Uno de los cuatro hijos de César Cadaval, componente del dúo humorístico Los Morancos, es novillero y se presentará con caballos el próximo 26 de mayo en la Maestranza sevillana. Serio compromiso para un joven que veinte días cumplirá veintidós años, de los que lleva cuatro preparándose para una profesión tan dura y difícil. Nada más terminar el Bachillerato, Alfonso Cadaval, en vísperas de examinarse de Selectividad, le dijo muy seriamente a su progenitor que deseaba ser torero. El menor de la pareja de humoristas se quedó un tanto perplejo pero comprendió que no debía oponerse a la vocación de su hijo; al fin y al cabo, él tampoco emprendió una profesión cualquiera, sino la que le gustaba: hacer reír al público.
Alfonso tiene algo de su padre en ese sentido, pues entre sus amigos siempre ha destacado por su afición a contar chistes y a bromear. Sólo que ahora, en los ruedos, deja las chirigotas para cuando termina el festejo. Debutó como becerrista en un festival en Cazalla de la Sierra, en marzo de 2012. Desde entonces no ha hecho nada más que pensar "en el toro". El pasado 5 de marzo debutó con picadores en la feria de Olivenza, cortando una oreja. Tiene, entre sus pertenencias, unos regalos especiales que le hicieron dos amigos de su padre: Enrique Ponce, que se desprendió de uno de sus vestidos de torear, y José María Manzanares, un juego de estoques.
Alfonso Cadaval, para no defraudar a su progenitor, decidió también matricularse en primer curso de Ciencias de la Información, en el otoño de 2014. Sólo conocemos dos casos de toreros que terminaran ejerciendo el periodismo. El más conocido, Juan Posada, quien retirado a mitad de los años 50 por una grave cogida tras triunfar como matador de toros, acabó terminando la carrera en la Facultad de la Universidad Complutense, ejerciendo de crítico taurino en diversos medios de información. Asimismo el novillero José Luis Ramón, de la Escuela Taurina de Madrid, donde coincidió con Joselito, dejó el vestido de luces y en la actualidad dirige el semanario 6 Toros 6. Esperemos que Alfonso Cadaval alcance sus sueños taurinos, sin que ello pueda impedirle en el futuro ser colega nuestro. Nosotros no podemos imitarle, a la inversa, por mucho que nos consideremos buenos aficionados.
Mucho lo es también César Cadaval, quien sin abandonar sus compromisos artísticos fue hace unas temporadas apoderado del último diestro catalán relevante, Serafín Marín. Pero tuvo que volver a lo suyo, a divertirnos con sus paródicas actuaciones con su hermano Jorge, con quien lleva actuando desde 1984, en principio anunciados como Los Morancos de Triana, y luego despojando el nombre artístico del barrio sevillano en el que vinieron al mundo. En Triana, y más concretamente en El Tardón, popular barriada donde también nació Isabel Pantoja. Habitada por gentes de condición modesta.
Componentes de una familia de seis hermanos, que vivieron su infancia y adolescencia en un piso de medio centenar de metros cuadrados, Jorge y César Cadaval, Los Morancos se dieron a conocer en Televisión Española como figurantes en un programa de Un, dos, tres…. Su vinculación hasta entonces con el mundo del espectáculo sólo podían establecerla por su padre, que fue algún tiempo representante de Antonio Machín, un gran artista cubano, estrella del bolero. Unos meses después en el espacio fin de año ¡Viva 85!, estrenaron una parodia flamenca. En años posteriores, aun con altibajos en su carrera, lograron imponer sus personajes de corte andaluz, sus "Omaítas", "scketchs" donde su gracia sevillana los ha convertido en cómicos muy populares en toda España.
Buen dinerito han ganado en estos treinta años de profesionales del humor, que han invertido en negocios muy diversificados, que es lo que suelen aconsejar en los Bancos a los que quieren "mover" sus millones. Los Morancos son propietarios de varias explotaciones agrícola- ganaderas, de varios salones de juegos recreativos y de un bar y un chiringuito de playa. Residen en Mairena del Aljarafe, a pocos kilómetros de Sevilla, donde tienen la sede de sus empresas. El primogénito, Jorge, que es el más disparatado de los dos a la hora de montar sus números, tiene cincuenta y cinco años y está casado con un señor, no sé si inglés o americano, que responde al nombre de Ken Appledom, con el que se siente muy feliz. Tres años menos tiene César, quien a su condición de humorista hay que agregar la de letrista de canciones. Es coautor, por ejemplo, de las conocidas sevillanas "Sevilla tiene un color especial", que firmó junto al cantautor Rafael Romero Sanjuán. Lo es asimismo de "Roja pasión española", uno de los himnos de la selección española de fútbol. Está casado con Patricia Rodríguez, con la que ya decíamos al principio tiene cuatro hijos. Alfonso Cadaval considera que debe a su padre y a su tío ser conocido por su apellido, pero que si eso le ha abierto algunas puertas, la del toril, ante un novillo de tres o cuatro años, es bien diferente. Depende ya de él solo.