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El excura Jesús Aguirre pretendió casarse con Irene de Grecia

"Es un jardín prohibido para ti", le dijo el Rey don Juan Carlos.

Sofía e Irene de Grecia | Gtres

Acaba de publicarse La princesa rebelde, segunda de las biografías editadas en España sobre Irene de Grecia. En ninguna de las dos, ni siquiera en otras aparecidas en su país se refleja su vida íntima, amorosa, que ella misma calificó alguna vez de intensa, aunque sin especificar detalles, ni mucho menos nombres de quienes quisieron conquistar su corazón. Decepcionada o no de tales relaciones, lo único que suele repetir es que se encuentra muy bien en su permanente estado civil: soltera, y sin compromiso como solían decir las muchachas casaderas en otro tiempo. A su edad, setenta y cuatro años no parece que vaya a renunciar a esa elegida situación sentimental.

Hermana de nuestra Reina emérita doña Sofía, tía por tanto de Felipe VI, vive en España desde hace treinta y dos años. Pero es una gran desconocida para los españoles, aunque de vez en cuando aparezca discretamente fotografiada en alguna celebración familiar, un concierto de música o actos relacionados con la ONG Armonía, que preside desde 1986, y que atiende los problemas relacionados con la pobreza que asola la India, y mantiene proyectos agropecuarios con el fin de que aquellos necesitados del país puedan trabajar un trozo de tierra para poder vivir. En numerosas ocasiones Irene de Grecia se ha desplazado a la India, una de las cuales de manera pintoresca pues en el mismo avión en el que viajaba logró que las autoridades y la compañía aérea le permitieran transportar ¡cien vacas!, regalo conseguido para uno de esos centros levantados en provecho de un buen número de familias desprotegidas. Irene de Grecia estuvo por vez primera en la India en 1966 junto a su madre, la reina Federica, dos años después de que falleciera el rey Pablo.

Aquel viaje marcó definitivamente el futuro de la joven princesa helena, atraída por la filosofía hindú, lo que la llevó a instalarse en Madrás entre los años 1969 y 1974. En seguida se familiarizó con las costumbres de los lugareños, vistiendo con absoluta naturalidad el sari y prescindiendo desde luego del boato que años atrás existía en la Corte griega. Téngase en cuenta que Irene de Grecia desciende de un extenso linaje que la emparenta con zares de Rusia, emperadores germanos y monarcas suecos y daneses. Acostumbrada desde niña a pisar salones regios, a compartir recepciones y fiestas entre personajes de sangre azul, del llamado Gotha, su vida dio un vuelco a partir de la segunda mitad de los años 60, al comprender y conocer de cerca la pobreza, la enfermedad, que siguen por desgracia habitando en la India.

Reparte Irene de Grecia buena parte de su tiempo en atender en la India sus obligaciones, alrededor de cuatro meses; una segunda parte del año la pasa en Londres (donde ha vivido en el exilio su hermano Constantino, ahora ya definitivamente residiendo en Grecia), con estancias de vez en cuando en Atenas, para disfrutar los otros cuatro meses en Madrid, en el Palacio de la Zarzuela, donde dispone de un apartamento. Aquí se radicó en 1984, para estar junto a su hermana doña Sofía, con quien le une, aparte su estrecho lazo familiar, aficiones comunes como la música y la ufología. Por cierto: dispone de pasaporte español. Hay quienes en las redes sociales, cuando se interesan por la vida de esta singular mujer, se preguntan de qué vive. Que se sepa no tiene ingresos de ningún tipo y, en consecuencia, los gastos que originen su estancia en la Zarzuela corren por cuenta de la Casa del Rey (en la actualidad los monarcas eméritos). Nada hay por tanto que censurar. También el presidente del Gobierno tiene viviendo en el palacio de la Moncloa a su señor padre, el nonagenario señor Rajoy senior. Desde luego sería injusto aplicar a Irene de Grecia el calificativo de "gorrona", pues se da la circunstancia de que hace unos pocos años, cuando cobró del Gobierno heleno cerca de un millón de euros (parte de lo que su familia percibiría en concepto de indemnización por la incautación de sus bienes cuando fue destronado el rey Constantino), lo destinó para su ONG.

Luego estamos ante una mujer que no se aprovecha de bien alguno y desdeña cualquier lujo. No hay nada más que contemplar su vestuario, sobrio, sencillo. Ni siquiera cuida mucho sus peinados ni nada que contribuya a frivolizar su indumentaria y presencia física. Se ha ganado desde luego a pulso una etiqueta de excéntrica y bohemia. No es extraño que ya siendo niño su sobrino don Felipe la llamara, en complicidad con sus hermanas, las infantas, "Tia Pecu", en alusión a "la pecu…liaridad" de su carácter y costumbres, Desde luego la quieren mucho y la respetan, sentimientos que son recíprocos. A ella no le importa que en España no se le reconozca su título de princesa, que lo es, pero por ser hija de reyes. Nadie que se le acerque advertirá a su alrededor protocolo alguno. Tan sencilla como trabajadora y sensible. Y entonces, ¿por qué es llamada la princesa rebelde? Habrá que pensar que porque ha dejado atrás todo lo que sea alcurnia, o casta que se dice mucho ahora, para entregarse a causas solidarias, sin importarle jamás "el qué dirán". Es políglota y ese dominio de varios idiomas le ha proporcionado abrir muchas puertas para sus misiones.

Jesús Aguirre y la Duquesa de Alba

Dejamos para el final su pasado amoroso. Que sepamos quien pudo haberse convertido en su esposo fue Michel de Orleans, descendiente de los reyes galos, que al final contrajo matrimonio con Beatriz Pascaire, de quien lleva separado hace años, a punto de contraer un segundo matrimonio antes de la próxima primavera. Pero Irene de Grecia nada cuenta sobre aquel noviazgo. Se dice que Gonzalo de Borbón también salió algún tiempo con ella, aunque la relación no pasó de amistosa. Indagando en su biografía sentimental apenas hemos hallado un par de nombres: uno, el de un antiguo embajador de Alemania en España, el muy castizo Guido Brüner, aquel que divulgó el vocablo "convoluto", quien se contaba remoloneó cerca de ella. El otro pretendiente sí que hemos constatado estaba decidido a conquistarla y llevarla al altar. Nada menos que el excura Jesús Aguirre, tan conocido entre la progresía izquierdista de los años 60 y parte de los 70, que celebraba misas en la iglesia universitaria situada cerca del Arco de Triunfo, en la Moncloa, con homilías de elevado contenido filosófico. Pláticas de quien provenía de muchas lecturas marxistas. Dirigió la editorial Taurus y fue un personaje bien recibido en los círculos intelectuales de ese periodo antedicho. Homosexual declarado, al decir de su biógrafo, el novelista Manuel Vicent. Pues, bien: este cántabro hijo de madre soltera, de familia humilde, fue escalando toda su vida peldaño a peldaño, hasta conocer a Irene de Grecia, que le deslumbró. Al principio parece ser que, dada la bien trabajada labia del sacerdote renegado y su don de gentes y probadísima vasta cultura, la princesa estuvo a punto de perder su obstinada soltería. Insistía don Jesús para que le diera el "sí", cuando don Juan Carlos de Borbón, Rey de España, tomó cartas en el asunto, tal vez harto de que su cuñada le comunicara lo pesado que se estaba poniendo aquel señor con sus ínfulas de pedirle la mano. Y le dijo al muy pertinaz pretendiente: "Una cosa, Jesús. Irene es un jardín prohibido para ti". Y, como dijo el clásico: fuese y no hubo nada.

Trepando y trepando, Jesús Aguirre, amigo de tantos influyentes, cultivó el trato con Pío Cabanillas, el padre, a la sazón Ministro de Cultura, quien tuvo a bien nombrarlo en 1977 Director General de Música, puesto que mantuvo tres años. Mohíno tras las calabazas de Irene de Grecia, se desenvolvió en su nuevo cargo entre melómanos con rango aristocrático, caso de la Duquesa Cayetana de Alba, a la que conoció en Marbella, encuentro que a ella le resultó aburrido, decepcionante. Lo contó ella misma. Juró no verlo nunca más. Pero el destino, ¡ay, el destino!, o el dichoso Cupido obraron el milagro soñado por el excura Aguirre. En los palcos del teatro Real volvieron a coincidir. La Duquesa y el Director General de Música. Y el 16 de marzo de 1978 se casaron en la capilla del palacio de Liria. Y don Jesús se convirtió en Duque de Alba consorte, con mando en plaza. Hasta su muerte en junio de 2001. Hace un mes, Cayetano, el hijo preferido de la Duquesa, confesaba que la boda de su madre con don Jesús fue nefasta para la Casa de Alba. Con un desgobierno económico constatado. "Ni hacía ni dejaba hacer". Un hombre difícil. Salvo Jacobo, que era "el más leído" de la familia, y Carlos, por razones más privadas, los otros hermanos de Cayetano tampoco "tragaron" a su padrastro. Quien al fin y al cabo le importaba poco. Él había llegado a la cima. Si el Rey Juan Carlos le impidió seguir tras las faldas de Irene de Grecia, bien que se las apañó para cautivar a la Duquesa de Alba.

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