Massiel" continuaba negando como Pedro haberse embolsado un kilo de billetes verdes del Banco de España. Pero como, a pesar de su endiablado genio, es simpática y te gana con un par de besos y esa sonrisa tras la que muestra una dentadura a prueba de turrón duro de Jijona, terminamos por olvidar su codiciosa actitud.
Y llegó después un reportero del "cuore", con pinta de galán macizo, que amén de sus habilidades como "paparazzi" se hizo algún tiempo contertulio asiduo en los programas rosa de televisión: Miguel Temprano. No hizo gala éste de su apellido cuando mucho tiempo después, para justificar, pienso, lo que se llevaba crudo en uno de esos espacios, soltó la prenda de que había sido amante de Massiel en el periodo que siguió a su ruptura con Carlos Zayas. Lo que enfureció sobremanera a la cuitada, al entender que no es de caballeros, y máxime siendo reportero, airear asuntos de bragueta ante dos millones de telespectadores.
El tercer marido ("Yo tuve tres maridos… y a los tres abandoné", cantaba en una de sus piezas más divulgadas) fue el periodista Pablo Lizcano, que se hizo muy popular por sus agudas entrevistas en la pequeña pantalla y que fue su pareja entre 1980 y 1985, uniéndose después a la novelista Rosa Montero, falleciendo en 2009. Massiel recapacitaba al decir que había sido muy duro separarse de Pablo, pero es que ella era pero que muy suya. Así se retrataba: "Soy egoísta, dominante, ansiosa, una cajita de sorpresas y vivo con deseos de coger siempre la luna con las manos". Si lo dijo ella… Aunque resulta peligroso eso último, sobre todo si está uno en la terraza de un décimo cuarto piso, como es mi caso, donde resido.
Massiel, que en las décadas siguientes a su tercer batacazo matrimonial fue acostumbrándose más a la soledad, siguió grabando discos y realizando galas, no con la asiduidad del pasado pero sí para continuar "haciendo caja", pues su buen hermano Emilio, cabal representante artístico muy querido en la profesión y por los periodistas, le fue firmando contratos, hasta que su carrera fue estancándose como cantante. Pero en febrero de 2012 dio la campana con un espectáculo musical que obtuvo inmejorables críticas y taquillaje, en el teatro Español, de Madrid: "Follies". Allí interpretaba muy bien "Im still here". Pero justamente con ese éxito le llegó el comienzo de su infortunio actual: pasó por el quirófano en tres ocasiones para ser operada del ojo izquierdo, que es en el que más padece su falta de visión. Deseamos a Massiel nuestros mejores deseos y, por hoy, que celebre entre sus buenos amigos sus setenta años.