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Rosa Belmonte

El crepúsculo de las diosas

Fantaseo con la idea de Esperanza Aguirre como alcaldesa de Madrid y Mariló de jefa de prensa.

Mariló Montero | Cordon Press

Pugna de estrellazas un lunes cualquiera. Una morena y una rubia. Cuando Esperanza Aguirre salió del juzgado, Mariló Montero ya tenía los deberes corregidos. Había vuelto a hacer de las suyas. Lo penúltimo de la navarra ha sido confundir el QEPD en la esquela de Asunta Basterra con una firma. Con 49 años y habiendo vivido la mayor parte en España, en estado de consciencia, escolarizada, trabajando y relacionándose con otras personas resulta demasiado sospechoso este empeño en ser ‘tonting topic’. ¿No lo hará adrede? Al fin y al cabo, sin ella, TVE sería casi irrelevante. Porque no se puede ser así de bodoque. Esto del QEPD es algo parecido a pensar que el inri es la marca de la Cruz y RIP un huérfano de Dickens. ¿Qué más da Pip o Rip? Pero eso sería si hubiera leído Grandes esperanzas, que ella es más de Caballero Bonald.

La Cadena Ser pidió perdón a Esperanza Aguirre por meterle el micro en el ojo durante la acumulación de prensa a su salida del tribunal. "Ha sido un accidente, no volverá a ocurrir". Hombre, tampoco habían metido el micrófono en el ojo sino al lado. Y, además, es de gomaespuma. Mariló Montero, cuando se enteró de que lo suyo iba a más, también se disculpó por la metedura de pata: "Lo siento enormemente. De todo se aprende. Quiero que esto se quede aquí" (lo decía porque no le parecía bien bromear habiendo una niña muerta). Aguirre dijo a su llegada que pensaba disculparse con el magistrado. Vale, que pidan todos los perdones que quieran, pero que no se pasen, que para eso son estrellas. Reinas del Chantecler. Les pasa a ambas como al escorpión del chiste. No tienen elección, es su naturaleza.

No era necesario que uno de los agentes de seguridad de la presidenta del PP de Madrid quitara a un señor una pancarta en la que ponía: "La justicia a Aguirre agarró que de su cargo y policía huyó". Hombre, nada más que por cómo estaba escrito debería habérsela dejado. Ella debió de verla perfectamente al salir del juzgado. Era la única. Bajó las escaleras como Gloria Swanson en El crepúsculo de los dioses. Sólo le faltó decir lo de "Estoy preparada para mi primer plano, señor DeMille".

Hay quien sostiene que el suceso del 3 de abril puede complicarle ser candidata a la alcaldía de Madrid. Estas cosas de Aguirre, a quien se califica repetidamente de arrogante y prepotente por lo que ocurrió en el carril bus y con los policías, la adornan frente a mucha gente (seguramente frente al padre de Monedero, su fan). "¿Qué pasa? ¿Bronquita y denuncia? Venís por mí porque soy famosa. Tienes la placa. Denuncia al vehículo" (lo que pasó a tenor de la denuncia de los agentes de movilidad del Ayuntamiento de Madrid). La arrogancia, eso que otros no nos podemos permitir, es su adorno. Igual que para Brohumil Hrabal, el autor de Trenes rigurosamente vigilados, el suicidio era un adorno de la persona (él se tiró por la ventana, claro). ‘Gloriaswansismo’ aparte, lo mejor de la mañana fueron los insultos ciudadanos mientras Aguirre atendía a la prensa (unos setenta periodistas). "Sinvergüenza", "ladrona" y, mi favorito, “pija”. Pija. Fantaseo con Esperanza Aguirre como alcaldesa y con Mariló de jefa de prensa. Nos van a seguir friendo a impuestos. Por lo menos nos reiríamos.

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