Al final la inminencia se hizo dientes y Pantoja salió de la cárcel con su hermano Agustín y una bolsa de El Corte Inglés (ya es primavera en Cantora). Antes se la había visto del brazo cachas ¿de un funcionario? Ha sido inminencia en diferido, que diría la secretaria. Tantos días en la puerta haciendo directos por si acaso. "¡Va sin gafas, va sin gafas!", exclamaban en El programa de Ana Rosa. Había sido uno de los vaticinios de Israel López, que dijo que también sabía lo de la blusa roja pero prefirió no decirlo. Era como si se hubiera hecho con las preguntas antes del día del examen (estaba escrito, claro, como en la canción de Monna Bell). El caso es que allí había, como tantos días atrás, un montón de periodistas y de cámaras. Como todas esas mujeres esperando a Jorge Negrete en 1948 en la estación del Norte. Por la noche fue al Villa Rosa y preguntó "Pero… ¿aquí no hay hombres?". Podríamos preguntarnos ante esta expectación si en España no hay noticias. Pero vaya, Pantoja saliendo de la cárcel es más interesante que Manuela Carmena desayunando en su casa con José Mujica (churros de los que hace ella). Y más que Tania imputada. Volviendo a Negrete, cuenta Enrique Herreros en A mi manera que estaba al lado Miguel Primo de Rivera (el diplomático) y, al escuchar lo de si en España no había hombres, se acercó alegando hablar en nombre de los españoles y le arreó tal sopapo que lo tiró al suelo.
Nada más salir Pantoja, Beatriz Miranda escribió en su blog ‘Sin noticias de Dior’ sobre las cejas excesivamente depiladas. Dice Beatriz que, o bien ella, en un gesto nervioso, se ha arrancado los pelos, o bien ha dejado a una compañera reclusa que le haga esa jugarreta. Es verdad que sigue habiendo cejas en su cara. Que no es Christina Yang al final de la tercera temporada de Anatomía de Grey, cuando su futura suegra se las afeitó. La futura suegra era Diahann Carroll, Dominique Deveraux en Dinastía, la hermana negra que de pronto le salió a Blake Carrington. Como en España todo está inventado, teníamos aquella supuesta nieta negra de Felipe IV, hija de María Teresa de Austria y un esclavo negro de su séquito llamado Nabo (pero seguramente el gen venía de los Medici o la niña sufriera de cianosis, con lo que la mujer de Luis XIV nunca se acostó con Nabo).
Como en la cárcel de Pantoja, en la España de Felipe IV también había depiladoras. Según los textos de la época, hacían de celestinas. "Con su achaque de rapar, rapan la honra… y suelen usar esa correduría en casa donde hay marido que no repara en nada", escribía el costumbrista Santos. Pensando en la depiladora de Pantoja (si existe) sólo la veo posible en una cárcel española. Y no en la de ‘Vis a vis’. Ni por supuesto en la de ‘Orange is the new black’. Una tía que te depila las cejas o te explota una espinilla es más de la cárcel de ‘Tacones lejanos’.
Con todo, lo mejor de las ‘breaking news’ pantojiles ha sido Pepi Valladares en ‘Sálvame’. Paz Padilla la llamó "compañera". Y la compañera contó que otras veces la cantante ha llevado los oídos "entaponados". "¿Que Isabel Pantoja lleva tapones en los oídos?", preguntó Padilla. Y Maldonado aclaró que "el día que salió de la detención" (supongo la de la comisaría) llevaba “pañuelitos metidos porque algodones no tenía”. Ya la podían poner (a gritos) verde como el trigo verde. Es tan lista la Pantoja que la invitan al Camp Nou el sábado y se ‘entapona’ el alma, se la ‘entapona’.