Tras la gran portada de ¡Hola! de esta semana, en la que la pareja Isabel Preysler-Mario Vargas Llosa posa sonriente en Nueva York reconociendo por primera vez su evidente relación, sólo queda preguntarse por cuándo tendrá lugar el enlace matrimonial. Tal y como aseguró Federico Jiménez Losantos, no tienen más que "arreglar el divorcio para que en primavera se casen". Pero el proceso será difícil.
Eso mismo opina la periodista Paloma Barrientos, presente en la crónica rosa de Es la mañana de Federico, que no está tan segura de esa posibilidad. Ella dice que no habrá divorcio ni en primavera ni en verano. Y la razón hay que buscarla en la antigua casa de Vargas Llosa, en el hogar de su todavía mujer Patricia: "Las palabras que repiten allí es ostentación/humillación", algo que tuvo lugar al menos dos veces: en Londres y Nueva York, con las sucesivas apariciones de la pareja.
Al parecer, la familia del escritor peruano podría guardar cierto deseo de venganza contra él. Jiménez Losantos dijo al respecto: "Yo soy más amigo de Mario que de Patricia, que todavía no me ha dado ninguna novela que me haya gustado, aunque los he tratado a los dos". De modo que esa palabra que simbolizaría la decepción en la familia Llosa, en realidad -dijo- es un concepto, resumido en la figura de la Tía Julia, tanto la real como la novela. "Después de eso, Patricia no puede decir nada".
El director de Es la mañana se refería así a una de las principales novelas de Vargas Llosa, de fuertes tintes biográficos, en la que se relata su enamoramiento de su tía Julia, divorciada y varios años mayor que él, un matrimonio que le reportó no pocos enfrentamientos familiares… que no hicieron más que complicarse con su futuro casamiento con Patricia, hija de la hermana de Julia (y prima del propio escritor), que hoy puede considerarse -con divorcio o sin él- como finiquitado.