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Grace Kelly y el príncipe Rainiero, una historia de amor de película

Se cumplen 60 años de una boda de cuento de hadas. Al principio nadie apostó por esta relación, que acabó en tragedia.

Se cumplen 60 años de una boda de cuento de hadas. Al principio nadie apostó por esta relación, que acabó en tragedia.
Grace Kelly y Rainiero de Mónaco | Cordon Press

Pocos podrían imaginarse, incluida Grace Kelly, que su vida iba a ser como un cuento de hadas. Protagonista de una verdadera historia de amor en la que una joven actriz, procedente de una familia tradicional y conservadora, acaba convirtiéndose en la princesa de Mónaco. Una vida parecida a cualquier historia de Disney en la que una muchacha acaba encontrando a su príncipe azul. Aunque su vida empezó a cambiar el día que decidió irse de casa para luchar por sus sueños, el giro más significativo llegó mientras rodaba Atrapa a un ladrón.

Durante el rodaje del filme, en Mónaco, conoció al príncipe Rainiero. A ella ya se le había relacionado con otros hombres, sobre todo con actores con los que había trabajado, como Clark Gable, William Holden, Bing Crosby, Cary Grant o Jean-Pierre Aumont, pero nunca confirmó ninguno de esos romances. Sin ni siquiera imaginárselo, nada más conocerle ya estaba empezando una gran historia de amor de película, que acabaría siendo envidiada por todos.

Grace Kelly | Archivo/Cordon Press

El príncipe quiso conocer a la actriz y se presentó en el hotel donde se alojaba. Nada más verla se enamoró y se propuso luchar para conquistarla. Ella volvió a Estados Unidos para rodar The Swan pero el cortejo había comenzado, aunque la carrera de Kelly estaba en América, y en la mejor de sus etapas. En 1954, con tan solo 25 años, la joven ganó un Oscar a la mejor actriz principal por The Country Girl. Por esa época la actriz y el príncipe ya se estaban conociendo, él la visitaba a Estados Unidos cada vez que podía y se escribían de manera constante.

La última película en la que participó antes de que se casara con Rainiero fue Alta sociedad, en la cual uso el anillo de pedida de 10.47 quilates que le regaló. Acordaron que el día que se dijeran "sí, quiero" ésta debería dejar su trabajo, aunque fuera una de sus pasiones, porque no era compatible con el papel de ser la princesa de Mónaco. En 1956 se comprometieron y desde ese momento se dedicó en cuerpo y alma a sus hijos y a Mónaco. La pareja viajó a Filadelfia, ciudad natal de la actriz, para darle la noticia a sus padres y poco después se trasladó al Principado.

Grace y Rainiero de Mónaco el día de su boda | Cordon Press

La boda civil tuvo lugar el 18 de abril de 1956, en el Salón del Trono del palacio de Mónaco. La ceremonia religiosa, que fue al día siguiente en la Catedral de Mónaco, se consideró por la prensa y los más de 600 invitados que acudieron, como "el evento del siglo", por el lujo, la decoración y la elegancia. Grace estaba espectacular con un precioso vestido de la diseñadora Helen Rose, de encaje en la parte superior y una falda voluminosa. A pesar de lo mucho que se querían, las demás Casas Reales europeas no veían con buenos ojos ese enlace y decidieron no asistir, a excepción del rey Faruk de Egipto y Onassis. La boda dio tanto de qué hablar que fue retransmitida en los canales europeos y visto por más de 30 millones de espectadores. Este día marcó el final y principio en la vida de Grace, dedicada en exclusiva a su familia, a los que adoraba, y al principado, no solo por los 140 títulos que recibió, sino porque atrás dejaba todo por lo que tanto había luchado.

Grace de Mónaco | Cordon Press

Su feliz e idílico matrimonio

Contra todo pronóstico, la actriz impulsó la moral del país. Su estilo, clase y elegancia marcó tendencia y consiguió ganarse el cariño de todos. Mónaco creció económicamente gracias al turismo y a la llegada de fortunas e inversiones, atraídas por la figura de la estrella de Hollywood. Desde entonces el principado es sinónimo de lujo, riqueza y exclusividad, conceptos que se han mantenido hasta hoy.

Durante el matrimonio Grace tuvo tres hijos. La princesa Carolina nació el 23 de enero de 1957, convirtiéndose en la niña de los ojos de Rainiero. Ese día se declaró fiesta nacional, se suspendieron los juegos y las apuestas y repartieron copas de champagne a todos. El 14 de marzo de 1958 dio a luz al heredero del principado: el príncipe Alberto, y celebraron su llegada con 101 balazos. Siete años después llegó la hija más rebelde del matrimonio, la princesa Estefanía.

Rainiero, Grace, Carolina, Alberto y Estefanía | Cordon Press

Fue un matrimonio muy feliz, pero no hay que olvidar que Grace fue la que lo tuvo que perder todo para que funcionase. No solo dejó su sueño de ser actriz, sino que tuvo que medir siempre cada uno de sus pasos para evitar suspicacias, y por el regio protocolo. Su marido no permitió que la fotografiasen en el Palacio y prohibió que sus películas se televisasen en el principado. También rechazó por ella varios papeles que le ofrecieron durante el matrimonio.

Todos estos cambios no fueron fáciles para la princesa de Mónaco, y de hecho, le costó mucho adaptarse a esa nueva vida. "Cuando acabó la boda no pensé en nada. Me pasé lo menos un año sin leer un solo recorte de prensa; era verdaderamente una pesadilla. Hubo uno o dos momentos realmente maravillosos: la boda y algunos momentos en privado. Pero fue un período muy difícil, tanto para el príncipe como para mí", desveló la propia Grace tiempo después.

Su trágica pérdida

Su final llegó con tan solo 52 años. El 13 de septiembre de 1982 conducía su coche por la misma carretera que aparecía en Atrapa a un ladrón, película que estaba rodando cuando conoció al príncipe, y tuvo un grave accidente. Estefanía, que también iba en el coche, salió ilesa del incidente. Se rumoreó que era ella la que llevaba el coche y que habían quedado para reunirse todo la familia y dar un ultimátum a la joven rebelde por su inapropiado comportamiento.

Rainiero, Alberto y Carlota en el funeral de Grace Kelly | Cordon Press

No obstante, según la versión oficial, Kelly sufrió un ataque cardíaco y provocó que el coche volcara, llevándose ella la peor parte, ya que al día siguiente murió en el Centro Hospitalario que llevaba su nombre, Princesa Grace. Cuatro días después fue enterrada en la Catedral de San Nicolás. Fue uno de los días más tristes en Mónaco, uno de los mazazos más duros de su historia. Aproximadamente 400 personas estuvieron presentes en el funeral, de los cuales muchos eran jefes de estado. Rainiero, que el día del entierro estaba desencajado y hundido, nunca superó su pérdida ni volvió a sonreír como lo hacía cuando ella estaba a su lado. El 15 de abril de 2005 fue enterrado junto a su esposa.

Su sueño hecho realidad

La príncesa Carolina y Grace de Mónaco | Cordon Press

Grace Patricia Kelly nació 12 de noviembre de 1929. Fue la protagonista de una de las historias de amor más bonitas de la historia, haciendo realidad el clásico cuento de hadas en el que un príncipe se enamora de una chica normal. A día de hoy su imagen sigue siendo de mujer recatada, educada y muy discreta, elegante y con un estilo único. Venía de una familia católica y muy conservadora que se negaban a permitirle dedicarse a la interpretación. Por eso, se fue de casa en cuanto pudo y se mudó a Nueva York para hacer realidad su sueño de ser actriz.

Empezó trabajando como modelo, pero en 1949 consiguió su primera oportunidad en Broadway. Más adelante se fue a Los Ángeles y con 22 años consiguió su primer papel secundario para la película Catorce horas. A partir de ahí alcanzó la fama, llegando a convertirse en la musa de Alfred Hichcock. Solo rodó once películas pero se hizo un hueco importante en la historia del cine.

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