Les ha faltado tiempo para hacer la película. Havana Moon: The Rolling Stones Live in Cuba es la dedicada al histórico concierto del grupo inglés en la isla. Lástima que nadie haga una sobre el concierto de Frank Sinatra en Madrid, del que el domingo se cumplieron 30 años. Era todavía tiempo de mecheros. Y se encendieron con muchas de las 23 canciones que interpretó. A las nueve en punto del 25 de septiembre de 1986, un jueves, la Orquesta Filarmónica de Londres empezó a tocar en el Santiago Bernabéu las notas de "Fly me to the moon". Es verdad que primero había aparecido sobre el escenario José Luis Uribarri para hacer una presentación, que hay que tener valor. A las diez y media, el cantante de Nueva Jersey, de 70 años, acabó con "My Way". Entonces, unos fuegos artificiales iluminaron el estadio mientras en el cielo se leía: "Gracias, España. Frank Sinatra". 30.000 privilegiadas personas tuvieron la suerte de disfrutar del primer concierto de Sinatra en España. Un concierto que debería estudiarse entre los desastres organizativos de la historia del entretenimiento.
Se pusieron a la venta 70.000 localidades. Carísimas. Si hubo 30.000 espectadores en el Bernabéu fue porque se rebajaron al final (hasta un 60%) y porque el cantante, que no soportaba los espacios vacíos, regaló 16.000 a empleados de Warner, policías y soldados. En algunos cuarteles se dio autorización para que los militares pudieran volver a la una. La rebaja por parte de la organización provocó protestas de El Corte Inglés y el Real Madrid, que no autorizó la venta en sus taquillas. "Queremos medio regalar las entradas pero no nos dejan", dijo el organizador. En la COPE (en el programa Protagonistas de Luis del Olmo) también se regalaron 1.500 entradas de 5.000 pesetas. Contaba ABC que eso provocó el caos circulatorio en Juan Bravo y Conde de Peñalver, calles cercanas a la emisora. Se había contratado al cantante por un millón de dólares. Se alojó en el Ritz y reservó media planta. Tuvo a su disposición siete Mercedes y un equipo de seguridad.
Xavier Cugat tenía claro que la culpa del fracaso económico (que no artístico, porque Sinatra estuvo celestial) fue del abogado del cantante. "Ha ido a embolsarse la comisión, que es de cien mil dólares, catorce millones de pesetas". Puso verdes a Marcos Rodríguez y Rosa de Santiago, los organizadores, cuya labor empresarial no tenía nada que ver con el mundo del espectáculo. "Sólo saben vender bragas y camisones", dijo el artista. El cabreo venía porque fue él quien tres años atrás había intentado la contratación pero el mánager del cantante lo traicionó y acabó en contacto con los de las bragas. Los problemas, en opinión del que había sido marido de Charo Baeza, se podían resumir en dos: haber revelado lo que cobraba Sinatra y los precios de las entradas. Él las habría puesto casi todas a 15.000 pesetas y unas cuantas a 1.000.
También hubo errores de cálculo al alquilar un espacio tan grande y caro. Además, el contrato se firmó 20 días antes del concierto, muchos no llegaron a creer que el concierto fuera a tener lugar, hubo fallos en la promoción y no se hizo un estudio sobre la aceptación del cantante. En la España de Felipe González y Almodóvar, la España antiReagan, Sinatra era considerado una antigualla. 30.000 personas tuvieron la suerte de ir al anticuario del Bernabéu. No va a ser esta historieta española más interesante que los Stones en La Habana.