Bertín Osborne y Arévalo, unidos por el éxito y la desgracia
Viejos amigos, hermanados tanto en el éxito como en la desgracia. Ambos estarán juntos en la nueva entrevista del programa de Bertín.
Cantante y humorista comparecen juntos en el programa En la tuya o en la mía. En la que tiene en propiedad Arévalo en la localidad valenciana de Catarroja. Son viejos amigos, unidos ahora por el éxito de la comedia que representan; pero también hermanados en la desgracia. La cara y cruz de dos artistas que hacen felices al público y llevan por dentro la pena negra de su infortunio familiar.
Fue a Bertín Osborne a quien se le ocurrió en 2011 representar una pieza escénica, Dos mellizos que, bien acogida por el respetable en toda España, se ha conocido asimismo en las carteleras por los títulos de Más mellizos que nunca, Dos caraduras en crisis y últimamente Por amor al arte. La idea argumental partió de la película Los gemelos golpean dos veces, protagonizada por Arnold Schwazenagger y Danny de Vito. Contando con que en ambos casos existía un evidente contraste físico. No sé los centímetros de diferencia entre los dos; sí que el cantante y presentador mide casi dos metros y el cómico a su lado le llega un poco más alto que al ombligo. La pieza en cuestión les permite improvisar continuamente, introduciendo lo que en el argot teatral se conocen como "morcillas"; es decir, frases, situaciones que no están previstas en un libreto. Y como además los dos poseen un surtido extenso de chistes y cuchufletas, lo adaptan a cuestiones de actualidad.
Los espectadores, con sus carcajadas, acogen con ovaciones el ingenio de Bertín Osborne y Arévalo, representando su disparatado papel de mellizos. Encontrándose el pasado mes de diciembre en Ciudad Real, con el taquillaje vendido –hay espabilados reventas que están "haciendo su agosto" con ellos- , Paco, que es como familiarmente es llamado el cómico, de nombre Francisco Rodríguez, recibió una triste noticia: su mujer, Elena, con la que llevaba casado cincuenta años, acababa de fallecer en su casa de Valencia, enferma de cáncer desde hacía cinco años. Aunque su salud estaba ya muy resquebrajada y permanecía en cama sin poderse siquiera aposentar en una silla de ruedas, perdida el habla, Arévalo no podía imaginarse ese final de la mujer que había conocido de chiquillo, su amor de toda la vida.
Con diecisiete años, él, se hicieron novios y al año siguiente celebraron la boda. Fue enterrada en ese funesto 12 de diciembre de 2015 en la intimidad. Y entre los pocos deudos que asistieron al sepelio se encontraba, como no podía ser de otra manera, su amigo Bertín, acompañado de Fabiola, su esposa. Por supuesto suspendieron la gala manchega, otra que tenían inmediatamente en Salamanca y esperaron unas fechas hasta que Arévalo pudo hacer de tripas corazón y aún con el dolor a cuestas, tuvo que volver a contar chascarrillos, a reírse él mismo junto a su "mellizo" Bertín Osborne. El espectáculo ha de continuar, reza un antiguo aforismo entre las gentes del mundo del espectáculo.
Tanto uno como otro nacieron en Madrid, pero Bertín siempre se ha considerado jerezano, y así consta prácticamente en todas sus biografías, lo mismo que Arévalo nunca ha renunciado a su valencianía. Éste último le gana en años: siete. Y si escribimos en otros términos vitales, unidos por la desgracia, ya se ha contado muchas veces cómo el cantante perdió a su primer hijo, Christian, a los nueve días de nacer. El primer vástago que esperaba de su primer matrimonio con Sandra Domecq. Tardó mucho tiempo Bertín en sobreponerse. Pero el destino también le aguardaba otras desdichas.
Pasaremos por alto cuando en 1987 padeció una grave hepatitis, enfermedad de la que recayó en 1990 cuando le diagnosticaron "el mal de Wilson", defecto genético que impide que el hígado metabolice el cobre, que acaba acumulándose en ese órgano. Al año siguiente su madre moría víctima de un tumor cerebral. A otros problemas con Hacienda y a la orden judicial para derribar parte de su chalé en Jerez le siguió una época de tranquilidad. Y cuando más feliz se encontraba junto a su segunda esposa, la encantadora Fabiola Martínez, modelo venezolana con quien contrajo matrimonio en 2006, de nuevo el destino le propinó otro inesperado golpe: el primer hijo de la pareja, Kike, que nació prematuramente, sufre desde entonces una lesión cerebral. Afortunadamente salvó la vida. Lentamente el niño ha ido superando esa adversidad, pero diariamente precisa de la ayuda constante de sus padres.
Para Bertín Osborne, desde entonces, la vida tiene otro sentido. La Fundación que lleva su nombre se ocupa de ayudar a los padres que, como él y Fabiola, han de ir superando ese duro trance. Padre de tres hijos de su primer matrimonio, el romántico cantante hubo asimismo de superar la amargura que le produjo la muerte de una de sus nietas, hija de Eugenia,( la segunda de su unión con Sandra), en noviembre de 2013.
Arévalo no se queda atrás en ese capítulo de sufrimientos. Porque perdió a uno de sus hijos, de veinticuatro años, muerto de un infarto. Tiene a una hija, Nuria, de treinta y nueve años, afectada por el síndrome de Williams, enfermedad mental y cardiovascular. Otro de sus retoños, Paco Arévalo junior, ha proseguido la carrera cómica y suele acompañar a su padre en sus giras cuando le es posible. Si a Bertín Osborne esa acumulación de desgracias no han minado su vitalidad, tampoco Arévalo ha perdido sus ganas de vivir y de procurar alegría y ayuda a los demás, apoyado en su fe religiosa. Es un gran tipo, lleno de bondad. Entre sus obras benéficas merece la pena resaltarse que desde 1984 ayuda a una Ong de Villena, Apadís, que vela por los niños con parálisis cerebral. Acudió aquel año a actuar gratis para dicha entidad y prometió no dejar de hacerlo anualmente en el teatro Chapí. Los paisanos de esa ciudad alicantina, agradecidos, consiguieron que el Ayuntamiento lo nombrara Hijo Adoptivo de Villena, rotulando asimismo una avenida con su nombre. Francisco Rodríguez Iglesias tomó el sobrenombre artístico de Arévalo en homenaje a su padre, popular torero bufo, que imitaba a "Cantinflas" en los ruedos.
También Paco quiso remedar esa especialidad paterna en la misma "troupe" que su progenitor, la del Bombero Torero. Lo hizo durante la década de los 70, pero en la siguiente ya se dedicó a su faceta de actor cómico, que desarrollaría hasta el presente en teatros, salas de fiesta, discotecas, cosos taurinos y estudios de televisión. Intervino en catorce películas y en innumerables programas de la pequeña pantalla, desde su debut en 1983 en Un, dos, tres…, que le reportó su mayor popularidad. Acrecentada luego por la grabación de una treintena de "cassettes" donde contaba chistes de gangosos, tartamudos, pasotas y mariquitas, que asimismo divulgó en el resto de sus actuaciones. No piensa jubilarse, "la caducidad la pone el público", dice. Y menos ahora que comparte el éxito con Bertín Osborne. Tienen contratos para rato…
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