Hermosa, inteligente, adorable mujer esta Lucía Bosé que representa menos edad de la que el calendario nos recuerda: el próximo 28 de enero alcanzará los ochenta y cuatro años. Ha superado muy duros momentos en su vida, pero ella no se arredra ante la adversidad. En los últimos tiempos se ha derrumbado su sueño de mantener abierto el Museo de los Ángeles en la localidad segoviana de Turégano. Se fue a vivir a una población limítrofe, Brieva, dejando que la casa familiar de Somosaguas, en las afueras de Madrid, quedara en manos de su primogénito, Miguel. Luego ha asistido a los sucesivos fracasos sentimentales y económicos de la mayor de sus hijas, la que lleva su mismo nombre, al bache sentimental también de la otra, Paola, infeliz en sus dos matrimonios, y el penoso espectáculo de uno de sus nietos, Olfo, al que acusa de vago e inútil, quien para ganarse unos euros en un programa de televisión arremetió con su tío, el cantante Miguel Bosé, criticándolo por ser padre de cuatro hijos mediante el procedimiento de un vientre de alquiler. "La familia es un coñazo", terminó por decir Lucía Bosé al ver cómo se desmoronaba parte del "clan".
Lejos quedan sus años dorados. Nacida Lucía Borloni en un modesto barrio milanés dentro de una familia de ancestros campesinos. Ella, a los dieciséis años, despachaba "marrons glacé" en una pastelería a espaldas de la Piazza del Duomo, a la que un día me llevó su hijo Miguel para recordar cómo se ganaba la vida su madre. Sin soñar con ello se vio convertida en Miss Italia 1947, en competencia con Gianna María Canale y Gina Lollobrígida, clasificadas detrás de ella. Esta última parece que nunca le perdonó aquel triunfo, manteniendo, las veces que se vieron después, un trato distante. Silvana Mangano, que también se había presentado al certamen, no fue preseleccionada. En esos años, las misses italianas solían dar su salto al cine, no siempre con éxito, aunque sí las cuatro antes mencionadas. Lucía Bosé, que no tenía vocación de estrella de la pantalla, pasó a ser una de las más firmes promesas alentada por Luchino Visconti. Había intervenido en quince películas, un par de ellas a las órdenes de Michelángelo Antonioni, cuando en 1954 fue contratada para rodar en Madrid Muerte de un ciclista, con Alberto Closas en el papel de su marido, con quien sobrelleva en el transcurso del filme las consecuencias de un accidente de coche, con resultado mortal de un pobre hombre al que atropellan. Juan Antonio Bardem consiguió una de sus mejores realizaciones, antes de Calle Mayor.
En los prolegómenos del rodaje la actriz protagonista, que no conocía nuestro país, se vio cortejada apenas llegó al madrileño hotel Castellana Hilton por el matador de toros Luis Miguel Dominguín, que por entonces vivía una apasionada relación con Ava Gardner. Se decía que la "ex" de Frank Sinatra acabaría agregando a su lista de maridos el nombre del diestro madrileño, aunque éste se hacía el remolón si se le hablaba de boda. El caso es que en menos de un año el torero rompió con Ava Gardner para contraer matrimonio con Lucía Bosé en Las Vegas, el 1 de marzo de 1955. Pronto se cumplirán sesenta años, por tanto. Lo que ocurrió después fue que en los círculosdonde se movía la pareja, la buena sociedad madrileña de la época, no estaba "bien vista" esa convivencia marital, y Luis Miguel, invitado habitual a las cacerías donde asistía Franco, se percató de que podrían darles de lado en el futuro, así es que dispuso casarse porla Iglesia en ceremonia celebrada el 16 de octubre en la finca del torero situada en el término conquense de Saelices, "Villa Paz".
Tres hijos, como es sabido, tuvo el matrimonio, aunque entre abortos no deseados pudo haber alumbrado familia numerosa. Es más: el cuarto vástago que engendraron, nacido en 1961 y al que llamaron Juan Lucas, les sobrevivió un mes, muriendo a causa de un virus. Después, Lucía Bosé ya no quiso tener más descendencia. Sobre todo sabiéndose engañada por su marido, incorregible conquistador de mujeres. Se separaron en 1968. Mucho sufrió ella. El torero quería poco menos que dejarla en la calle, quedándose con el chalé y con los tres hijos. Cedió finalmente, abandonando el hogar familiar. El juez fijó una pensión alimenticia para sus hijos; les pasaba una miseria, treinta mil pesetas. A todas luces insuficiente para que la actriz pudiera sufragar los estudios de la prole ,su manutención y todos los gastos de la residencia de Somosaguas.
Piénsese que Luis Miguel Dominguín era una figura cotizada del toreo. Ella se vio obligada a volver al cine (Luis Miguel, cuando se casaron, la obligó a retirarse), reincorporándose a la filmografía italiana, aunque también rodó en estudios españoles. Una treintena de títulos hasta su adiós en 1989 con El avaro, producción televisiva. Desde su divorcio Lucía Bosé vivió fugaces romances, el más conocido, aunque breve, con quien fuera batería de Los Bravos, aquel que se suicidó. Realmente el único hombre al que amó en ese tiempo fue un diplomático italiano, casado con una mujer impedida en silla de ruedas, y enfermo de cáncer. Pocos meses duraría aquella relación, hasta que él murió. Lucía ignoraba los problemas de salud de su amante, cuyos pormenores junto a otros conoció tras recibir un mensaje de la esposa del diplomático, con quien se entrevistó. "Le has hecho muy feliz durante el poco tiempo que le quedaba de vida", escuchó conmovida Lucía. Es una dramática historia que parece extraída de un folletín; pero real.
Recogemos, a modo de colofón, este resumen sobre su vida, de las páginas de sus memorias, en donde considera un desastre su matrimonio y una suerte ser madre de tres hijos: "Podría arrepentirme de muchas cosas… Pero como los errores y los aciertos siempre van entremezclados, digo con el corazón en la mano que, en realidad, no me arrepiento de nada. Todo lo que nos ocurre en la vida son experiencias que nos enriquecen…Creo que mientras tengamos salud suficiente, cada día de nuestra vida debemos crear algo. La vida en sí misma no es más que una imparable y continua creación, y recrearla cada mañana depende solamente de nosotros".