Se acaban de entregar esta semana los premios Naranja y Limón. Es probable que algunos se hayan preguntado quiénes lo otorgan, por qué y desde cuándo. Paso a contárselo con el añadido de algunas muestras anecdóticas. Diez profesionales de la prensa nacional decidimos en 1971 fundar una peña por iniciativa del corresponsal de varias revistas argentina, Hugo Ferrer, a saber: Pilar Trenas, Sibelly Valle, Chelo Escobar, Ángela de la Iglesia, Emilio Loygorri, Agustín Trialasos, José García Pastor, Javier de Montini y yo mismo. Nos reuníamos todos los martes en la sede del Club Internacional de Prensa, en la madrileña calle de Pinar.
Al cabo de unos meses sugerí la bautizáramos como Primera Plana, lo que fue aceptado. De igual modo que dos años más tarde propuse que concediéramos unos premios denominados Naranja y Limón, acreditativos para aquellos personajes del mundo del espectáculo (especialidad a la que pertenecíamos los allí reunidos) que nos hicieran más fácil nuestra labor, o todo lo contrario. Recordé que con ese nombre ya existían años atrás, sólo que convocados por un diario deportivo catalán; galardones que hacía tiempo habían dejado de convocarse. Fue en 1973 cuando los votamos por vez primera, resultando ganador del Naranja el actor José Luis López Vázquez, y el Limón, Marisol. Ésta no compareció el día en que convocamos a ambos, ni tampoco nos comunicaría las razones de su ausencia, que dedujimos eran elocuentes.
A López Vázquez le entregamos una pequeña copa de aluminio, que adquirí en una joyería de la calle de Esparteros, cuyo importe, quinientas pesetas, pagamos a escote los componentes de la Peña. En su interior introdujimos una naranja de la cocina del lugar de nuestras reuniones. Al gran actor le encantó nuestra compañía y preguntó si podía asistir semanalmente a las comidas. Así lo hizo un año, pero dejó de ir, enfadado, cuando el encargado de repartir las invitaciones para los premios de la siguiente edición se olvidó de enviarle la suya.
Nuevos reporteros, cronistas del mundo del espectáculo, fueron incorporándose en temporadas sucesivas, cuando premiábamos asimismo a personalidades de la política, y la vida social. Así, el segundo año fueron premiados con el Naranja Camilo José Cela y el galán Julián Mateos, en tanto los Limones recayeron en la pareja formada por Amparo Muñoz y Máximo Valverde, a la sazón muy enamorados. Cela estuvo muy divertido confesando: "Yo soy un malaúva que a ratos tengo raptos de humor". Para entonces los premios estaban materializados por unas preciosas esculturas obra del pintor José Luis Cardona, muerto tempranamente unos años después. En 1975 fue Sara Montiel quien se llevó el Naranja. Y el alcalde de Barcelona Joaquín Viola Sauret recogió el Limón, que agradeció entresacando de la maleta que portaba un montón de corbatas azulgranas que fue regalando a los peñistas. Unos meses después era víctima mortal de un comando terrorista que colocó en su pecho una bomba explosiva.
Naranja Especial fue el que otorgamos en 1976 al Presidente del Gobierno Adolfo Suárez, quien nos recibió en el Palacio de la Moncloa, donde nos enteramos "off the récord" que unos pocos meses después iba a legalizar al Partido Comunista. Precisamente al año siguiente su líder Santiago Carrillo recogía el Naranja, de manos del Limón, Rodolfo Martín Villa quien, en calidad de Ministro del Interior lo había detenido tiempo atrás. Carrillo nos confió que la peluca con la que disfrazado había entrado en España con pasaporte falso la guardó en un cajón de su despacho el citado político leonés. Pilar Franco Bahamonde, hermana del anterior Jefe del Estado no acudió aquella noche a recoger su también premio Naranja, sabedora que estaría presente Carrillo.
En años siguientes premiamos a Gutiérrez Mellado con el Naranja y a Pío Cabanillas con el Limón, quien en su discurso bienhumorado, dijo: "Vaya día que llevo, me dais esta noche el Limón y esta mañana me han cesado de Ministro de Cultura". Fernando Fernán-Gómez, en la siguiente edición, recibió el Limón con "fair-play", de esta manera: "Me gusta este premio porque ha sido sin recomendaciones". En sucesivos años fueron Naranja: Rocío Jurado (que llegó hora y media más tarde a la cena, impuntual como era su costumbre); Lina Morgan, Concha Velasco, Carmen Romero de González… Y Limones: Marisol y Antonio Gades ("Estamos casados por lo forestal, porque nos vemos en los parques"); Antonio Gala; Alfonso Guerra (quien rechazó ese año un diamante que llevaba aparejado el premio, joya que por gestión mía nos regalaba el Centro del Diamante de Madrid)…En 1984 acudieron a recoger juntos su premio Limón Isabel Preysler y Miguel Boyer: la primera vez que comparecían en público; unos meses después ella se separaba del Marqués de Griñón para casarse con el Ministro de Hacienda el 2 de enero de 1988. Aquel año ni qué decir tiene que los premios tuvieron amplísima difusión. Los de 1987, también: porque compartieron cena Carmen Cervera, Naranja, y Limón el ministro de Cultura Javier Solana. Se pasaron la velada comentando los pormenores de la cesión del Museo Thyssen al Gobierno Español. Pilar Miró recibió esa noche el Naranja, ante su estupor: “Todo el que me conoce sabe que soy rara y antipática”.
En 1989 José María Aznar, jefe de la Oposición, se llevó el Naranja. El encargado de la Peña encargado del Protocolo cometió la indelicadeza de sentarlo en un extremo de la mesa presidencial y se pasó la cena aburridísimo. En adelante fueron también Naranja: Emilio Aragón, Fernando Rey, el Ministro Fernández Ordóñez (con las huellas ya en el rostro de su enfermedad mortal), Carmen Sevilla, Rocío Dúrcal, José Bono, Severo Ochoa, Esperanza Aguirre… Y Limones: Ana Obregón, Norma Duval, Isabel Pantoja y Julián Muñoz…
Han pasado cuarenta y dos años desde que la Peña Primera Plana concediera sus primeros premios. Hoy, de ella forman parte junto a un grupo de periodistas una cantante, un productor discográfico, un compositor, un humorista, un médico… ¿Están estos últimos capacitados para saber si un personaje es o no amable con la Prensa? Así ocurre que los Naranja y Limón son premios algo ya devaluados, que en los últimos años poco o nada tienen que ver con los que se concedían en un principio.