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La discreta vida sentimental de Luis Tosar

El actor acaba de rodar 1898. Los últimos de Filipinas.

El actor acaba de rodar 1898. Los últimos de Filipinas.
Luis Tosar y María Luisa Mayol | Cordon Press

Es Luis Tosar uno de los más acreditados actores de nuestro cine, en el que ha impuesto su personalidad ruda, la de un tipo de apariencia áspera al que por ese aspecto físico le llegan a menudo propuestas de personajes clasificados como villanos. Bien cierto es que ha interpretado a otros distintos, facultad siempre de un buen cómico, pero en la mente del público ha quedado ya impresa esa imagen del "Malamadre" de la premiadísima Celda 211. Y desde luego, más atrás, un par de sensacionales trabajos donde mostraba otras aristas: Los lunes al sol y Te doy mis ojos. El gran actor gallego, natural de Lugo donde nació hace 44 años años, es hombre de vida discreta, que no suele aparecer en las publicaciones rosas. Pero qué duda cabe, despierta interés en las mujeres, quizás porque su estampa no es la habitual de los galanes guapos y atildados. Su atractivo tiene otros componentes para ellas.

Fue en 2003 cuando se relacionó sentimentalmente con una guapa actriz, también directora teatral: Marta Etura. Se habían enamorado durante el rodaje en Santiago de Compostela de la película Trece campanadas. Luis Tosar, algo tímido o al menos nada proclive a dar tres cuartos al pregonero sobre sus sentimientos, no pudo evitar en el transcurso de aquella filmación que sus compañeros se percataran en seguida de que se había enamorado de Marta. Y él sólo acertaba al principio a decir que sí, que era una chica muy mona. El caso es que su romance acabó en una relación estable durante nueve años. En el mundillo del cine era una pareja muy enamorada que, a pesar de la renuncia del actor a posar ante las cámaras de los reporteros, aceptaba ir del brazo de Marta en algunos acontecimientos profesionales, como la Gala de los Goya. No siendo ninguno de los dos proclive a pasar por la vicaría o el juzgado convivieron durante ese prolongado periodo, aguantando las preguntas de los de siempre acerca de cuándo se casarían.

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Luis Tosar y Marta Etura

Pero, no, no llegó ese día. Porque en 2012 cada uno se fue por su lado; ella, por cierto, reanudó una antigua amistad con un joven actor al que había dirigido en una obra teatral, llamado Gonzalo de Santiago, en tanto de Luis Tosar nada supimos sobre su parcela privada, de la que tan celoso fue siempre y continúa siendo. Hasta que se supo que habíase enamorado de nuevo, de otra actriz, la chilena María Luisa Mayol, a la que en su país, donde es muy admirada y querida, llaman familiarmente Malú. Se conocieron rodando un videoclip que, curiosamente dirigía Boris Quercia, hasta entonces y desde hacía un decenio, compañero sentimental de aquella.

Debió suceder, quizás, que Malú ya no se entendía con Boris. O puede que influyera más la mirada potente del gallego lucense, fija en los bellos ojos de María Luisa. El caso es que hubo flechazo. Eso ocurría en 2013. Y a poco de sus primeros contactos se convirtieron en pareja. Ella, que como decimos tiene un buen historial como actriz en su país, quería también darse a conocer en España. Y en Madrid fijaron su residencia. Más extrovertida que él, Malú, estando embarazada, fue quien en las redes sociales comunicó a sus amigos que había sido mamá de un niño, acontecimiento que acaeció en septiembre último. Ni qué decir que a Luis le hizo muy feliz ser papá, aunque lo que no ha estado dispuesto es a posar con el bebé. Tampoco ha cambiado de actitud para hablar de su vida familiar. No es amigo de fiestas sociales y lo único que acepta de antemano es que, si se compromete a ir a una entrega de premios o un estreno, puedan fotografiarlo con su compañera. De boda ni él ni ella han dicho nada sobre el particular, pero se les ve muy unidos.

La filmografía de Luis Tosar es intensa, brillante, pues iniciada en 1998 con Atilano presidente alcanza hoy cincuenta y siete títulos; entre los últimos, Desconocido y Toro. En sus inicios, parece que no soñaba convertirse en una figura del cine nacional y muy apegado a su tierra estaba muy a gusto en 1999 rodando la serie para la televisión gallega Mareas vivas, donde se convirtió en el actor más popular de aquellos lares. Lo que desconocimos un tiempo fue su faceta musical pues entre capítulo y capítulo o papelitos en sus primeros filmes, Luis Tosar daba rienda suelta a su otra afición, la de cantar con un quinteto del que es el líder, quien canta, toca la armónica y también la guitarra acústica. El conjunto se llama Di Elas, raro apelativo para quien desconozca que en gallego significa The Ellas. Y aún así no deja de sorprender, pues sólo me parece que hay una fémina en el grupo. Decidieron darse a conocer así por el hecho de que su repertorio se componía siempre de versiones de éxitos de cantantes femeninas, aunque más adelante también incluyeron otras de varones. Aunque a primera vista Luis Tosar nos dé la impresión de que tiene malas pulgas, resulta que posee su vena cómica, y así con dos de sus colegas del quinteto musical –chico y chica- creó un trío humorístico llamado The Magical Brothers. Nos preguntamos cómo ahora que empalma película tras película puede dar rienda suelta a esas dos facetas, la musical y la de los scketchs cómicos. Tendrá problemas de agenda, seguro.

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Sin ir muy lejos, el pasado jueves 7 de julio concluyó en Canarias su última película, 1998. Los últimos de Filipinas, que se ha rodado en dos islas, en Tenerife y en Gran Canaria, además de Guinea Ecuatorial. Dirigida por Salvador Calvo, se trata de rememorar la gesta de un grupo de militares españoles que soportaron un duro asedio de casi un año en el sitio de Baler, isla de Luzón, por parte de unos insurrectos filipinos. Lo sorprendente es que aquella hazaña de nuestros compatriotas, enfermos, sin alimentos ni medicinas, fue inútil e incomprensible porque a poco de que comenzara aquel asedio se había firmado el Tratado de París, en virtud del cual España cedía a Estados Unidos la soberanía de Filipinas, tras una guerra en la que salimos malparados, en un año histórico en el que perdimos nuestras posesiones de Ultramar.

Ya se rodó una cinta en 1945, dirigida por Antonio Román, que titulada Los últimos de Filipinas constituyó en la época un episodio destinado a enaltecer el heroísmo de los soldados españoles. Un reparto compuesto por actores de primera fila entonces, José Nieto, Armando Calvo, Guillermo Marín y los principiantes Fernando Rey y Tony Leblanc integraban los principales papeles. La banda sonora tenía una preciosa canción, con letra de Enrique Llovet, y música del maestro Halpern, Yo te diré, que interpretaba supuestamente la actriz Nani Fernández, en el papel de una bella tagala. Esta nueva versión no es un remake en sí.

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En opinión del director de 1898. Los últimos de Filipinas no es una película bélica para engrandecer las glorias de España sino que parte de un guión que expresa el sinsentido de las guerras y la fatalidad de que unos soldados se pasaran cerca de un año luchando sin saber que la guerra ya había concluido; una tropa que fue abandonada a su suerte, cuando luego se supo que en el Tratado de París España obtuvo como compensación de los Estados Unidos veinte millones de dólares. La investigación del inolvidable periodista ya desaparecido Manuel Leguineche vertida en su libro “Yo te diré… La verdadera historia de los últimos de Filipinas” ha sido un eficaz documento en el que se han basado para urdir el guión de esta nueva realización. En la que Luis Tosar encarna el personaje del teniente Saturnino Martín Cerezo, el héroe de Baler, que sustituyó al capitán Enrique de las Morenas en el mando cuando éste cayó muerto. Por cierto: la reconstrucción de la iglesia de Baler se ha recreado, en esta película producida por Enrique Cerezo, en el municipio grancanario de Santa Lucía de Tirajana, con la mayor precisión.

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