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La gran historia de amor de Palomo Linares y Marina Danko

Se conocieron en Mallorca y lo suyo fue un auténtico "flechazo". Se casaron a pesar de la oposición familiar, pero todo terminó en divorcio. 

Se conocieron en Mallorca y lo suyo fue un auténtico "flechazo". Se casaron a pesar de la oposición familiar, pero todo terminó en divorcio. 
Palomo Linares y Marina Danko | Gtres

El cansado corazón de Sebastián Palomo se ha detenido para siempre después de muchos años jugándose la vida en los ruedos. Arrastraba un punto de timidez, que acentuaba aún más su rostro algo aniñado, aunque se haya ido con 69 años, a punto de cumplir los 70 el próximo 27 de abril. Desde luego, aunque ya estuvieran divorciados, la mujer de su vida fue Marina Danko.

De familia humilde, hijo de un minero, aprendiz de zapatero remendón, vino al mundo en Linares, de ahí su apodo en los carteles taurinos, que le impusieron cuando en 1965 debutó en la plaza de toros madrileña de Vista Alegre en las llamadas novilladas de La Oportunidad, y resultó al final triunfador entre varios centenares de aspirantes a la gloria en los ruedos. Su paso por el toreo tuvo fechas notables, como la de su alternativa en 1966 en Valladolid. Tres años después sus apoderados, los Lozano, se pusieron de acuerdo con Paco Ruíz, el de Manuel Benítez el Cordobés, para que ambos diestros se opusieran al monopolio de los empresarios taurinos contratándose por su cuenta en la plaza portátil que usaron con el anuncio de Los Guerrilleros. Así llegaron a hacer el paseíllo sesenta y cinco tardes, en plazas de segunda o tercera categoría, y algunas sin denominación alguna en pueblos donde no podían soñar que esas dos figuras fueran allí a torear. Eso sí: con ganado harto sospechoso. La popularidad de Palomo Linares, que es como realmente aparecía acartelado, aumentó al ser protagonista de dos películas: Nuevo en esta plaza, que era prácticamente una biografía de sus comienzos taurinos, y Solo los dos, comedia juvenil donde tuvo como pareja a Marisol. Para promover el estreno se dejó caer que se habían enamorado durante el rodaje, algo absolutamente falso. El diestro jienense sí había querido conquistar a Rocío Jurado, cuando ésta empezaba su carrera en un tablao de Pastora Imperio, El Duende, pero la chipionera consideró que él era muy joven para aceptarlo como novio, aunque éste lo intentara muchas noches que acudía al local.

También cosechó calabazas de Lolita, a la que le gustaba mucho más Paquirri. Me consta que salió bastantes veces con Celia García, hermana menor de Ana García Obregón, aunque no formalizaron nunca la relación. Tampoco con Gloria Monís, quien prefirió al cantante Patxi Andión, con quien contraería matrimonio. La única joven que sí puede decirse fue su prometida no era conocida en el mundo de las revistas del corazón. Se llamaba Teresa Cantalapiedra. Pero en plena popularidad, él se dejaba querer por actrices extranjeras que venían a España y se enamoraban viéndolo ante un toro. Por ejemplo, Gina Lollobrígida, que ya más que talludita quiso "llevárselo al huerto". Otra más joven, una rubia explosiva que yo conocí, Sybil Danning, que había rodado Las siete mujeres de Barba Azul con Richard Burton, también se encaprichó del torero. Luego, en sus viajes por tierras americanas tuvo varios idilios, y el más serio sucedió con la venezolana Lilia López, que estaba locamente atraída por el siempre sonriente matador, de aire entre pícaro y desvalido. Pero los apoderados de éste, esos hermanos Lozano toledanos, grandes empresarios taurinos, velaban por el futuro de su poderdante y el mayor de ellos, Eduardo, le dijo a la venezolana que distraía demasiado a Sebastián, rogándole que lo dejara en paz y no lo persiguiera más de hotel en hotel y de plaza en plaza. Lilia López, despechada, se casó en poco tiempo con el primero que le hizo caso.

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Y algún tiempo después Palomo Linares fijó sus ojos en una morenaza de tipo espectacular, que estudiaba en Madrid, la colombiana Marina Danko. Se conocieron en Palma de Mallorca donde pasaba las vacaciones con sus padres. Estaban en su hotel cuando una amiga de Marina, al ver al torero se acercó en demanda de un autógrafo, lo que Palomo Linares aprovechó para pedirle que le presentara a la joven que estaba con ella. Fue un "flechazo", pero hasta que se casaron tuvieron que transcurrir siete años. Marina era hija de un jugador de fútbol húngaro, Imre Danko, que se había establecido en Barranquilla, Colombia, huyendo de la guerra en su país. Y allí en Colombia contrajo matrimonio nada menos que con la hija del "rey del café". Marina sólo tenía quince años cuando conoció a Palomo Linares. Sus padres la llevarían después a París donde se matriculó en La Sorbona para seguir unos cursos de Bellas Artes. Después, viajó a Miami, y allí cursó estudios de diseño y moda. Al volver a España reanudaría ya su relación con el torero, a pesar de la obstinada oposición familiar. Ya mayor de edad, con veintitrés años, Marina Danko, luciendo un modelo de Pedro del Hierro en organza blanca y velo de tul ilusión se convertía en esposa de Sebastián Palomo ante una multitud de invitados a la ceremonia religiosa celebrada en la iglesia madrileña de Los Jerónimos el 26 de abril de 1977, hace ahora por tanto cuarenta años. Fue un auténtico acontecimiento. Políglota, bella y derrochando siempre simpatía, Marina compartió con su marido un lugar destacado en la crónica social. Tuvieron tres hijos: Sebastián (Tatán), ahora con treinta y nueve años, Miguel, de treinta y seis y Andrés, de veintiocho. El segundo fue novillero pero decidió cortar su carrera. El primogénito empezó después su aventura en los ruedos tras estudiar en la Universidad, mas apenas se mantuvo un par de temporada como matador de toros, con gris resultado.

Palomo Linares trató siempre de compartir sus compromisos profesionales con la vida hogareña, algo complicado para una primera figura del toreo. En los anales de su carrera hay que subrayar la corrida del 22 de mayo de 1972 cuando tras una gran faena en la Monumental de las Ventas, en plena feria de San Isidro, le cortó al toro "Cigarrón" las dos orejas… ¡y el rabo! Hacía treinta y seis años que este último apéndice no se concedía en la primera plaza del mundo del toreo. El presidente del festejo, un alto funcionario de la policía, el señor Pangua, no hizo otra cosa que cumplir con su obligación, atendiendo el reglamento y la petición del público. Pero una minoría, siempre meticulosa, ayudada por cierto sector de la crítica taurina consiguió, que el señor Pangua fuera suspendido de sus funciones. Y al torero le pasaron factura lo de siempre, los intolerantes. Una tarde, dirigiéndose Palomohacia esos espectadores, arrojó muleta y espada sobre la arena yéndose hacia el toro, desprotegido, en un gesto casi suicida. Hay que resumir que siempre fue un torero valentísimo, lleno de pundonor como pocos, sin duda con manifiesta técnica, dominador de todas las suertes, en concreto la muleta y la última, a la hora de matar con decisión y arrojo. El balance de las corridas que lidió en Madrid fue de veintisiete festejos toreados, quince orejas, el rabo de marras y dos salidas en hombros. Se retiró en 1982 y luego en 1985. Para cortarse la coleta definitivamente en Benidorm en una nocturna en 1995.

La vida del matrimonio Palomo-Danko transcurrió siempre en El Palomar, la finca que el matador de toros adquirió a sesenta kilómetros de Madrid en el término de Seseña, lindando con Aranjuez. Marina trató siempre de adaptarse a esa vida en el campo aunque viajaba a menudo a Madrid, a llevar a los chicos al colegio y a hacer compras. Mujer elegante, de exquisitos gustos, fue elegida en 1983 'Lady España'. Participó como modelo en desfiles y "spots" publicitarios. Y finalmente se dedicó a diseñar vestidos. Compartía con su marido la afición por la caza y el golf. Y Sebastián, una vez retirado, se dedicó cuando le dejaban sus negocios agropecuarios o los inmobiliarios, a pintar cuadros con auténtica pasión. Las primeras lecciones se las impartió Manuel Viola, gran pintor, cuyo estilo si no copió del todo sí tuvo muy en cuenta cada vez que se enfrentaba con los pinceles ante un lienzo en blanco. Acudió a mostrar su obra en un buen número de exposiciones, con buenas críticas. La salud le dio varios sustos: una hepatitis, en los años setenta y más adelante sufriría tres infartos y varias anginas de pecho. Sorprendentemente, tras cuarenta y dos años de vida en común y cuarenta de desposados, anunciaron su separación matrimonial el 31 de agosto de 2011. Nunca se han sabido las causas. Se especuló con que Marina se desplazaba mucho a Madrid excediéndose en compras de lujo. Cuando tal vez pasaban por problemas económicos. Patrimonio, siempre tuvieron. Y elevado. A lo peor padecieron alguna época difícil por eso que se llama escasez de liquidez.

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El matrimonio en la boda de su hijo Miguel

El divorcio lo firmaron el 30 de enero de 2012. Los tres hijos tomaron partido, uno con el padre y dos con la madre, que se fue a vivir a un piso en Madrid. Al poco tiempo se destapaba la relación sentimental de Palomo Linarescon aquella antigua amiga venezolana, Lilia López, con la que convivió unos meses de 2012 en El Palomar. Puede que hubiera en ese periodo alguna otra mujer. Pero en tal caso de manera fugaz. Mientras tanto, Marina Danko consolaba su soledad con algún acompañante, entre ellos un primo, sin comprometerse del todo en su vida. Quien sí enamoró en seguida al torero fue una juez destinada en Valdemoro, luego magistrada en los juzgados de la Plaza de Castilla, la atractiva Concha Azuara, veintisiete años menor que él. Hacían planes últimamente para tal vez casarse en breve, lo que no ha podido suceder. Se les ha anticipado la muerte llevándose a un hombre con el corazón herido tal vez por muchas causas de la vida.

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