La reina de España volvió a demostrar anoche su poderío ante los Royals de toda Europa. Sometida a un constante escrutinio, esta vez Letizia se ganó a los críticos de moda con un diseño en blanco y negro que sólo tenía un pero: dejaba ver sus brazos al completo, saliéndose así del protocolo para este tipo de actos de gala. Eso sí: los tiene tan musculados y firmes que se entiende que quiera lucirlos.
Letizia acompañó el vestido, que al parecer no es obra de Felipe Varela, con un bolso clutch negro, un mantón de Manila del mismo color y unos peep toes de ante negro. Además pintó sus labios de color rojo, como viene haciendo últimamente, y lució un moño bajo.
Se acabó la crisis
Sin embargo, lo más destacado de su aparición del brazo de su marido, el rey Felipe VI, es que Letizia coronó su cabeza con la única tiara que, de momento, guarda como propia en su joyero real. El resto pertenece a los antepasados de su familia.
Se trata de una diadema conocida como "La Ansorena", porque fue comprada en la joyería madrileña del mismo nombre en 2009. Otros la llaman "la Princesa". Fue un regalo del entonces príncipe de Asturias a su mujer con motivo de su sexto aniversario de bodas. Está decorada con 450 brillantes y diez perlas sobre montura de oro blanco, y cuenta con un broche central con forma de flor de lis. Precisamente este broche era hasta ahora la única pieza de la tiara desmontable que habíamos podido ver en la solapa de algún vestido.
Dicen que Letizia no había mostrado nunca esta joya para evitar las críticas que hubiera supuesto lucir una diadema en 50.000 euros en plena crisis económica, tanto del país como de la institución monárquica. Anoche, quizá porque la crisis comienza, según algunos, a remitir, la Reina decidió enseñarla.