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Miguel Poveda, padre feliz de un niño nacido de un vientre de alquiler

El cantaor viajó a Estados Unidos hace ya un año para recurrir a la gestación subrogada.

El cantaor viajó a Estados Unidos hace ya un año para recurrir a la gestación subrogada.
Miguel Poveda con su pequeño Ángel | Gtres

El cantaor Miguel Poveda vive este 2016 en una nube de felicidad por varias razones. En el plano profesional, al haber festejado sus bodas de plata musicales; en el afectivo, porque ha sido reconocido en fechas recientes con el título de "hijo adoptivo de Badalona"; pero lo que más siente dentro de su corazón ahora mismo es sentirse dichoso al abrazar a su hijo Ángel, que vino al mundo hace un año en una clínica de Estados Unidos mediante el procedimiento conocido científicamente como gestación subrogada. Es decir, nacido de un vientre de alquiler, lo que, por ahora, la legislación española no aprueba.

A esta posibilidad de ser padres se apuntan muchas familias cuyas madres no han podido alumbrar un bebé; y asimismo parejas de homosexuales y lesbianas que, tras seguir unas determinadas pautas, logran esa paternidad deseada. Recordemos que Ricky Martin, primero y después Miguel Bosé fueron padres gracias a ese método. Miguel Poveda, enterado de ello, fue muy valiente al reconocer públicamente su condición sexual, cuando contaba ya cuarenta años y trataba de tener un bebé. "Es un hijo deseado", dice ahora, exultante.

Pero hasta que pudo alcanzar su sueño, transcurrieron bastantes meses, una vez que se puso en contacto con una agencia encargada de las oportunas tramitaciones oficiales. El paso siguiente consistió en trasladarse a California, en Estados Unidos, donde hubo de someterse a exhaustivos exámenes psicológicos y médicos de todo tipo; a entrevistas sobre sus hábitos de vida, su situación económica y otros condicionantes. Hasta llegar a uno de los pasos esenciales: la búsqueda de la ovulante, la mujer que llevaría en su vientre el hijo del cantante.

Todo esto, que en otro tiempo hubiera parecido de ciencia-ficción, hoy es posible legalmente en unos pocos países y Norteamérica encabeza esa lista. Pero ¿quién puede acceder a ello? Porque cuantos logran sus propósitos no suelen comentar los gastos que ello les ocasiona, aunque las autoridades procuran eludir en cierto modo lo que a cualquiera que nos lea les resultará lógico: que la mujer que se presta a ello ha de percibir a cambio una compensación económica indeterminada.

No es, por supuesto, nada que ver con tráficos de bebé, como desgraciadamente sucediera antaño. Todo es legal… pero hay que atender unos requisitos, entre ellos el fuerte desembolso, por lo común del padre o la pareja favorecida con el niño. Afortunadamente en ese aspecto Miguel Poveda no tiene problemas. Disfruta de una bien ganada posición desde que se convirtiera en una prestigiosa y popular figura del cante flamenco y la copla.

Precisamente, como apuntábamos al principio, ha cumplido veinticinco años en los escenarios, efeméride que ha coincidido con el estreno de un documental biográfico, de título algo cabalístico y poco común entre los artistas, por aquello de la superstición: 13. Miguel Poveda. Un recorrido por el devenir profesional de este catalán, Miguel Ángel Poveda León, nacido en Barcelona en febrero de 1973 en el seno de una familia humilde que había emigrado en busca de trabajo. El padre, oriundo de una pedanía murciana cercana a Lorca, y la madre, manchega de Puertollano. De tanto escuchar coplas andaluzas a través de la radio y en los discos que tenía su madre, a Miguel Poveda le sobrevino una irrefrenable pasión por el cante.

En un principio, jovencito, iba a un karaoke cercano a su casa familiar de Badalona donde lo mismo hacía play-backs del dúo Pimpinela que de Georgie Dann. Ya luego se procuró visitar algunas peñas flamencas sitas en la Ciudad Condal, donde poco a poco fue dejando huella de su afición, hasta desembocar en su participación en el importante Festival de Las Minas, en La Unión, la tierra de su progenitor, donde en 1993 fue premiado con la Lámpara Minera. Eso ya le acreditó en adelante su presencia en otros certámenes flamencos.

Inquieto, buscando dentro de su arte otros caminos, llegó con el nuevo siglo a popularizar sus versiones de coplas clásicas de Quintero, León y Quiroga, lo mismo que también las hizo de tangos, baladas y últimamente de poemas musicados por él de García Lorca, Miguel Hernández, Alberti y otros autores contemporáneos. Por esa versatilidad, nos enteramos de que sus próximas actuaciones responden a títulos diferenciados. As: "Recital de cante", "Miguel Poveda, íntimo" y "Sonetos y poemas para la libertad", que responden a la naturaleza de sus contenidos, a ese repertorio variado que cultiva. Aunque por encima de todo él se considera un cantaor puro de flamenco, definición que choca contra algunas críticas de sectores muy rígidos con el concepto del cante jondo. Lo que hace Miguel Poveda no es ni más ni menos, por ejemplo, que lo que hizo siempre Juanito Valderrama, quien sin renunciar a su condición flamenca en toda regla, sabía ser un cancionero de lujo, faceta la última que le reportaba mucha popularidad… y "parneses", que dicen los calés.

Ya decíamos que semanas atrás le tributaron un homenaje, otorgándole el título de "hijo adoptivo de Badalona", donde vivió su infancia, adolescencia y primera juventud, aunque viniera al mundo en la capital barcelonesa. Joan Manuel Serrat, que estuvo presente, lo considera "un referente joven del flamenco contemporáneo". Y estando allí, el Noi hubo de cantar para los muchos asistentes su pasodoble "¡Qué bonita es Badalona!". Miguel Poveda se vio desbordado por la emoción, recordando que "provengo de una familia humilde y trabajadora". No le importa que haya sectores que le echen en cara su homosexualidad: "En el flamenco siempre han existido gays desde que el mundo es mundo". Y, discreto, sin hacer de ello motivo de escándalo para nadie, se acaricia una de sus muñecas, donde se ha hecho tatuar el nombre de su niño. Con él vive en Sevilla, con los cuidados que un bebé requiere, aunque el cantaor no aporte más datos sobre su intimidad, digna de todos nuestros respetos.

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