Los amores que Lina Morgan nunca confesó
¿Quién percibirá su cuantiosa herencia? La actriz no tenía familia.
El importante patrimonio que ha dejado Lina Morgan, entre sus cuentas bancarias y sus inversiones, no es probable se valore públicamente. Tampoco se sabe quién o quienes lo heredarán. Sospecho que hizo testamento hace tiempo. Al no vivir sus familiares directos (fallecidos sus padres hace tiempo y luego sus dos hermanos, José Luis y Julia) ignoramos si algún pariente puede reclamar esos bienes o parte de ellos. Sólo sabemos que cuando meses atrás la actriz estuvo hospitalizada merodeó por el hospital un sujeto que se identificó como sobrino de Lina.
Al obituario de urgencia que escribimos nada más conocer la noticia de su muerte insertamos unas líneas acerca de su vida sentimental, asunto sobre el que nos extendemos a continuación, habida cuenta que era prácticamente desconocida por sus millones de admiradores. Tal era su discreción, la defensa a ultranza de su vida privada que voy a contar una anécdota de primera mano.
Una conocida revista del corazón adquirió de una agencia de prensa la biografía amorosa de Lina Morgan, debidamente documentada con testimonios recibidos de algunos personajes que la conocían íntimamente. Enterada la aludida de que el semanario le dedicaría tres capítulos encargó a su agente de prensa, R.F., que tratara de impedir aquella publicación. Ella misma se personó en la redacción y entre admoniciones y amenazas de demandar a la revista consiguió gran parte de lo que deseaba: que sólo vieran la luz dos capítulos y éstos previamente revisados y autorizados por ella. Aún así se revelaron ciertas amistades masculinas que ella pretendió silenciar. Eso sucedía en los primeros años 90.
El primer noviete que tuvo fue el actor Manolo Zarzo cuando muy jovencita viajaba en una compañía de variedades. Más serias fueron sus relaciones con José Luis, hijo de una adinerada familia, dueña de un próspero negocio de electrodomésticos sito cerca de la Plaza del Callao madrileña. Pero los padres del novio se opusieron a que su vástago continuara viendo a una corista según le hicieron saber. Era mona, divertida, con unos ojos chispeantes y de ella se prendó Emilio Vendrell Jr., hijo de uno de los más grandes tenores catalanes, cantante también él, casado recientemente. Siguió a Lina a todas partes… pero ella no le dedicó la atención que aquel esperaba.
Probablemente ya entonces, veinteañera, al cuidado de sus padres a quienes mucho quiso y veneró, proporcionándoles una vejez tranquila y cómoda, Lina Morgan ya tenía cierta prevención al matrimonio, tónica que mantuvo hasta el final de su vida, como me confirmaba una gran actriz que trabajó en su compañía. Lina, además de sus especiales admiradores y sus novios ocasionales, con quien más salía del brazo era con su hermano José Luis. Más de un reportero, ignorando tal parentesco, publicaría que era "el hombre de su vida". Lo fue, desde luego, pero en el plano afectivo familiar y en el de los negocios, al convertirse en el responsable de su empresa, cuando adquirieron el madrileño teatro de La Latina, ya millonaria ella.
Se divulgó el bulo de que estaba "liada" con Juanito Navarro, su compañero artístico durante once años. Falso. En esa época, finales de la década de los 60, con quien compartía sus sentimientos era con un jugador del Atlético de Madrid, internacional, popularísimo, de aire tímido e introvertido. Parece que ella deseaba ser madre y así se lo confió a alguna persona de su entorno, como descubrimos. Un día el futbolista se fue a Londres a jugar un trascendental encuentro, ella se fue detrás de él pero a la vuelta aquel romance había tocado fondo.
Rezaba un antiguo refrán: "La mancha de mora… con otra verde se quita". Y Lina encontró a un hombre comprensivo, de nombre compuesto, perteneciente a una dinastía vasca de empresarios taurinos, alto y robusto, de cabellos cenicientos, al que se podía ver frecuentemente en los callejones de las plazas de toros pendientes de "su" torero, Paco Camino. En esos días ella se hizo fotografiar con el diestro de moda Manuel Benítez "El Cordobés", al que admiraba mucho. La amistad entre ambos fue puramente a efectos propagandísticos. Los periodistas ignoraban que si ella iba a los toros y ocupaba un tendido era para estar junto a su novio empresario. Como éste estaba casado la actriz comprendió que no tendría mucho futuro a su lado. Hay que insistir en que en los archivos de las revistas del corazón no existen documentos gráficos de Lina Morgan con ninguno de sus enamorados.
Otro de ellos fue un fogoso empresario zaragozano llamado Martín que "colado" por la pizpireta actriz le regaló costosos obsequios. Cuentan que medio se arruinó en su afán por conquistarla, sin éxito. Lo mismo que le ocurrió a un conocido productor cinematográfico llamado Julián E. con quien la sorprendimos más de una vez, muy embelesados. Su trato nació cuando él la contrató para que protagonizase en los años 70 nada menos que siete películas. Del trato profesional pasaron al íntimo. Cuando descubrí aquel amor, él me pidió, en dos ocasiones, que no publicara nada, rogándome que el fotógrafo que me acompañaba se abstuviera de fotografiarlos. Lina, previsora y lista, ya se había retirado unos metros para eludir los fogonazos de los "flashes". Me hizo ver que estaba casado y de hacer pública aquella relación le causaría problemas. Julián fue muy generoso con Lina regalándole entre otros presentes un abrigo de lince valorado en su día en tres millones de pesetas y un espectacular automóvil.
Durante una de las diversas entrevistas que a lo largo del tiempo hice a mi admirada Lina Morgan, tal vez en un momento de debilidad, me confió: "Aquel fue un amor de locura". Otro día me confesaría asimismo: "Quizás me entregué demasiado a mi profesión. Tuve muchos éxitos en mi vida artística… y varios fracasos amorosos". Aquella relación con Julián el productor no prosperó. Enfermo y en silla de ruedas esperaba que ella lo visitara. Tal vez ella no quiso encontrarlo en aquel estado, aunque suponemos lamentaría su temprana muerte. Quizás fue el último tranvía sentimental para Lina, que lo dejó marchar. Buscando paz en el olvido de quien fue su último y más intenso amor.
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