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Rosa Belmonte

Cuando Debbie Reynolds se arrepintió de no haber dejado calva a Elizabeth Taylor

Taylor engañó a su amiga acostándose con su marido. "Primero mi padre secó sus lágrimas con su pañuelo, luego la consoló con flores y al final la consoló con su pene”. Todas esas cosas las ha contado Carrie Fisher en sus descacharrantes memorias.

Fisher, Taylor y Reynolds | Cordon Press

Si el hermano de Carrie Fisher se llama Todd es por Michael Todd, el productor amigo de Eddie Fisher y marido de Elizabeth Taylor que se estrelló en un avión. Era tal la amistad entre los dos matrimonios que en la boda de Todd y Taylor Eddie fue el padrino y Debbie Reynolds la madrina o como demonios se llame eso allí. Es más, Debbie lavó el pelo a Elizabeth Taylor antes de la ceremonia, como Robert Redford a Meryl Streep en Memorias de África. Cuando Eddie Fisher se lió con Elizabeth Taylor, Debbie Reynolds se lamentó: "Tenía que haberle lavado el pelo con crema depilatoria". Pero luego se reconciliaron. Años después, Elizabeth Taylor regaló a Debbie uno de los cascos que había llevado en Cleopatra (Debbie Reynolds ha sido una de las grandes coleccionistas de objetos legendarios del cine: han sido suyos desde los zapatos de Dorothy en El mago de Oz al vestido plisado de Marilyn Monroe en La tentación vive arriba, aunque luego los tuviera que vender). Pero vuelvo a los Jennifer Aniston y Brad Pitt de la época, que eran demasiado amigos de Angelina Jolie. Y esta de pronto se había quedado viuda.

"Primero mi padre secó sus lágrimas con su pañuelo, luego la consoló con flores y al final la consoló con su pene". Todas esas cosas las ha contado Carrie Fisher en sus descacharrantes memorias, especialmente en Wishful Drinking, que también llevó a los escenarios (luego la HBO hizo una pieza que se puede ver ahora mismo en la web de la cadena con el horrible título de Bendito alcoholismo). Carrie contaba cómo era la moderna casa en la que ella y su hermano vivían con su madre. "Tenía cosas que no había en la mayoría de las casas, como ocho pequeños frigoríficos rosas. Sería por si venían Blancanieves y los siete enanitos". También había tres piscinas. "Ya se sabe, por si dos se rompen".

Siempre recordaba lo excéntrica que era su madre, pero con cariño. Describía sus transformaciones físicas (quién no piensa en las pelucas y pestañas de Shirley McLaine en Postales desde el filo). A su vestidor lo llamaba La Iglesia de los Últimos Días de Debbie porque era un lugar mágico. Entraba allí como su madre y salía, a lo Lluvia de estrellas, convertida en Debbie Reynolds. De Eddie Fisher hablaba peor. Tenía el cantante una autobiografía titulada Been There, Done That (algo así como estuve allí, hice eso). Carrie la rebautizó como Been There, Done Them (estuve allí, se lo hice). Iba de las mujeres con las que se había acostado, sobre cómo había sido el sexo o cómo eran sus cuerpos. La crítica literaria de Carrie Fisher se resumió en esta frase: "Después de leer el libro quise fumigar mi ADN".

Una de las cosas más raras sobre su madre la cuenta Carrie en Wishful Drinking. Cuando Debbie estaba casada con su tercero y último marido, le propuso a Carrie que tuviera un hijo con él. "Tendría los ojos bonitos". Debbie ya no podía tener hijos y el marido, Richard Hamlett, no los había tenido. Carrie intentaba convencerla de que eso que le proponía era muy extraño. "Hija, ¿no has visto en Enquirer [el National Enquirer] recientemente? Vivimos en un mundo extraño". Y Carrie: "Cuando el Enquirer se vuelve un referente, estamos en un buen lío". Pero más raro es que Debbie Reynolds tuviera durante 15 años un apartamento en La Manga. ¡En La Manga! Como Concha Márquez Piquer.

Debbie Reynolds no sabía bailar cuando la contrataron para Cantando bajo la lluvia. Aprendió en tres meses y fue capaz de hacer maravillas como ‘Good Morning’, el número con Donald O’Connor y Gene Kelly. Estuvo nominada a un Oscar por Molly Brown, siempre a flote. Pero se lo dieron a Julie Andrews por Mary Poppins.

Decía Carrie Fisher en su espectáculo (el de Whishful Drinking) que si su vida no fuera graciosa sería sólo verdad. Y eso incluye también a Debbie Reynolds.

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