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Paloma Gómez Borrero, la periodista que mejor contó los entresijos del Vaticano

Periodista de vocación, Paloma Gómez Borrero nos ha dejado tras una breve enfermedad. 

Gómez Borrero con Juan Pablo II | EFE

La primera periodista que ejerció como corresponsal de Televisión Española, en los años 70, fue Paloma Gómez Borrero. Lo que en estos últimos tiempos no hubiera llamado la atención, sí acaeció entonces, tanto en nuestro propio gremio como en la audiencia. Lo fue en Italia y más en concreto en el Vaticano. La política cerca de la Santa Sede siempre se ha dicho es complicada, diferente a la de cualquier país. Los propios diplomáticos lo saben. No dudamos que esta madrileña que acaba de morir a los ochenta y dos años hubiera destacado igual informando desde el último rincón del mundo. Mas lo cierto es que contó como nadie los entresijos del centro de la Cristiandad. La ayudaba a ello una gran cultura, el dominio de cinco idiomas, una extraordinaria simpatía y afabilidad absolutamente con cualquiera que hablara con ella, y por supuesto una "finezza", una sensibilidad especial, el necesario olfato periodístico para conseguir noticias que otros compañeros no lograban, informar puntual, detallada y amenamente de los viajes papales y, en definitiva, cumplir con su trabajo de manera excepcional. Utilizando un lenguaje directo, nada aburrido, combinando los datos con un valioso y rico anecdotario.

La vocación periodística de Paloma Gómez Borrero se le despertó tempranamente. Contaba que en segundo curso de carrera en la vieja escuela de Periodismo ya colaboraba en algunas publicaciones como Sábado Gráfico, y cuando la mayoría de sus colegas no hablaban ni francés ni inglés ella podía entrevistar, por ejemplo, a la no siempre accesible Ava Gardner o al brillante novelista Somerset Maugham. Enviada especial a Roma, se las compuso para ir a los estudios célebres de Cineccittá y conseguir lo que entonces al género se le llamaba "interviús", con estrellas de la pantalla desde Roberto Rossellini a Vittorio de Sica, Sofía Loren y otras celebridades. No obstante esos éxitos cuando de verdad fue popular es a partir de su corresponsalía italiana; tiempos en que sólo existía una televisión en España y únicamente dos canales. En blanco y negro, desde luego. Tanta entrega fue mal recompensada cuando en 1982 llegaron los socialistas al poder y un señor llamado Calviño, nombrado Director General del denominado Ente Público, consideró que era mejor relevarla. Pidió una excedencia y finalmente, como no podía ser de otra forma, acabó siendo contratada por la Cope. Al fin y al cabo la cadena radiofónica de la Conferencia Episcopal era donde mejor podía encontrarse Paloma Gómez Borrero.

Posteriores colaboraciones en otros medios, a través de tertulias donde era una conversadora inteligente y expresiva, convirtieron a esta gran trabajadora y excepcional periodista en una mujer tan admirada como querida. Su generosidad con los compañeros era bien conocida. Doy fe que en mi primer viaje a Roma fui atendida por ella con los brazos abiertos, dispuesta a ayudarme mientras pudiera. El suceso que más le conmovió fue el asesinato de Aldo Moro. Estaba ese día cerca de donde tuvo lugar el magnicidio y se apresuró para enviar una crónica de urgencia. Pero volviendo a, digamos, "su especialidad vaticanista", sus constantes trabajos estaban relacionados con el Papado: el atentado a Juan Pablo II, las muertes de cada uno de los Papas, los diferentes cónclaves para elegir un nuevo Pontífice, los viajes de éstos por todo el mundo… Sólo acompañando al séquito de informadores en el propio avión papal, en viajes con Juan Pablo II, lo hizo en ciento cuatro ocasiones. Con razón, el vicario polaco la conocía suficientemente y la llamaba por su nombre de pila. Ella misma me contó en una de las diferentes ocasiones en las que nos vimos, lo siguiente: "En pleno vuelo hacia los Estados Unidos, viajando con Juan Pablo II, se nos dijo a los periodistas que le hiciéramos la última pregunta. Y se adelantó el Papa, diciendo: que pregunte Paloma". Y esta otra confidencia que me hizo: "En otro viaje con su Santidad a África, el día que llegamos al Zaire era el de mi Santo. No sé cómo pero llegó a oídos de Juan Pablo II, vino hacia mí y me dijo: "Quiero felicitarte, Paloma…". Y lo hizo como siempre que me hablaba, en español". Para redondear este apartado anecdótico, vaya este recuerdo que me evocó la ahora llorada compañera: "Me encontraba con un técnico de Radio Vaticano, los dos cansadísimos después de una dura jornada, cuando de pronto nos dimos cuenta que Juan Pablo estaba cerca de nosotros, a altas horas ya de la noche, encorvado y sin duda asimismo agotado. Hicimos lo posible para que no advirtiera nuestra presencia pero se dio cuenta y al verme, otra vez en español, pronunció esto: "Hija, ¿todavía estás trabajando por mi culpa?"

Paloma Gómez Borrero | Efe

La vida particular de Paloma Gómez Borrero tiene tintes románticos, pues se enamoró de un piloto italiano, Alberto de Marchis, que prestó primero sus servicios como militar y después en la compañía Alitalia. Sus encuentros no siempre eran los habituales por la distancia. Así es que acordaron casarse pronto, tras un relativamente breve noviazgo. Y tuvieron tres hijos: Giorgio, Carlos y Ranieri: "Todos ellos –me refería- muy italianos, aunque hablan perfectamente el español, idioma que es el que siempre hemos mantenido en casa". Vivían en Roma. De vez en cuando, Paloma viajaba a Madrid, bien por asuntos profesionales o para estar con su madre, ya fallecida.

Uno de los acontecimientos más emotivos para Paloma Gómez Borrero fue la boda de uno de sus hijos en el Vaticano: "Se nos permitió que la ceremonia tuviera lugar en la capilla privada de Su Santidad; en la casa del Papa, vamos. La misa la dijo él, Juan Pablo II, y me pidió que la lectura corriera a mi cargo. Misa que se celebró en español". ¿Qué tienes de italiana, Paloma?, le pregunté, a sabiendas de su más que sabido españolismo: "Poco, porque yo sigo siendo española en todos los sentidos, pero acaso haya aprendido, después de tantos años viviendo en Roma y de conocer el idioma, con acento veneciano según me dicen, algo de diplomacia, esa diplomacia vaticana que tiene un dicho: "Plegarte pero no doblarte". O sea, decir que sí a un cincuenta por ciento, y que no a la otra mitad".

Escribió varios libros sobre los diferentes Papados y la vida vaticana. Y un par de volúmenes sobre cocina: Comiendo con Paloma Gómez Borrero y El libro de la pasta. Una de las recetas se la dictó la propia Sofía Loren. Pero, ¿y en el hogar de Paloma, qué se comía? Esto me contó: "Mucha pasta, lógicamente, pero no más que platos españoles de los que me ocupo personalmente, aunque tengo una sirvienta de Valladolid, como lentejas, garbanzos, cocido… En mi despensa no faltan, por ejemplo, ni los chorizos de Ponferrada ni los ajos de Las Pedroñeras, pueblo del que fui pregonera, pimientos rellenos y cualquier producto de un ama española".

Te echaremos mucho de menos, Paloma. Fácil es terminar que has volado al cielo. Pero, como tenías tanto sentido del humor, me sabrás perdonar esta infantil expresión.

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