La perfección no existe. En las revistas, menos. Otra cosa es que Isabel Preysler tenga en el ¡Hola! su Shangri La. Y que cuando saca su cuerpo serrano filipino de allí su cara sea otra, como la de aquella que quería irse en Horizontes perdidos y en la cueva empezaba a ajarse. Que no viene de ajo.
En las revistas de los lunes esa perfección hasta sería impensable. Casi un disparate como el sol saliendo por el oeste y Saza pegándole tiros en Amanece que no es poco -"Yo no aguanto este sindiós"-. Por eso las estrellas del último QMD son Terelu Campos y Raquel Mosquera, dos personajes de peso. Personas reales, como de un anuncio de Dove. Cuando Kim Kardashian se casó se juntaron las tres en las revistas. Raquel en el Interviu; Terelu, en portadas diversas (vestida). Esplendor en la carne. ¡Qué hierba ni qué quinoa!
Pero es que llega el príncipe Carlos Felipe de Suecia y se promete a una chica cuya característica más destacada por la prensa ha sido su pasado de stripper. Cuando lo más interesante son sus dientes presentes. Porque no es solo el diastema, que según el Diccionario de la Real Academia es ese "espacio más o menos ancho en la encía de muchos mamíferos, como los roedores, los equinos o los rumiantes, que separa grupos de piezas dentarias". Los roedores, los equinos, Lauren Hutton, Vanessa Paradis y David Delfín. La diferencia es que este se lo hizo adrede. Por un lado, ya cansan los dientes perfectos y excesivamente blanqueados, como los sepulcros, pero es verdad que cuando ves una dentadura que no es la homologada en la televisión, el cine o lo que sea, te sorprende. Si no me equivoco va a ser la única princesa de esta generación con una piñata distinta. En todo caso, es la Megan Draper de la realeza. La revista People llegó a sostener que los dientes eran el "terrible defecto" de la cara de Jessica Paré. Contestó: "Me olvido de ellos porque están en mi cara y hacen su trabajo perfectamente". Eso sí, no tuvo tanta gracia como Carlo Burnett cuando le preguntaron si llevaba dientes postizos y lo negó: "¿Cree que me habría comprado estos?".
El propio Matthew Weiner, creador de Mad Men, en un recurso metanarrativo, introdujo el asunto en el guión para contestar a la audiencia y a People. Hay un momento en que dicen a la mujer de Don Draper que no puede ser actriz con esos dientes. Y en otro: "No hace falta que te arreglemos los dientes". Lo que sí recalcan los que la han visto de cerca es que la cámara debe añadir también kilos de dientes porque en persona tiene una belleza noqueante. Toma, y en la pantalla. Y no hay que ir al Zou Bisou Bisou.
El lunes empezaron los fastos del quinto aniversario de Sálvame y Pedro Piqueras lo sacó con pieza larga en su informativo -pero, vaya, también sacan los telediarios Master Chef, que es más aburrido y menos importante-. A lo que iba era a que también han empezado a poner imágenes de los primeros programas. El primero en decir que le daba vergüenza fue Jorge Javier. Cualquier tiempo pasado fue anterior, que dirían Les Luthiers. La cara de Belén Esteban del primer Sálvame era terrible, esa en la que todavía no le habían rellenado la cara. Pero el que más cabreo cogió fue Kiko Hernández, precisamente por los dientes. Por sacarlo con los de antes. Los mismos de Gran Hermano. O aquellos que se le caían. No se dio ningún trompazo pero ya se sabe eso que decía Walt Disney: "Uno no se da cuenta cuando pasa, pero una patada en los dientes puede ser la mejor cosa del mundo para uno".
Dientes y carne. Que no solo de Luis Suárez vive el hombre.