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Rosa Belmonte

Pirlo y Mastroianni

En el Mundial 82 los jugadores eran aún más feos que los de ahora. En los de la actual destaca el asalvajado y hasta artístico rostro de Andrea Pirlo.

En el Mundial 82 los jugadores eran aún más feos que los de ahora. En los de la actual destaca el asalvajado y hasta artístico rostro de Andrea Pirlo.
Andrea Pirlo | Cordon Press

La Familia Real también estuvo en el Mundial 82, pero se ve que todavía no había aprobado ni primero de Talismán. El ridículo comenzó el primer partido contra Honduras. José María Casanovas, el manolo o jj de entonces, empezó su programa posterior con un "Qué decepción, señores, qué decepción". Ni buenas noches ni leches. Los jugadores de nuestra Selección eran aún más feos que los de ahora. Si en el fútbol una se entretenía con Brasil y Francia, en la categoría de guapos, con Italia. Luego ganaría pero hasta que tuvo que enfrentarse en aquel grupo de tres en Barcelona con Argentina y Brasil fue un auténtico coñazo. Es verdad que mirados uno a uno, los italianos también contaban en sus filas con algunos orcos, pero la equipación siempre los salva (a España, la ropa siempre la condena). Había dos jugadores que merecían el póster. Por un lado, el centrocampista Giancarlo Antognoni, bastante resultón. Y, sobre todo, el defensa Antonio Cabrini. Entonces, en uno de esos excesos de originalidad que habrían dejado muerto de envidia a Ionesco, se le llamaba ‘Il bello Cabrini’. Lo era. Soso pero bello.

La actual selección italiana tampoco tiene tipos especialmente guapos. Siguen bien vestidos (ahora de Puma) y con esa ventaja que les da ser italianos, que es como ser rubia en la España de los 70 (hoy, como mucho, pensamos, como los Manos de topo en su canción, que hay que ser rubia una vez en la vida). Dentro de esa selección que ahora no juega a ser italiana sino a otra cosa que combina a las bailarinas del centro del campo con los hipopótamos de la defensa, destaca Andrea Pirlo. El jugador del Juventus no tiene un rostro muy diferente del de Sébastien Chabal, el asalvajado jugador francés de rugby, aunque es verdad que la envergadura es diferente. Pero es mirarlo y verlo guapo (claro, que la bestia Chabal también es sex symbol en su tierra, cosa que una se explica tanto como el éxito de El hormiguero). No sé si en esa belleza tiene más que ver lo de ser italiano o lo de ser un artista. "El artista que inaugura el Brazuca’, ha escrito Hughes en ABC.

Para Curro Romero existen dos clases de personas, sus partidarios y los que no lo son (en realidad solo existen los primeros). Yo, como tantos, soy partidaria de Pirlo. Y de Italia. Pero es que una era partidaria de Italia hasta en el Mundial de EE.UU, cuando Tassotti hizo sangrar a Luis Enrique. ¿Cómo va a preferirse a un llorón? Otra cosa es que quiera que gane España. Si tuviera edad de ser pequeña querría ser futbolista. Como Pirlo. Igual que Vila-Matas quiso ser escritor cuando a los 17 vio a Marcello Mastroianni en La notte: "Me convertiría en un escritor extranjero, y explicaría el mundo. Y a mi lado tendría una mujer como Jeanne Moreau". Lo de Jeanne Moreau no lo sé, pero Vila-Matas se ha convertido en un escritor extranjero. Es tan interesante que no parece español.

El fútbol es una religión sin ateos, una vida paralela que alivia la propia, como el cine a Mia Farrow en La rosa púrpura del Cairo. Un juego nada más. Nada menos. Por mucho que España sea campeona de Europa o del Mundo (y estoy pensando en sus mejores momentos), nunca me parece que tengamos figuras como las extranjeras. Como Pirlo. Como Mastroianni.

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