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Isabel Preysler, en el punto de mira de la familia de Mario Vargas Llosa

Una traición habría provocado que el distanciamiento entre padre e hija fuese aún más grande.

Morgana Vargas Llosa | Cordon Press

El regreso de Mario Vargas Llosa a Perú no ha estado exento de polémica. El escritor ha querido celebrar su 81 cumpleaños en su tierra natal junto a Isabel Preysler, un viaje donde no ha faltado el reconocimiento del pueblo peruano y una exclusiva en ¡Hola!

El premio Nobel e Isabel Preysler han vuelto a protagonizar la portada de su revista de cabezera, donde han hablado de sus planes de boda. "¿Boda este año? No tenemos ninguna prisa. Es más, estamos fantásticamente bien como estamos. Somos muy felices así, y por el momento, y a estas alturas de la vida, no vemos la necesidad de cambiar nuestra situación", explicaba la pareja en el interior de la revista.

"Estoy viviendo un momento de mucha felicidad absolutamente inesperado a estas alturas de la vida", afirma la propia Isabel a la publicación. Su amor por Mario parece tan grande que no duda en alabar cada gesto del escritor.

Aún así, no está siendo todo positivo en este viaje a Perú. Según se explica en La Otra Crónica de El Mundo, la publicación de unas fotografías del encuentro entre Mario Vargas Llosa con su hija Morgana han provocado el enfado de la fotógrafa.

Y es que, tras dos años sin verse, el premio Nobel quiso acercar posiciones con su hija. Quedó con ella después de comer y disfrutó de una reunión de dos horas, donde seguramente intentarían limar asperezas después del mediático divorcio de Mario y la madre de esta, Patricia Llosa.

Un reencuentro que podría haber propiciado una reconciliación de no haber sido por las imágenes publicadas en la revista. "Morgana se encontró en ¡Hola! con las fotografías de la merienda con su padre y se enfadó. La familia sospecha que la mano de Preysler podría estar detrás, ya que saben el trato entre Isabel y la revista", explica una fuente a LOC.

Esta traición habría provocado que el distanciamiento entre padre e hija fuese aún más grande, una realidad que seguro no esperaba Mario Vargas Llosa.

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