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La trágica muerte de Joaquín Luqui al caerse por una escalera

Se cumplen 11 años de la desaparición de Joaquín Luqui, el más popular comentarista de la radio musical pop.

Joaquín Luqui | Los 40

Fue en la madrugada del lunes 28 de marzo de 2005 cuando falleció Joaquín Luqui, el más popular de los locutores musicales, a consecuencia de una hemorragia cerebral sufrida tras caerse días atrás por una escalera del piso de una amiga a la que había acudido a visitar. Se daba la circunstancia penosa de que aún convalecía de una intervención quirúrgica reciente, aparte de sufrir una serie de cardiopatías. Todo ello aceleró su muerte, tras permanecer diez días ingresado en el Hospital Clínico de Madrid en estado de coma.

Destacó con su pasión por la radio musical, en la que se le consideró el más popular de los comentaristas. Lucía una gran cabellera, ya cenicienta con el paso de los años, de los cincuenta y siete que vivió. Joaquín Luqui Iribarren había nacido en Caparroso (Navarra) el 22 de febrero de 1948. Toda su labor periodística se centró fundamentalmente en la música, estrenándose con una sección en El Pensamiento Navarro. Colaboró estrechamente con un semanario vanguardista del pop nacional, Disco-Express, que se editaba en la capital pamplonica, al tiempo que se curtía ante los micrófonos de Radio Requeté, desde donde saltó a la emisora central en Madrid de la cadena Ser el año 1969, simultaneando sus trabajos con sus colaboraciones en la revista El Gran Musical.

Hacía tres años que se emitía un programa de gran audiencia dirigido a una parroquia juvenil, Los 40 principales, que aludía a cuatro decenas de títulos de las canciones más escuchadas, semana tras semana, que votaban los propios radioyentes. Joaquín Luqui se convirtió pronto en el perfecto comunicador para su clientela, con su singular verbo, una voz algo quebrada; sabía transmitir la emoción precisa, canción por canción. Él fue uno de los disc-jockeys pioneros de finales de aquella prodigiosa década, y continuó hasta pocos días antes de su muerte insuflando en sus programas un cariño permanente ante sus fans, en aquella llamada "radio fórmula", los espacios que mediante la FM competía con los de la onda media.

La FM estaba entonces prevista prácticamente para emitir música y Joaquín Luqui se convirtió en una especie de pope al que sus fieles oyentes –muchos miles en toda España- le guardaban atención y respeto, en la creencia general de que decía la verdad, que sus juicios sobre cada novedad musical no eran gratuitos. Podía repetirse, con un lenguaje específico y particular, mas trataba de huir de los adjetivos huecos, sobados y archisabidos. Una de sus muletillas más habituales era aquella de "tres, dos o uno, porque tú y yo lo sabíamos". Alusión a los temas que se aupaban a los primeros lugares de Los 40 principales. Hizo por supuesto otros programas, coqueteó con espacios televisivos, pero el mencionado fue el que marcó toda una época en el pop musical español de los 70.

Más que informador, comentarista o locutor, yo creo que en el fondo Joaquín Luqui se creyó siempre un fan, un admirador de las más grandes figuras del pop, aunque por su generosidad prestara también atención a trabajos de artistas de otros géneros. No disimulaba su seguimiento a unos Beatles que ya empezaban a dar señales de querer separarse. Por su cuenta y riesgo se desplazaba a sus conciertos, preferentemente a Londres, logrando llegar hasta ellos. Con los que más éxito tuvo en esa aproximación periodística fue con Ringo Starr y con Paul McCartney, al que llamó "el Mozart de nuestro tiempo", quien le confesó haber estado una vez a las puertas del suicidio. Su entusiasmo sin límites hacia los cuatro músicos de Liverpool lo llevó a publicar en 1977 un ameno, interesante libro, Los Beatles que amo, donde hacía alarde de sus conocimientos comentando toda la discografía hasta entonces del grupo.

Ello no le impediría sentirse asimismo atraído por las canciones de sus competidores, los Rolling Stones, a los que a su vez siguió en directo cuando su tiempo y economía se lo permitieron. En la visita de los creadores de "Satisfaction" el 11 de julio de 1976 a Madrid para dar un concierto en el estadio Vicente Calderón, Joaquín Luqui se las compuso para sortear toda clase de impedimentos, gorilas como armarios de por medio, y plantarse cara a cara ante el mismísimo Mick Jagger. ¿Cómo lo hizo? Le dio dos mil pesetas a un camarero, éste le dejó su chaquetilla y nuestro buen amigo y colega logró disfrutar un cuarto de hora cerca de Sus Satánicas Majestades, pudiendo escuchar de labios de su líder que no habían venido antes a actuar a España porque eran antifranquistas. ¡Toma, castañas! (Y ahora no han tenido rubor alguno en cantar en la Cuba dictatorial castrista).

Siguiendo con Luqui: el 7 de julio de 1982, con motivo de otra visita de los Stones, pudo entrevistar ampliamente para la cadena Ser a Mick Jagger y de paso complacer a Pedro J. Ramírez transcribiendo el encuentro, que le reportó cuatro páginas en Diario 16. Otros muchos encuentros profesionales con las estrellas más importantes del pop nacional y mundial jalonaron los treinta años largos de carrera periodística musical de este recordado amigo. Quien no vio por cierto reconocido su trabajo nunca en el aspecto pecuniario. No es sólo que no percibiera lo que por su personalidad merecía: es que era desprendido y no daba apenas importancia al dinero. Buscaba en sus bolsillos y los tenía revueltos de papeles, facturas y algunos billetes o monedas. No hablaba tampoco un inglés fluido, pero se defendía en sus entrevistas y presentaciones "dando bien el pego". La amistad era para él un tesoro, que practicaba con el primero que se le acercara.

Cuento como leve anécdota que, cuando nos conocimos, me dedicó una serie de inmerecidos elogios. Ese era Joaquín Luqui en la distancia corta. Con la bondad por bandera, repetimos. Iba a misa, si podía, casi a diario. No creo tuviera enemigos, lo cual ya es mérito transitando por el mundo del espectáculo. Razón de que lo recordemos con cariño cuando se acaban de cumplir once años desde que nos dejó.

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