Luis Eduardo Aute ha permanecido casi todo el mes de diciembre en Cuba, donde continúa, recuperándose de las secuelas del infarto sufrido el pasado 8 de agosto en su casa madrileña, tras regresar de una actuación en las fiestas de Huelva. Ingresado en el hospital Gregorio Marañón, hubo de ser operado a corazón abierto. Estuvo en coma varios días durante los cuales se temió seriamente por su vida.
Apenas pudieron obtenerse informaciones sobre su delicada salud, hasta que el 2 de octubre se facilitó un comunicado dando cuenta de su salida del mencionado centro médico, desde el cuál fue trasladado al Sanatorio Rúber para continuar la recuperación. No obstante, bien porque ésta fuera lenta o por deseo de su familia, el caso es que en la segunda semana de diciembre último el cantautor (nacido en Manila en 1943 y que con once años se radicó ya en España) acompañado de sus tres hijos voló hacia La Habana. Dos médicos de su confianza también fueron con él en ese viaje, parece que recomendados por un gran amigo del enfermo, su entrañable colega, el cubano Silvio Rodríguez.
La decisión de viajar a Cuba para proseguir su operación no sabemos si partió de su círculo cercano, o si el propio cantante pudo haberlo sugerido, aunque ello nos plantea dudas habida cuenta de que llevaba semanas sin poder articular palabras. ¿Lo resolvió por escrito, tal vez? Al aeropuerto de la capital cubana llegó en silla de ruedas, visiblemente desmejorado. Con el paso de los días, su estancia en una clínica de la isla está siendo positiva para su recuperación, en el sentido de que ya va poco a poco manteniendo conversaciones y también realiza paseos para andar con normalidad, aunque de momento lo haga con sumo cuidado, lentamente. El clima de aquella tierra es una baza para que allí se encuentre en mejores condiciones. En su mansión madrileña tiene un obstáculo para que pueda desenvolverse ahora sin dificultades, dado que es de tres pisos, con escaleras. Si permanece en silla de ruedas es comprensible que tenga que buscarse un sitio más accesible.
Cualquiera puede preguntarse si esa recuperación no podría seguir realizándola en Madrid, o en cualquier clínica española especializada en la situación en que se encuentra. Naturalmente que sí. PeroLuis Eduardo Autepor las razones personales que sean ha optado por fijar de momento en Cuba su estancia por tiempo aún no determinado. Alguna vez –puesto que viajó allí en varias ocasiones y actuó con éxito- comentó que la sanidad cubana era excelente. Aunque sobre ese punto, tantas veces motivo de propaganda del régimen castrista lo mismo que por su política de educación, se tienen opiniones discrepantes.
Su estancia en La Habana y su adicción al tabaco
Hace pocos días, en las páginas del diario El Mundo, Jaime Ignacio del Burgo, que fuera Presidente de la Diputación Foral de Navarra, escribía un interesante artículo evocando, bajo el título 'Revolución o muerte', su estancia en La Habana en 2003, adonde viajó en compañía de su esposa, cuya madre era cubana de nacimiento. En conversación con un taxista, éste le dijo: "Aquí hay tres hospitales muy buenos, para extranjeros. Para los cubanos la sanidad es muy buena, pero cuando hay gasas no hay anestesia y cuando hay anestesia no hay gasas". Es fácil de suponer, sin demagogia de ninguna clase, que Luis Eduardo Auteestará atendido perfectamente.
Nunca se imagina uno, por muy saludables costumbres que se tengan, cuándo el corazón puede darnos un serio aviso como le ha ocurrido al autor de "Rosas en el mar" y tantas canciones de mérito ("De alguna manera", "Las cuatro y diez", "Mira que eres canalla", "Al alba", "Una de dos"…). Lo que sin duda resulta poco aconsejable es por ejemplo fumar. Y Luis Eduardo Auteconfesaba ya en los años 80 que era adicto al tabaco, aunque ello no lo ayudaba a su faceta creativa: "Cuando fumo me dan ganas de no hacer nada, me gusta entregarme a ese bienestar. La coca ya es otra cosa, es estimulante, pero no para trabajar; la tomo alguna vez para cantar si tengo que dar muchos recitales o si estoy cansado".
Tenía este pasado verano una apretada agenda de compromisos musicales, entre los que estaba, tras concluir su gira española celebrando su cincuentenario profesional, un viaje por varios países hispanoamericanos. Contratos que se suspendieron por sus avatares hospitalarios. De momento, como es natural, los médicos que lo han venido atendiendo tanto en Madrid como en La Habana le han recomendado olvidarse de los escenarios, al menos por una larga temporada. Pendiente de él, su encantadora Maritchu, María del Carmen Rosado, con quien contrajo matrimonio en 1968. En el ambiente artístico y amistoso en el que se ha desenvuelto la pareja, siempre se los ha considerado como un matrimonio bien compenetrado.
Con cierta ironía, Luis Eduardo Auteconfesaba en cierta ocasión que discutía mucho con su mujer, lo que ello contribuía al mejor conocimiento y armonía entre ellos, para mantener eso que, aunque algo cursi, llaman algunos la llama del amor. Un sentimiento que, junto a otros, él ha desarrollado siempre en sus bellas canciones, con unas letras nada banales, entre la ternura, la filosofía, la estética por la belleza y un soterrado humor también. Lo que le deseamos en este nuevo año que comienza es que, vuelva o no a cantar y a componer pronto, salga adelante con su salud a flote lo antes posible. Luis Eduardo Autees ya historia viva del mejor pop melódico español, y desde luego, más que por su voz o su música, un magnífico letrista, quizás de los mejores junto a Serrat, Victor Manuel y Sabina. Y una persona agradable, que siempre ha tratado a los periodistas con absoluta corrección, entre tímido y sensible en todo momento.