Cuando era pequeña siempre oía a los mayores hablar de la mantequilla. Habían visto El último tango en Parísen aquellos horribles cines de Arte y Ensayo. La escena de la mantequilla no tuvo ensayo, ni siquiera estaba en el guión. La información es vieja pero como el periodismo consiste en contar una y otra vez las mismas cosas a gente olvidadiza o a gente distinta volvemos a la dichosa escena. Igual que Cary Grant, nunca he entendido la obsesión por Marlon Brando. Y no tengo peor opinión del actor ahora que antes. Además, ya sabíamos que a María Schneider la habían engañado sobre lo que iba a simular. Pero Brando no se la clavó, como muchos creen al leer muy ambiguos artículos. Al menos ha pasado al leer muchos titulares. Otra cosa es que el nivel de tolerancia con cualquier tipo de agresión sexual sea hoy muy diferente a hace años. Y también que a uno le hacen más caso cuando cuenta según qué experiencias (alucinante lo de Tim Roth: ha confesado que su abuelo violó a su padre y lo violó a él). En Pamplona durante los últimos sanfermines no han violado más que antes, pero ahora se denuncia y persigue lo que antes no. Y ahora se reprocha lo que antes no. De ahí supongo que viene el nuevo escándalo por ‘El último tango en París’. Un coñazo de película, no lo olvidemos.
Claro que Brando y Bertolucci fueron unos hijos puta (el italiano ha dejado al Hitchcock de ‘Los pájaros’ en un remedo de Frank Capra). Claro que actuaron como una manada de dos. Claro que fue una agresión, ya lo contó la actriz en 2007. "Debería haber llamado a mi agente o hacer que mi abogado hubiera venido al set porque no puedes forzar a alguien a hacer algo que no está en el guión, pero en esa época no lo sabía. Marlon me dijo: ‘Maria, no te preocupes, es solo una película’, pero durante la escena, aunque lo que hacía Marlon no fuera real, yo lloraba de verdad. Me sentí humillada y, para ser honesta, un poco violada por Marlon y Bertolucci. Al menos sólo fue una toma". Además, Brando ni siquiera se preocupó por ella después de acabada la escenita. Gentuza.
Carmen Maura ha contado en entrevistas su estupor durante el rodaje de Pepi, Luci, Bom. Como era nueva, cuando Almodóvar pedía algún disparate pensaba que debían de ser cosas normales que hacían los actores. Y Alaska, que era muy jovencita, pensaba que debían de ser cosas que hacían los mayores. Y no decían ni mu. Me refiero sobre todo a la escena de la meada. No estoy equiparando una película con la otra, una escena con la otra, pero sí hay algo parecido en la reacción de la actriz francesa. En lo de no quejarse, en lo de dejarlo pasar aunque se sintiera "un poco violada". Y ella tenía razón, no como la chiflada de Kim Novak. Cuando se estrenó ‘The Artist’, pagó una página en Variety y publicó indignada: "Quiero denunciar una violación" (por haber utilizado, acreditada, la música de Bernard Herrmann para Vértigo).
Una vez entrevisté a María Schneider. Había quedado con ella antes de que empezara el acto al que iba, pero al cámara se le olvidó la cinta. La había hecho venir media hora antes y tuve que decirle lo que me pasaba (aunque tentada estuve, no se iba a enterar, de hacer la entrevista como si estuviéramos grabando de verdad y no pasar la vergüenza). Al final el cámara consiguió una cinta de un compañero e hicimos la entrevista. María había venido a Murcia a una proyección de ‘El último tango en París’. No había renegado.
Rosa Belmonte
El último tongo
La última vez que entrevisté a María Schneider había venido a Murcia a una proyección de ‘El último tango en París’. No había renegado.
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