Días atrás, comenzando el año, Antonio Banderas paseó por las calles de su ciudad, Málaga, casi inadvertido por sus paisanos. A causa de su poblada barba negra que le cubría la cara, convirtiéndolo a primera vista en casi irreconocible. Compartía sonrisas con su compañera, la nórdica Nicole Kimpel, con la que podría casarse este año. Asunto que nuestro actor más internacional lleva en secreto, sin querer hacérselo partícipe a casi nadie. Y si lo hace procurará que sea en secreto y, claro está, civilmente, dada su situación.
El divorcio de Melanie Griffith le ha salido barato, según los que conocen los intrincados asuntos judiciales que al respecto se suceden en los Estados Unidos. Y el malagueño sólo tendrá que satisfacer mensualmente a su "ex" la cantidad de sesenta mil euros, amén de que han pactado que ella se quede con la casa que disfrutaban en Aspen (Colorado) y con un "Picasso" valorado en doce millones de euros, El pintor y la modelo.
Antonio Banderas se ha reservado el chalé "La Gaviota", que le compró a Encarna Sánchez en Marbella, valorado entre ocho y doce millones. En su recentísima visita a la capital de la Costa del Sol, el actor estuvo contemplando las reformas de un palacete adquirido el pasado año, en la plaza Zegrí, con vistas a la Alcazaba malagueña. Aprovechó unos días de descanso en el rodaje en Sofía (Bulgaria) de la película Security, trabajo para el que ha tenido que caracterizarse dejando crecer su barba. Interpreta el papel de un agente de seguridad pendiente de la vida de una joven adolescente amenazada por ser testigo de un asesinato. En el reparto le acompaña el veterano Ben Kingsley (Gandhi).
No le faltan ofertas a nuestro compatriota, quien tiene pendiente el rodaje de una serie basada en las historias policíacas del novelista Leonardo Padura, donde incorporará al detective Mario Conde. Serie titulada Havana Quartet, del canal estadounidense Starz, que naturalmente nada tiene que ver con el ex banquero gallego, pese a la casualidad del nombre antedicho. También será probablemente Gianni Versace, en una película sobre la vida del conocido diseñador italiano, Clap, clap, clap. Un proyecto fallido, aunque no del todo descartado, es el de 33 días, título que alude al tiempo que Pablo Picasso tardó en pintar en París su célebre cuatro Guernica. Debiera haberse rodado hace un par de años, donde Antonio Banderas personificaría a su célebre paisano, lo que colmaría uno de sus mayores sueños de actor. Pero resulta que, por un lado, los productores del proyecto han mostrado sus divergencias con la financiación, y por otro, el director en principio contratado para el filme, Carlos Saura, no acepta rodarla en inglés, sino en español.
En tanto se resuelven o no esas contrariedades, le esperan a Antonio Banderas dos estrenos en las pantallas españolas. Y ambos con una particularidad: se rodaron bajo tierra. El más inminente es el de Los 33, película que evoca la historia de ese número de obreros chilenos sepultados en una mina, suceso que en 2010 sorprendió al mundo entero tras la entereza mostrada por los que sin duda alguna fueron unos héroes. El personaje que interpreta Antonio Banderas es el de Mario Sepúlveda, el líder de aquellos mineros. El mérito de cuantos intervinieron en este rodaje, una coproducción, entre ellos nuestro también conocido galán Mario Casas, es que la historia no se rodó en un estudio, sino en una auténtica mina localizada de Nemocón, población colombiana. Actores y técnicos se pasaban el día sin luz, bajo la tierra, con el riesgo de que se produjera una catástrofe parecida a la que estaban evocando, y respirando metano continuamente. El propio Antonio Banderas ha contado que "muchos enfermamos del estómago y tuvimos vómitos".
El otro estreno pendiente de nuestro querido y admirado actor es Altamira, que está previsto llegue a nuestras pantallas en la segunda semana de abril. Cinta que se rodó en el otoño de 2014 con un argumento que relata el descubrimiento de las famosas cuevas cántabras que albergan una de las muestras más importantes del arte rupestre. Hallazgo que se atribuye a Marcelino Sanz de Santuola, antepasado de la familia Botín, quien acertó a descubrir aquel lugar cuando paseaba en compañía de una niña, su hija María. Hay versiones que señalan a un modesto empleado de don Marcelino como el verdadero descubridor de las cuevas. Antonio Banderas, con una barba igual a la que luce ahora, es quien encarna a ese preclaro santanderino, bisabuelo de la actual presidenta del Banco de Santander. El rodaje sobre las cuevas de Altamira no fue desde luego tan duro como el que plasmó la hazaña de los mineros chilenos, pero tampoco demasiado cómodo.
Antonio Banderas, por lo contado, está siempre en ascuas, trabajando sin cesar. Ya se ha publicitado mucho que en los últimos meses, fijada su residencia en Londres coincidiendo con las fechas en las que se dirimían las cuestiones de su divorcio, decidió matricularse en una escuela británica para aprender todo el proceso creativo de su primera colección de ropa masculina, ya contratada con una multinacional. Colección en la que exhibirá sus diseños de la típica capa española. Amén de que diseña modelos de gafas y continúa su colaboración con una empresa de perfumes.
Tiene ocho sociedades españolas, la mayoría relacionadas son inmobiliarias y gestión de terrenos, según el Registro Mercantil, calculándose sus ganancias aquí en más de treinta millones de euros. Ello aparte de las que le producen sus rodajes en el extranjero, cifradas en setenta y cinco millones anuales, a razón de diez millones por película. Ochenta y ocho lleva rodadas hasta la fecha. Un hombre sencillo en el trato, que a sus cincuenta y cinco años, no ha presumido nunca ni de su popularidad ni de sus millones.