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Los dos grandes amores de la misteriosa Emma Suárez

En los círculos cinematográficos está considerada como una mujer misteriosa que no cuenta a nadie sus intimidades.

Emma Suárez | Cordon Press

Fue en la década de los 90 cuando el nombre de Emma Suárez acaparó la atención del mundo cinematográfico, reclamada por directores y productores como una nueva musa del cine de aquellos años. Luego, aunque nunca quedó oscurecido del todo, se mantuvo no de manera tan persistente. Como quiera que ella, muy celosa de su intimidad, tampoco se preocupó de publicitarse en fiestas y saraos sociales, ha permanecido alejada de los focos un largo tiempo. Hasta que la pasada semana se convirtió en la indiscutible estrella de la gala de los Goya, y no me refiero por su elegancia y belleza. Es que ganó dos premios: el de mejor actriz de reparto, por La próxima piel, y el de mejor actriz protagonista, por Julieta, donde la dirigió Pedro Almodóvar. Salvo Verónica Forqué, ninguna otra había conseguido en una misma noche reunir un par de esos trofeos.

Así es que esto ha sido para Emma Suárez una especie de resurrección artística. Más de cara a los medios de información, desde luego. Porque no puede decirse en su caso que haya estado ociosa en los últimos años en los que, si no ha sido reclamada por la industria del cine en cambio ha tenido oportunidad de mostrar su talento en representaciones teatrales (Los hijos de Kennedy, La avería, Viejos tiempos…) Y nos estamos refiriendo a una actriz aún joven, de cincuenta y dos años, que tiene un impresionante historial, con medio centenar de filmes, buena parte de ellos como protagonista: Vacas, La ardilla roja, Enciende mi pasión, Tierra, El perro del hortelano, Tu nombre envenena mis sueños… Los dos últimos fueron dirigidos por Pilar Miró quien, con su habitual talante, el de otorgar a sus películas la mayor verosimilitud posible, la obligó a rodar escenas casi rozando lo pornográfico. Así, por lo menos lo consideró Carmelo Gómez, galán que compartió protagonismo con Emma Suárez en ambos rodajes. En el citado en postrer lugar, un guión basado en la novela de igual título tomado por su autor, el político Joaquín Leguina, de unos versos de Lope de Vega, Pilar Miró insistía a ambos que debían esforzarse, con la mayor pasión, en esas secuencias de cama. Carmelo, delicadamente, tuvo una conversación previa con Emma Suárez, en el transcurso de un almuerzo a solas al que la invitó. Pilar Miró se salió con la suya, entre escabrosos jadeos que ella consideraba imprescindibles en la trama de Tu nombre envenena mis sueños.

Emma Suárez y Andy Chango

Carmelo, quedó como un caballero ante Emma Suárez, quien a lo largo de su carrera cinematográfica hubo de enfrentarse a situaciones parecidas. Nadie la ha podido criticar como actriz del destape, aunque figure en algunas películas desnuda y envuelta en argumentos eróticos. Está por encima de esas circunstancias catalogada como una actriz alejada de todo atisbo de frivolidad. Tuvo que soportar que la revista Interviú publicara unas fotos en top less cuando veraneaba en la isla de Formentera. Tratándose de un personaje público, tenía las de perder frente a la publicación al mostrarse sin la parte de arriba de su traje de baño, ajena al trabajo de un "paparazzi", contento por captarla con sus pechos al aire.

En su vida real ha mantenido asimismo una conducta digna, discreta, sin escándalo alguno que pudieran airear los programas dedicados a remover basura en televisión, o las revistas del corazón, que persiguen constantemente a los personajes populares en sus relaciones de pareja. Con Emma Suárez han perdido el tiempo los reporteros dedicados a husmear en su entorno sentimental. Rodando en 1992 la película La vía láctea se enamoró del director, Juan Estelrich junior, con quien convivió durante cinco años, periodo en el que tuvieron un niño bautizado con el nombre del padre. La pareja se deshizo, ella se quedó al cuidado del pequeño y ya no se le conoció ningún otro hombre hasta pasados siete u ocho años cuando creyó haber encontrado su pareja ideal. Un cantautor argentino, Andy Chango, con el que vivió varias temporadas, alejados los dos de cualquier convencionalismo social. Bohemio el músico y cantante, en realidad llamado Andrés Fejerman. Tendrían una hija, Ada Marta, una adolescente hoy de trece años. Este Andy Chango contaba, cuando ya la relación con Emma Suárez se había roto, que seguía viviendo en el mismo piso con la actriz, para estar cerca de su hija, lo cual podría resultar hasta conmovedor, aunque añadía hacerlo por una cuestión económica: carecía de medios para vivir. ¿Y cuál fue entonces el papel de Emma Suárez? Sencillamente el de sufridora ex amante que mantenía a éste. Todo eso debió resultar doloroso o, al menos, preocupante para la actriz madrileña, quien procuró que nadie se enterara de sus pesares, tragándose su desventura amorosa.

Con ninguno de esos dos hombres se casó. Tampoco piensa hacerlo en el futuro, caso de que se le apareciera un príncipe azul, pues así lo ha dicho: no cree que unos papeles de por medio puedan contribuir a la felicidad de una pareja. Y si ha vivido otros romances nos son completamente desconocidos. En los círculos cinematográficos Emma Suárez está considerada como una mujer misteriosa que no cuenta a nadie sus intimidades.

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