A comienzos de los años 70 se acuñó el término "flamenco-pop". Relacionado con coplas o incluso boleros y baladas, que se adaptaron a ritmo de rumba, con modernos arreglos y sobre todo con instrumentos de percusión. Una manera de que los artistas aflamencados pudieran competir con la música entonces en boga, el pop. La pionera de aquel movimiento fue Rosa Morena, hoy definitivamente retirada por una traidora enfermedad que puso en jaque su vida. Hablé con ella esta semana durante media hora, vía telefónica.
Desde su casa en Badajoz, me fue contando la triste circunstancia por la que hubo de decir adiós a la canción: "Fue en el año 1987 cuando sentí que me fatigaba mucho en mis actuaciones. En un principio, creí que era cosa del "stress", pero fui a un médico y me diagnosticó un cáncer. En el pulmón izquierdo. Yo, que tú me conoces muy bien y he sido una mujer siempre optimista, me quedé de piedra. No hubo otro remedio. Me extirparon ese pulmón. Y ahí no acabó la cosa, pues me daban seis meses de vida. Tuve que someterme a durísimas sesiones. Se me fue cayendo el pelo… Aquella máquina me abrasaba por dentro. Fui a curarme a una clínica de París durante dos años, yendo y viniendo. Y a todo esto ocultándole a mucha gente lo que yo estaba pasando. Mi padre había muerto; mi madre era muy viejecita. Me recomendaron irme a un sitio tranquilo de montaña y no lejos del mar. Elegí Recife, en la isla de Lanzarote. Allí viví diez años. Sin poder cantar, porque me asfixiaba. Un día vi un anuncio de que Lola Flores actuaba en una discoteca y me acerqué a verla. Me animó cuanto pudo. Y luego, cuando me recuperé, fui yo quien trató de darle esperanzas con su mal. Nos apoyamos mutuamente".
Rosa Morena reapareció en 1998 con el disco "Tela de araña". Otras canciones que grabó por entonces las guardó el productor para editarlas en 2012 con el título "Soy fuego". Es el último de su larga carrera artística iniciada en la segunda mitad de los años 40, cuando con sólo seis cantaba en Radio Extremadura, su tierra, imitando a Antonio Molina. Ganó un concurso radiofónico, que llevaba como premio ¡cinco mil pesetas! Cuando se las entregó a su padre, un modesto minero, no daba crédito: era una cantidad elevada para una familia humilde. La niña se enroló en una compañía infantil, "Los Nardos", con la que recorrió un montón de pueblos extremeños. Era anunciada Otilia Pulgarín, aunque en su carné rezaba el nombre compuesto de Manuela Otilia, apellidada González.
Ya adolescente se plantó en los Madriles, acompañada de su madre, en tanto el padre se quedaba en Badajoz, junto a sus otros siete hijos, trabajando de chófer. La neófita cantante acudió a la academia del maestro Millán, quien fue el que la bautizó como Rosa Morena. Cuanto ocurrió en adelante, lo sintetizamos así: se dio a conocer en toda España, a partir de mediados los años 50, a través del popular programa radiofónico "Cabalgata Fin de Semana"; viajó a tierras americanas. En Nueva York cantó en una sala de fiestas, donde se codeó con Celia Cruz y Olga Guillot. Tomó parte en un festival en el Radio City, junto a estrellas del relieve de Judy Garland, Dean Martin, Sammy Davis Jr. Y Frank Sinatra, quien la tomó en brazos llamándola "My baby". Luego, nuestra compatriota pasó por el célebre "Show de Ed Sullivan", el más célebre programa de variedades de la televisión norteamericana. Rosa Morena interpretaba coplas aflamencadas acompañada por un gran guitarrista, exiliado, el gitano navarro "Sabicas".
Y hasta en un club, la pacense se midió mano a mano cantando nada menos que con Ella Fitzgerald. Ecos fabulosos de un pasado lejano. A su vuelta a España debutó en el cine en "Flor salvaje", de 1965. La otra película que hizo fue "El secreto de las esmeraldas", junto al galán y productor, hijo de una familia ganadera salmantina, Julio Pérez Tabernero. De la historia amorosa del argumento pasaron a la pasión real: fueron novios durante cinco años. En adelante, ella se dedicó a sus actuaciones, cuando era motejada como "La flamenca sexy". Había motivos para ello: a sus rumbas les daba un toque insinuante, apareciendo ante el público con ceñidos vestidos y llamativos escotes. Hubo alguna portada de sus discos en donde apareció sin sujetador. Las canciones que más popularizó fueron: "Échale guindas al pavo", "La hija de don Juan Alba", "La Zarzamora", "La Lirio", "El berebito"… Éxitos que en el pasado estrenaron Imperio Argentina, Gracia de Triana, Lola Flores, Conchita Piquer… A los que Rosa Morena imprimía un ritmo desenfadado (lo del flamenco-pop que decíamos al principio). Con ella llegó el erotismo de la copla en los días de la tan traída y llevada Transición.
"Y ahora tengo la pena de llevar veintitantos años sin cantar. Porque no puedo. Me fatigo, me falta el aire. Me quedan muchos recuerdos bonitos. Por ejemplo, el de haber sido pionera de ese flamenco-pop del que tanto se ha hablado. Que hasta luego María Jiménez me copió, me calcó, me robó la imagen. Pero, mira: yo tengo mi dinerito bien ahorrado, mi pensión… Sigo siendo una mujer mona, elegante… En Badajoz, mi ciudad, vivo muy bien, todo el mundo me conoce, que hasta me dedicaron hace unos años una calle en una urbanización. Aquí la vida es más barata, no tenemos polución, ni tantos ruidos como cuando tenía que soportarlos viviendo en Madrid. En fin, que estoy muy contenta. He de someterme a revisiones periódicas, pero mi enfermedad hace tiempo que está controlada. Estoy muy bien…".
"Échale guindas al pavo", cantaba Rosa Morena. Que le ha echado coraje a la vida, después de su drama.