Camilo Sesto, vaya esto por delante, ha sido uno de los mejores cantantes y compositores entre la década de los 70 y los 80. Después, fue viviendo de las rentas, en su doble sentido, artístico y económico. Pero aquellos veinte años lo consagraron como un extraordinario artista. Recordemos, si no, algunos de sus éxitos más sonados: "Algo de mí", "Amor, amar", "Algo más", "Vivir así es morir de amor", "El amor de mi vida", "Jamás", "¿Quieres ser mi amante?", "Perdóname", "La culpa ha sido mía"… Exceptuando a Juan Pardo, más prolífico como autor, no hallamos ningún otro cantautor melódico-pop que hiciera sombra a Camilo Sesto. Su modo de vida cambió a las puertas del nuevo siglo y desde entonces, con retiradas y reapariciones como hacen algunos toreros veteranos, se fue distanciando, recluido en su inmenso chalé de Torrelodones, a veintiocho kilómetros de Madrid, o en su otra casa de Los Ángeles, en Estados Unidos. Poco se ha sabido de él en los últimos tiempos, salvo alguna noticia relacionada con un robo en su vivienda, un juicio por incumplimiento de contrato… y poco más.
¿Qué le llevó a comportarse así, alejado de su público, de los periodistas y hasta de sus amigos, sin ninguna comparecencia en actos sociales y artísticos? Un misterio. Por eso nos ha llamado la atención saber que el día 16 de septiembre comparecerá ante los medios de comunicación en la sede madrileña de la SGAE, con ocasión de celebrar sus setenta años y de paso presentar un nuevo disco: "Camilo 70". ¿Qué contiene? Sesenta de sus mejores canciones, incluyendo algunas rarezas discográficas y versiones inéditas grabadas en directo en algunos de sus múltiples conciertos.
Pero, insistimos ¿qué ha sido del cantante en los últimos años? Que sepamos, la última vez que anunció su retirada, después de otras ocasiones en las que suspendió sus giras, fue en 2008. Para reaparecer dos años después en el Palacio de los Deportes de Madrid, donde grabó el que hasta la fecha era su más reciente álbum, Todo de mí. Su voz seguía siendo magnífica. Pasaron otras temporadas, ausente de los escenarios. Y en 2014 de nuevo volvió a ellos, sólo que en varios países hispanoamericanos. Para regresar a Torrelodones, y mantenerse casi casi como los antiguos misántropos. Alguien cercano que pudo verlo en este tiempo contó que se pasaba las horas muertas ante la pantalla de su ordenador. Lo único destacado en su vida personal es que se preocupó de la carrera musical de su hijo Camilo Michel, de treinta y dos años, con el que actuó alguna vez en público, pero en tierras americanas.
Aquí en España no nos consta que el joven haya desarrollado últimamente actividad musical alguna. Muchacho complicado, que en su adolescencia causó muchos problemas a su progenitor. Recordemos que es fruto de las relaciones de Camilo Sesto con quien fue su secretaria, la mexicana María Lourdes Ornelas Soto. La pareja nunca contrajo matrimonio. El cantante lo reconoció como "hijo no matrimonial", consintiendo que ostente su apellido, de modo que pasara a llamarse Camilo Michel Blanes Ornelas, pues con anterioridad únicamente llevaba los apellidos maternos. Camilo Sesto tardó diez meses en reconocer a su hijo, que vino al mundo el 24 de noviembre de 1983 en Santa María de la Ribera (México). La madre no quería separarse de su bebé. El padre lo trajo consigo a España. ¿Podría ser acusado entonces de secuestro? María Lourdes Ornelas demandó al que había sido su jefe. Luego llegaron al acuerdo –ignoro si hubo dinero por medio o alguna compensación económica para que ella no se sintiera perjudicada en ese sentido- de que el niño viviría con el padre, aunque ella pudiera verlo cuantas veces quisiera. Residiendo María Lourdes en México tales visitas fueron escasas. Insistió Camilo Sesto en que se ocuparía de la manutención y educación de su hijo, quien no obstante estuvo unos años al cuidado de unas hermanas del cantante, residentes en Alcoy, de donde como se sabe éste también procede.
Acerca de su vida amorosa se han difundido con el transcurso de los años muchos comentarios, donde se le tildaba de andrógino, y también de homosexual. O de bisexual, asimismo. Con el respeto que siempre preside nuestros escritos al respecto, y sin inmiscuirnos más de la cuenta en su intimidad, hemos de decir, primero, que Camilo Sesto siempre despertó pasiones entre las mujeres: adolescentes, jovencitas y, ¿por qué no? también las maduritas. Casi imberbe, guapo, de aniñado aspecto y aire desvalido, Camilo Blanes Cortés comenzó a cantar a mediados de los años 60, y como no ganaba lo suficiente como vocalista de Los Dayson y luego Los Botines, se ayudaba vendiendo pinturas suyas en el Rastro madrileño.
En esa época se enamoró de una cantante italiana, Laura Caselli, que se había radicado algún tiempo en Madrid, y vivieron un apasionado romance. No era desde luego ningún apaño publicitario. La popularidad de Camilo Sesto realmente comenzó unos años más tarde, a partir de su presentación en el Festival de la Canción del Atlántico en 1971. En esa época estaba de moda en Madrid un elegante bar llamado "Rosetta", adonde acudían personajes de moda, uno de ellos Camilo, en quien se fijó la dueña del local, Rosetta Arbex, hermana de Fernando, el de Los Brincos. Y ella "flipó" al conocer al alcoyano. Le confiaba a su amiga Mariví Dominguín: "Estoy loca por Camilo Sesto pero él no se da por enterado". Estaba claro, aunque él la correspondió, si no como ella deseaba, al menos con un bonito detalle convertido en canción: "¡Ay, ay, Rosetta!" Figuró mucho tiempo en el repertorio del atractivo intérprete. Quien frecuentaba el chalé de los Dominguín en la zona madrileña de Somosaguas, donde Lucía Bosé, ya separada del torero, estaba encantada de tener como invitado al resultón de Camilo. Pero, claro, éste tenía la edad de su hijo Miguel y nada nos hace pensar que la bellísima actriz pudiera enamorarse de Camilo. Cierto es que entre ambos hubo compenetración en seguida y Camilo puso música a un hermoso poema escrito por Lucía: "Amor, amar". Lo que sí sucedió también es que Camilo y Miguel simpatizaron pronto y aquel se convirtió en el productor de los dos primeros discos que sacó al mercado Bosé. Por cierto: pasaron inadvertidos para la crítica y el público. Si alguien los encuentra hoy en algún mercadillo, sepa que son muy cotizados entre los coleccionistas.
Ya convertido Camilo Sesto en una primera figura de la canción melódica, con su potente voz, su elegante estilo, y desde luego su repertorio propio, se reafirmó como toda una estrella del espectáculo al estrenar en las Navidades de 1975 la que puede considerarse primera ópera-rock dada a conocer en España: Jesucristo Superstar. Un bombazo. Y, a propósito: algunos energúmenos de extrema derecha, considerándose poco menos que herederos y jueces de la mayor esencia católica, trató de boicotear varias veces, de manera amenazadora y por supuesto estúpida, aquel sensacional espectáculo. Donde dio una oportunidad de oro a la dominicana Ángela Carrasco. No hubo "flirt" entre ambos, por mucho que Ángela admirara a Camilo: estaba casada y así continúa felizmente. Pero quien sí se prendó del ídolo fue una guapísima actriz-cantante, que formaría parte de los coros de Camilo Sesto. Hija del que había sido un todopoderoso productor cinematográfico, Samuel Bronston, la norteamericana Andrea compartió algo más que escenario cerca de su gran amor. Se habían conocido en el chalé de Miguel Bosé. Me consta que Andrea vivió una pasión con Camilo y esa relación duró nada menos que nueve años. "Siempre fue muy posesivo conmigo", me confesó una vez, en 1994, la encantadora Andrea, cuando ya él había cortado el prolongado romance. Nunca Camilo quiso públicamente reconocer ese idilio. Que existió, estoy completamente seguro.
Luego, entonces ¿en qué quedan esas habladurías sobre la sexualidad de Camilo Sesto? Contado todo lo anterior del artículo nada invalida esos amores con mujeres, con otros de distinta naturaleza. Lo cierto es que desde entonces no se le conoció ninguna otra amistad femenina que tuviera connotaciones íntimas. Y si las ha tenido de ésa u otra condición, pertenecen al secreto de Camilo. Del que imagino sabrá la mayoría por qué eligió tal apellido artístico. Primero se anunciaba Sexto, con equis, en razón de ser ese número entre sus hermanos. Así, firmó contrato con su primera casa de discos. Pero al irse a otra, ya no le fue permitido seguir llamándose igual, y recurrió al truco de cambiar la equis por ese líquida.
Únicamente nos queda agregar que Camilo Sesto, dejando a un lado sus excentricidades de los últimos años, sus operaciones faciales, sus trasplantes de cabellos, siempre se comportó de manera sincera, sencilla y afable con los periodistas. Educado, respetuoso, sin alzar la voz –esa voz tan potente en el escenario- siempre nos pareció un tipo encantador. Así es que me uno a la celebración de su setenta aniversario con los mejores deseos.