Fue el 2 de noviembre de hace siete años cuando José Luis López Vázquez se fue de este mundo. Hacía tiempo que había optado por retirarse cuando ya las fuerzas no le respondían, la memoria le pasaba factura, le sobrevenía una grave enfermedad y mostraba evidentes señales de pérdida progresiva de visión. Contaba ochenta y siete años. Actor extraordinario, capaz de desarrollar una vis cómica genial, pero también insuperable si se le encomendaban papeles dramáticos como en El jardín de las delicias, de Carlos Saura o, sobre todo, su extraordinario trabajo en Mi querida señorita, del tándem José Luis Boráu-Jaime de Armiñán. Ganó prestigio y una sólida posición económica. Pero fue un hombre infeliz en su relación con las mujeres.
Arrastró toda su vida José Luis López Vázquez de la Torre una inevitable melancolía, pese a que la gente lo tuviera por un cómico habituado a muecas, jerigonzas y toda suerte de situaciones grotescas. La timidez natural, su introversión tenía un origen desconocido por sus millones de admiradores: era hijo de un funcionario del Ministerio de Justicia, Luis López, al que apenas conoció, pues éste no quiso saber nada ni de Margarita, la madre, ni del niño. Costurera y luego administrativa del Ministerio de la Guerra, ella se hizo cargo del bebé, pasando un sinfín de penurias. Ya mayor, José Luis nos contaba cómo fue de triste su infancia, sin apenas juguetes, lo mismo que en la adolescencia y primera juventud echó de menos a un padre al que apenas vio dos o tres veces, fugazmente. La educación que recibió fue exigua, pues no concluyó el tercer año de Bachillerato al tener que ponerse a trabajar como administrativo en un laboratorio dependiente del Parque Central de Farmacia Militar. Aficionado al teatro y al dibujo, acabaría realizando decorados escénicos hasta que, inopinadamente, fue invitado por Luis Escobar a debutar como actor en el teatro María Guerrero, a finales de los años 40. A partir de 1951 Bardem y Berlanga le encomendaron un papelito en su película Esa pareja feliz. Y ahí se inició su escalada hacia la popularidad.
Se casó en 1951 con la actriz Ana María Ventura. La pareja, al no disponer de suficientes recursos, convivía con la madre del actor en su casa del madrileño barrio de las Delicias. Fueron felices por poco tiempo. Nuera y suegra no se entendían, el matrimonio carecía de intimidad y las discusiones fueron frecuentes en la pareja. José Luis tuvo siempre un carácter difícil, complicado para relacionarse con las mujeres. El trabajo parecía ser siempre la obsesión de su vida. Y el dinero. En 1960 optaron por separarse. Dado que entonces no existía el divorcio, José Luis nos contaba, afligido, lo mal que lo pasó, al acusarle Ana María de adulterio. Y es lo que determinaba la legislación franquista a quien, casado, mantenía relaciones extramatrimoniales, no importando que marido y mujer no se aguantaran y estuvieran separados, o incluso viviendo en el mismo hogar. En el presente caso, Ana María Ventura se fue de aquel hogar en 1960. El año en el que José Luis rodó Plácido, uno de sus primeros éxitos en la pantalla.
Que es cuando comenzó su convivencia con la francesa Katty Magerus, que durante un tiempo ofició de relaciones públicas de un local muy frecuentado por los actores, Bocaccio. Katty y José Luis López Vázquez convivieron a lo largo de dieciocho años, tiempo en el que tuvieron dos hijos: José Luis, nacido en 1962, y Virginia, en 1965. Esta última recordaba cómo se conocieron sus progenitores: "Mi madre llegó a Madrid desde Francia buscando a su padre, al que no conocía. Y lo encontró, pero había formado una nueva familia. Con diecisiete años, mi madre vivió una situación terrible y, relacionándose con gentes de la farándula dio en conocer al que iba a ser mi padre, con el que se marchó a vivir a su casa de la calle de Canarias, donde seguía viviendo la madre de él, mi futura abuela. Cuando mi hermano y yo nacimos y fuimos creciendo, a mi padre lo veíamos poco pues estaba siempre trabajando. Hasta que nos dejó para irse con otra mujer".
Cuanto contaba la infortunada Virginia fue verdad y ocurrió en 1978, año en el que el actor estaba rodando en Barcelona La verdad del caso Savolta. Katty se quedó con los niños. La versión de José Luis, sin diferir de ese hecho, es que él sufrió un periodo de abatimiento, que trató de superar marchándose a la India y a Tailandia. Si nos atenemos a la versión de su hija, él apenas veía a sus hijos. Es muy posible que aquella separación brusca afectara mucho también a Virginia, quien falleció en Estados Unidos en 1994. Su hermano José Luis tuvo más relaciones con su padre, aun viviendo en la Ciudad Condal, donde trabaja como administrador de fincas, y se ocupó en Madrid de acompañarlo cuando la muerte del gran actor ya estaba cercana. Haciendo recuento de su existencia, López Vázquez terminaría admitiendo que su constante preocupación por su trabajo, cuando verdaderamente era uno de los actores más requerido por los productores, lo llevó a situar a su familia en segundo lugar.
La separación de José Luis, le afectara o no mucho, fue decidida por él y no por Katty Magerus y, como contaba su hija Virginia tuvo como continuación su rápido idilio con la periodista Flor Aguilar, que firmaba sus trabajos en el diario Ya, quien fue a hacerle una entrevista al actor en su acomodada vivienda de la madrileña plaza de San Juan de la Cruz. Actor y reportera simpatizaron en aquella ocasión y en poco tiempo decidieron vivir juntos, hasta regularizar el romance casándose civilmente. Cinco años más tarde serían padres de dos mellizas, Cayetana y Camino. Más de treinta años de diferencia separaban a José Luis de Flor. En aquel hogar no siempre reinó la armonía y la periodista, harta según confesó de las rarezas de su marido y su imposible carácter, optó por romper aquella unión, separándose después de un decenio de vida en común. "Todas mis mujeres me abandonan", confesaría López Vázquez.
Con sus hijas tuvo periodos de discusiones y diferencias, aunque él hizo frente a los gastos que le ocasionaban los estudios universitarios de las mellizas. Ambas cursaron Arquitectura, decoración y también se revelaron como entusiastas compositoras de canciones. Los últimos años de su vida López Vázquez pudo contar al menos con el cariño de Camino y Cayetana, en tanto su exmujer iba de televisión en televisión contando sus miserias: sin dinero, sin que sus hijas quisieran saber nada de ella, arruinada, no teniendo casa propia y contando detalles privados de su vida con José Luis, al que ponía de vuelta y media, lo que era la justificación del por qué aparecía en aquellos programas, a cambio de unos pocos miles de euros.
Tuvo López Vázquez después de su tercer fracaso amoroso un breve idilio con la actriz Cari Antón, que no debió dejarle huella alguna en su biografía sentimental. Con el nuevo siglo, el actor fue requerido para reponer en el madrileño teatro Muñoz Seca una función que había estrenado un decenio atrás: Cena para dos, de Santiago Moncada. En esta última ocasión la figura femenina era Carmen de la Maza, descendiente de una culta familia de escritores, periodistas y músicos como su padre, Regino, que había estrenado en 1940 el Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo. Mujer culta, de gran sensibilidad, Carmen Sáinz de la Maza (que prescindió para su carrera de la mitad de su apellido compuesto) había enviudado bastantes años atrás del director cinematográfico Agustín Navarro (Quince bajo la lona). De la dialéctica en el escenario, José Luis y Carmen pasaron a extender su admiración y amistad fuera de las tablas, formando una curiosa pareja de amantes: no vivían juntos pero se veían a diario y si estaban cada uno en su casa no hacían nada más que llamarse por teléfono cada dos por tres. López Vázquez manifestaba en las postrimerías de su vida que, por fin, había encontrado a la mujer que buscaba. Tarde, desde luego. Pues aquella relación sólo iba a durar cinco años, interrumpida por la muerte del genial actor. Quien hasta unos meses antes de su fallecimiento continuó desarrollando una gran actividad, dados ya sus años, nada habitual entre sus compañeros, la gran mayoría retirados.
Lo vimos en una serie de éxito en televisión, Los ladrones van a la oficina, en un capítulo de Cuéntame, otro de Hospital Central, uno más en Los Serrano, y en la película Luna de Avellaneda, protagonizada por Ricardo Darín, que le obligó a viajar a la Argentina. Le dieron el Premio Nacional de Teatro en 2003, y al año siguiente el Goya de Honor. En 2007 rodaría su despedida del cine, ¿Y tú quién eres?, emotivo filme dirigido por Antonio Mercero acerca de los enfermos de Alzhéimer, lo que poco después afectaría precisamente al realizador vasco, quien en su día había tenido a López Vázquez a sus órdenes, en aquel espléndido trabajo para televisión, con guión de José Luis Garci, La cabina. Y ya no quiso José Luis estirar más su prolongada filmografía, con más de doscientas películas en su haber.
Salía poco de casa, esperaba la llegada de Carmen, dictaba sus memorias a Luis Lorente, repasando una larga vida en la que, como queda expuesto, obtuvo merecidísimos reconocimientos profesionales, premios y lisonjas en una brillantísima carrera, aunque no le acompañase la felicidad en su vida amorosa.