Que Mario Vargas Llosa pediría el divorcio a su todavía esposa Patricia no era ningún secreto. Desde que se conoció la relación sentimental del premio Nobel con Isabel Preysler, la pareja ha proclamado su amor públicamente y sin esconderse.
Vargas Llosa tiene muy claras sus intenciones, y esas son pasar el resto de su vida con Isabel y poner fin cuanto antes a su matrimonio con Patricia, que estaba roto desde mucho antes de la "celebración" de sus 50 años de casados. Por eso, la demanda de divorcio fue presentada hace dos semanas en el juzgado de la madrileña calle Francisco Gervás y ya está admitida a trámite. El divorcio parece inminente y no pilla por sorpresa a nadie, excepto a la propia Patricia, que según ABC, se enteró desde Lima, donde reside a día de hoy, de la demanda por la prensa española.
Lo que para ella fue una sorpresa no debería haberlo sido. Su todavía marido siempre ha querido una demanda pacífica y un divorcio justo, pero ella no se lo ha puesto fácil. Como relata La Razón, en estos seis meses, el escritor ha intentado llegar a un acuerdo en lo referido al reparto de bienes, pero Patricia no está siendo nada amistosa.
El matrimonio se casó en régimen de gananciales y la notificación con la demanda de divorcio se ha hecho en España y no en Perú, precisamente, porque es donde la legislación es más protectora con las mujeres. Por este motivo, seguramente resultará más beneficiosa con su mujer, porque el escritor ha dejado claro que quiere ser muy generoso en el reparto de bienes. Si la mujer de Vargas Llosa olvida el despecho y pone de su parte, es muy posible que estén divorciados en junio del año que viene.
La intención del premio Nobel de Literatura e Isabel Preysler es llevar su amor con normalidad a pesar de todo, y se espera que pasen las Navidades juntos en Estados Unidos. A su vuelta, él quiere instalarse en casa de Isabel para vivir como una pareja de enamorados corriente. Es más, según La Razón, si en verano el escritor es un hombre divorciado, es más que probable que le pida matrimonio a Isabel, algo que ella nunca ha buscado, ni en esta ni en sus anteriores relaciones. En realidad, siempre se ha mostrado como una mujer independiente y han sido sus parejas quienes insistieron hasta que ella accedió, como ocurrió con Miguel Boyer y Carlos Falcó.