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Rosa Belmonte

Y a mí qué me importa Ferrante

Según los datos económicos descubiertos, Elena Ferrante es Anita Raja, una traductora freelance que trabaja para Ediciones E/O.

Según los datos económicos descubiertos, Elena Ferrante es Anita Raja, una traductora freelance que trabaja para Ediciones E/O.
Portada del libro 'My brillant friend'

Me caen mal los cazadores de nazis. Los cazadores de escritores no delincuentes mucho más. Me refiero a lo de Elena Ferrante, claro. Para un misterio cultural que teníamos. Para una persona que huía del mundo literario narcisista, competitivo y malvado, que diría Milena Busquets. Y va ese Claudio Gatti, del Sole 24 Ore, y desvela la identidad de la autora de Dos amigas. El reportaje lo han publicado simultáneamente el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Mediapart y The New York Review of Books. Como Wikileaks, mira. O peor, como esa memez de los Papeles de Panamá. Porque lo de Ferrante también es cotilleo financiero.

Según los datos económicos descubiertos, Elena Ferrante es Anita Raja, una traductora freelance que trabaja para Ediciones E/O, la editorial italiana de Ferrante. Los pagos recibidos han aumentado un 150% en pocos años. En 2014, 3.087.314 euros (un 65% más que en 2013). En 2015, 7.615. 203 euros. También se ha contado que en 2000, después de la adaptación cinematográfica de su primer libro, se compró un piso de siete habitaciones cerca de Villa Torlonia en Roma. Y en 2001, una villa en la Toscana. Seguramente menos destartalada que la de Diane Lane en esa película que ponen todas las semanas en algún canal.

Para completar las piezas, Gatti también ha descubierto que el nombre de una tía muy querida de Raja era Lenú (el mismo que el de la protagonista de los libros). Y Nino (su gran amor) es como llaman a Domenico Starmone, el marido de Raja. Desde la editorial (al menos cuando escribo esto) dicen que Anita Raja es sólo una traductora de alemán. Ni traduciendo las obras completas de Mann, Goethe, Humboldt, Schiller, Hegel, Max, Speer y Hitler se gana eso. Pobre señora. Ella que había conseguido no tener que firmar libros. Descubrirla en lugar de descubrir a jefes de la mafia y gentuza en general ¿Eres rica? Pues ahora vas a ser famosa. Por mis huevos de investigador pata negra te voy a sacar de ese cómodo armario que te has construido. No tengo muy claro si a los lectores de Ferrante esto les interesa algo. Dice Gatti, defendiéndose, que la autobiografía de Ferrante (La Frantumaglia) estaba llena de mentiras. Demonios, si es una escritora con seudónimo, cómo no va a estar llena de mentiras. Gatti hasta se justifica con una cita de Calvino que la autora lleva a ese libro: "Pregúntame lo que quieras saber pero no te voy a decir la verdad, de eso puedes estar seguro". Dice Gatti que anunciando que iba a mentir estaba renunciando a su derecho a desaparecer detrás de sus libros. Amárrame los pavos. Y eso parece darle derecho a revelar no sólo su identidad sino sus propiedades inmobiliarias. Estamos hartos del periodismo de filtración y para una vez que sí es periodismo de investigación investiga lo que no debe.

Una de las novelas de Ferrante se titula 'Un mal nombre'. Yo de Anita Raja ahora pedía ser incluida en algo así como un programa de protección de testigos. Me cambiaba el nombre, la identidad y de casas. Anita Raja tampoco suena tan bien. Me cambiaba la cara como Raymond Massey en 'Arsénico por compasión'. Aunque fuera para parecerme a Boris Karloff.

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