Siempre me han fascinado los gemelos Igor y Grichka Bogdanov. En la televisión francesa se hicieron famosos como divulgadores científicos en ‘Temps X’ y ‘Rayons X’. Aunque los que sabían los consideraba vulgarizadores científicos. Con el tiempo fueron todavía más famosos por sus operaciones de cirugía plástica, sus implantes y sus atracones de Bótox. Igor es licenciando en Física Teórica y Grichka en Matemáticas. Entre 2001 y 2002 publicaron una serie de artículos sobre Física Teórica que fueron acusado de ilógicos e incoherentes. El premio Nobel Georges Charpak consideraba a estos señores "inexistentes para la ciencia". Jacques Distler, físico especialista en teoría de cuerdas, dijo que sus artículos eran "una jerga técnica de varios campos de la física matemática, la teoría de cuerdas y la gravedad cuántica dispuesta en frases sintácticamente correctas pero semánticamente sin sentido". De todas maneras, no parece que personas que se dejan las caras así voluntariamente puedan ser científicos. Ni siquiera científicos locos.
No dicen su edad pero se les estiman unos 65 años. Igor está casado con Amélie de Borbón Parma, que parece una persona normal. Aunque no será muy normal cuando tiene ese marido. Es que hay que verle la cara a estos pollos. Da la impresión de que hayan sido atacados por abejas radiactivas. El rostro achinado, como el del Jocelyn Wildenstein, esa mujer deformada por la chifladura de querer parecer más tonta. Y los labios… Los labios son indescriptibles porque ni siquiera encuentro ningún tipo de salchichas con las que compararlos.
Me he acordado de los gemelos Bogdanov al ver a María Teresa Fernández de la Vega en el Magazine de La Vanguardia. "Teresa Fernández de Vega en África es Mama María", se titula el reportaje (en letra gorda, Mama María). Ya saben que la que fue vicepresidenta del Gobierno con Zapatero preside Mujeres por África, fundación que levantó en 2012 y se sostiene con donaciones privadas. Fue precisamente en la inauguración de la Fundación Mujeres por África ese mismo año donde se vio el extraordinario cambio físico de María Teresa Fernández de la Vega. En ese momento nadie le importó un bledo la fundación. Sólo importaba qué se había hecho, quién se lo había hecho y cuánto le había costado. Ella dijo que había engordado siete kilos y esa era la razón de su nueva apariencia. Y que el perro se comió sus deberes.
Las fotos del Magazine de La Vanguardia son preciosas (las ha hecho Lupe de la Vallina en Tanzania). En una se ve a la ex vice con dos diseñadoras y unas modelos que lucen piezas creadas por ellas y cosidas por mujeres masái. En lugar de María Teresa Fernández de la Vogue parece María Teresa Fernández de la Ebony. Pero hay otra foto en la isla Ukerewe visitando el proyecto Green Voices, que fomenta los cultivos sostenibles, donde se ríe mucho. Donde está irreconocible. Esa es la foto que me recuerda a los Bogdanov (lo curioso es que también se parece ahí a Mila Ximénez). Pero como sólo es esa imagen la que da miedo quizá no sea nada. Quizá no se haya vuelto loca con los retoques y siga con lo suyo, que es ayudar a las mujeres africanas. A Leni Riefenstahl nunca se le ocurrió, ella fue a fotografiar tiarrones después de ver la foto tomada por George Rodger del guerrero nuba llevando sobre los hombres a otro.