Inaugura Plácido Domingo este sábado 5 de diciembre la temporada de abono en el Palau de Les Arts Reina Sofía, de Valencia, con la representación de la ópera Macbeth, de Giuseppe Verdi. Serán media docena de funciones, hasta el 20 de diciembre. El gran tenor madrileño cumplirá setenta y cinco años el próximo 21 de enero. De los cuáles ha dedicado cincuenta y cinco a su carrera. Ha alcanzado un récord, jamás igualado por ningún otro tenor: el de haber interpretado ciento cuarenta y siete papeles operísticos. 2015 ha sido un año muy duro para él: en octubre fue operado en Nueva York, donde le fue extirpada la vesícula. La muerte de su única hermana en el mes de junio le produjo un infinito dolor. Vitalista por encima de todo, no puede vivir si no está actuando, bien con su espléndida voz, bien batuta en mano. "Si dejara de cantar –ha confesado recientemente en México- me dedicaría a estudiar la Historia Universal". En el país azteca, adonde lo llevaron sus padres con ocho años de edad, transcurrió el resto de su niñez y adolescencia. Los amigos lo llamaban, por cierto, "El Granado", en razón a que estaba constantemente cantándoles la internacional composición de Agustín Lara, "Granada".
La vida sentimental de Plácido Domingo tiene un primer capítulo puramente romántico. Estudiando en el Conservatorio de la capital mexicana conoció a una compañera de estudios, de nombre Ana María Guerra, de la que se enamoró mientras él hacía sus pinitos canoros y ella lo acompañaba al piano. Recién cumplidos los dieciséis años resolvió abandonar el hogar donde vivía con sus padres y hermana para fugarse con aquella muchacha; primero, escondidos en el piso de uno de los hermanos mayores de ella y, finalmente, unidos en matrimonio. Sus padres se enteraron de la precipitada boda al regreso de una gira por Europa, dieron con Plácido y se lo llevaron a casa. El embrollo se arregló gracias a los suegros del futuro divo, quienes prestaron un piso a la joven pareja para vivir.
En julio de 1958 tuvieron un hijo, José. Al cabo de poco más de un año acusaron su inexperiencia, separándose. El divorcio lo obtuvieron doce meses después. "Aquello supuso un espantoso tormento para mí –confesaría el tenor-, pero aceleró mi carrera". Hombre enamoradizo, tuvo después varios romances: con una cantante llamada Cristina, con una bailarina… "Picaba" donde podía; era un seductor nato. Comenzó a salir con una compañera, cantante de ópera, la mexicana Marta Ornelas. No fue un amor a primera vista, según confesión propia, pero cierta noche que camino de un club ella tropezó y cayó al suelo, él la ayudó, muy impresionado. La velada transcurrió feliz en una pista de baile y, mientras sonaban los compases de "Siboney", Plácido le pidió que fueran novios. Se casaron en 1962.
Llevan por tanto cincuenta y tres años de convivencia, con dos hijos, Plácido y Álvaro. El primero es cantante y compositor. Han coincidido en representaciones de ópera, en conciertos y ahora en un disco de villancicos, "My christmas", donde unen sus voces en el clásico "Navidades blancas", de Irving Berling. Es una grabación de duetos, donde Plácido Domingo reúne piezas tradicionales como "Noche de paz", y otra más moderna, caso de "Feliz Navidad", de José Feliciano, la única del Cd. que interpreta a medias en español; el resto es todo en inglés.
Como no es corriente que hoy en día aparezca por estas fechas en el mercado un producto de estas características, de limitada actualidad dada su naturaleza, nos resulta noticiable que el gran tenor haya accedido a registrar esos villancicos, muchos de ellos desconocidos para nosotros pues son de autores sajones. Salvo el titulado "Loving Christmas with you", firmado por Plácido Domingo Jr. Se incluye una pieza histórica de Mozart, pues la creó poco antes de morir: "Ave verum corpus". Sobre su hijo cantante, Plácido Domingo comenta: "Me emociona escuchándolo, estoy orgulloso, pues posee una voz muy bonita. Actuaré con él en enero en un teatro de Miami". Plácido Domingo, a pesar de sus continuas giras, ha procurado siempre mostrarse como un hombre familiar.
Su esposa, Marta Ornelas, decidió en su día renunciar a su carrera operística para acompañarlo en sus desplazamientos. Se rumoreó hace tiempo que a ello la empujaba no sólo el amor que le profesa… sino la necesidad de vigilarlo, "por si las moscas" él se iba tras alguna corista. No se le conocen escándalos dignos de mención en ese sentido.