No hay dudas de que la infanta Cristina no está pasando por su mejor momento. Los problemas judiciales, su exilio a Ginebra, la evidente mala relación con la mayoría de miembros de la Casa Real y el sufrimiento de sus hijos hacen que Cristina de Borbón no consiga tirar para adelante.
Como informa La Otra Crónica, la hija pequeña del Rey no levanta cabeza, por eso, precisa de medicación. Esto hizo que el día que declaró ante el juez, tuviese que tomarse sus ansiolíticos. El diario añade que estos medicamentos para la depresión le dan mucha sed, por eso, no paró de beber agua en el juzgado.
La duquesa tuvo que comparecer en los Juzgados de Palma, el pasado 8 de marzo, por un delito fiscal y otro de blanqueo de capitales. Después de seis horas y media contestando a las preguntas del juez Castro, de forma "tranquila y serena", Cristina de Borbón salió de los juzgados. Ese día, dispuso de una gran cantidad de privilegios: no se le grabó en vídeo, solo en audio, se prohibió a todos los abogados presentes en la sala usar sus móviles u ordenadores portátiles, entró en coche hasta la puerta del juzgado, no tuvo que pasar por el arco de entrada y se le dispuso una sala con agua y té para que descansase durante los recesos que se produjeron durante su comparecencia.