Arrancó dulce el año 2011 para el entonces director general del FMI, Dominique Strauss-Kahn, quien se perfilaba como el oponente más seguro y firme para enfrentarse a Nicolas Sarkozy en las elecciones de 2012. Un sondeo de Le Nouvel Observateur señalaba que, en unas hipotéticas elecciones, DSK obtendría el 63% de los votos, contra un 38% de Sarko; por otro lado, una encuesta publicada por Le Journal du Dimanche mostraba que nadie mejor que él representaba la herencia de François Mitterand.
Pero el 14 de mayo de 2011 todo se truncó: DSK era detenido en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York al haber sido acusado por una camarera del hotel Sofitel, Nafissatou Diallo, de haberla sometido a diversas agresiones sexuales graves en la habitación en la que el líder socialista se encontraba alojado.
Al electorado francés pareció no importarle demasiado: el 3 de julio de 2011, Le Parisien publicaba una encuesta que aseguraba que el 49% de los franceses estarían a favor de la vuelta de DSK a la política francesa. En el caso de los votantes socialistas, la respuesta era más contundente: el 60% deseaba que retomara sus actividades políticas.
Un día después, el abogado de la escritora y periodista Tristane Banon, David Koubby, anunció que su cliente denunciaría al exdirector del FMI también por intento de violación. En realidad, este relato sucedió en 2002, cuando Banon, una estudiante de periodismo de 20 años que escribía un libro llamado Errores confesados, entrevistó a DSK en un piso de París. Pero de aquello nada se supo entonces. Banon no dijo nada hasta 2007, cuando en una entrevista explicó que el socialista francés intentó violarla tras comportarse "como un chimpancé en celo": "Me rasgó el sostén y trató de bajarme los pantalones".
¿Por qué tardó Tristane Banon casi 10 años en denunciar la violación? Para empezar, porque su propia madre, la dirigente socialista Anne Mansouret, le aconsejó tras el suceso en 2002 no hacerlo. Mansouret dijo que le dio ese consejo a su hija para que no quedar estigmatizada. Lo más sorprendente es que fue el mismo consejo que le dio el actual presidente francés, François Hollande, entonces primer secretario de los socialistas franceses y compañero de filas de su madre.
El caso es aún más estrambótico porque, según publicó el semanario político conservador L'Express, la madre de la periodista agredida, Anne Mansouret, tuvo una relación sexual "brutal" en el año 2000 con DSK.
Según la publicación, cuando la periodista narró a su madre el presunto intento de violación por parte de DSK, Mansouret llamó a su amiga íntima Brigitte Guillemette -curiosamente, la primera esposa del exdirector del FMI- y le contó lo ocurrido. Esta comentó que sabía que su ex había tenido comportamientos desviados con estudiantes, pero nunca pensó que llegaría tan lejos. Al parecer, tras hablar con su amiga, Guillemette llamó a su exmarido, quien le confesó: "No sé qué me ha pasado. Me he acostado con la madre y me he vuelto loco cuando he visto a la hija".
Hollande entra en escena
En este contexto, Tristane Banon implicó al actual presidente de Francia, François Hollande. Lo que narró Banon fue el intento por parte de Hollande de tapar el escándalo y de evitar que quien se perfilaba como un candidato a la presidencia francesa del partido socialista quedara manchado.
Banon explicó que Hollande, entonces primer secretario de los socialistas franceses (y alcalde de Tulle en aquellos años) estaba al tanto de todo lo ocurrido: "Me llamó una vez, después de los hechos. Muy inquieto, me dijo que había hablado con mi madre. Esperaba que siguiera el consejo que le había dado, de no denunciarlo".
"Para mí, Hollande era alguien de bien. Y oírle negar esa conversación ha pesado a la hora de decidirme a denunciar", declaraba la periodista en una entrevista concedida a L'Express.
Ya en 2011, en el marco de las investigaciones sobre el escándalo del hotel Sofitel en Nueva York, Hollande prestó declaración durante una hora ante la Brigada de Represión de la Delincuencia contra las Personas, institución que se encargaba del caso de DSK. En declaraciones a la prensa a su salida, el actual presidente de Francia denunció que estaba siendo objeto de una "operación política que busca poner su nombre en la prensa". En este sentido, advirtió a los que "intentan implicarle" en el caso que se reserva "los medios de iniciar diligencias" en su contra.
Además, Hollande insistió en que el caso no tenía nada que ver con él: "Es un asunto que concierne a dos personas, de ninguna manera al Partido Socialista y de ninguna forma a su primer secretario en la época", afirmó.