La pareja del año ha protagonizado el evento del año en la Gran Manzana: la fiesta de inauguración de la nueva tienda de Porcelanosa en Nueva York. Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa se dedicaron gestos de ternura, caricias y miradas de amor ante los asistentes, que se llevaron de regalo una reproducción en chocolate del edificio, una vela aromática y un ejemplar de una obra del Premio Nobel cuyo título no ha podido estar mejor elegido: Las travesuras de la niña mala.
Orgullo patrio en Nueva York. La familia Colonques demostró el buen hacer de la firma de azulejos española con una fiesta que se ha convertido en el evento social del final del verano en Nueva York. Setecientos invitados cuidadosamente elegidos disfrutaron de la fiesta que celebró Porcelanosa para inaugurar la macrotienda que han abierto en la ciudad americana.
Los dos invitados más esperados, Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, iniciaron la jornada en la tienda, posando para una exclusiva que publicará la revista ¡Hola! Es importante aclarar que Porcelanosa no prohibió el uso de teléfonos móviles, como se había rumoreado, por lo que los asistentes hicieron tantas fotos como quisieron. Después, Isabel y Mario se trasladaron con el resto de invitados a una carpa en la que se sirvió una cena en cuarenta mesas alargadas dispuestas alrededor de un gran escenario.
Preysler volvió a deslumbrar con la elección de su vestuario: un vestido cóctel, firmado por el español Alfredo Villalba, con poco escote y manga larga que destacaba por su espectacular tela: un tejido de cristales rematado con la espalda de encaje negro y cremallera vista que ganaba con la luz de los focos. El escritor iba con un traje oscuro, como el resto de asistentes. Dicen que no dejaron de prodigarse gestos de cariño durante toda la velada: mano sobre mano, miradas de embelesamiento y mucha ternura.
Isabel fue la encargada de pronunciar uno de los discursos de la noche. Lo hizo en inglés y sin demasiadas sorpresas: recordó que se siente parte de la familia de Porcelanosa. Minutos antes, el actor Richard Gere había abierto la ceremonia con palabras de agradecimiento a la firma española, que ha donado un buen pellizco a su Fundación.
Tampoco hubo sorpresas en la intervención de Mario Vargas Llosa, en español y en inglés. No hizo alusiones a su flamante novia y se centró en destacar los méritos de Porcelanosa como un ejemplo de la España emprendedora que fue capaz de romper el aislamiento de la dictadura de Franco. Dijo que él y los Colonques tienen dos cosas en común: que trabajan en vacaciones y que nunca se jubilarán.
Entre los invitados, una sosa pero correcta Sarah Jessica Parker que compartió mesa con el duque viudo de Alba, Alfonso Diez, y una pareja de guapos a la que sentaron juntos: Irina Shayk y Cayetano Rivera Ordóñez. Al parecer, el torero y la modelo, que acudieron sin pareja, se pasaron toda la noche charlando y riendo, aunque, según ha sabido esRadio, "supieron guardar bien las ausencias". También el exministro José Bono, que habría acudido a la fiesta acompañado de un amigo.
La fiesta podría haber costado 2,5 millones de dólares. El edificio, más la reforma del arquitecto Norman Foster, 75.