Al final va a ser verdad que Valérie Trierweiler y Rosa Benito van a tener más cosas en común de las que pensábamos. El último rumor parisino es que la todavía primera dama habría tomado "alguna pastilla de más" cuando se hizo público el romance de Hollande con Julie Gayet. Ni "ataque", ni "crisis de nervios". Medios solventes como RTL o Le Point hablan de la ingesta de fármacos, aunque añaden que la despechada Valérie "no trataba de suicidarse: se pasó un poco con la dosis". Es decir: sólo quería descansar, como Rosa Benito.
Trierweiller no ha recibido el alta todavía; seguirá ingresada hasta que finalice la cura de sueño a la que, al parecer, se está sometiendo. Según escribe Juan Pedro Quiñonero, corresponsal de ABC en Francia, los médicos que la atienden han prohibido que la visite François Hollande, su, que se sepa, todavía compañero sentimental. Tampoco habría recibido la visita de Ségolene: ella misma ha desmentido a "Voice", el medio que lo anunció. Y entre todos los desmentidos, el de la última amante, Gayet, que asegura que no está embarazada.
Tamara Falcó, ahora conferenciante en la Universidad. La joven ha impartido una conferencia en calidad de no se sabe qué en Sevilla, en un encuentro organizado por la Fundación San Pablo CEU con motivo de la Conversión de San Pablo. Ante un auditorio repleto sobre todo de chicas jóvenes, Tamara ha explicado durante una hora su proceso de conversión religiosa, ha repetido por enésima vez la historia de la Biblia que compró y ha explicado su oposición al aborto.
Y en Venezuela el intervencionismo de Nicolás Maduro llega hasta las telenovelas. De repente le ha dado por pensar que son "violentas e incitan al odio en la sociedad", y ha pedido a la ministra de Comunicación que revise la programación para eliminar las que no son de su agrado. Lo peor de todo es que con esta ocurrencia Maduro intenta limpiar la pésima imagen de su Gobierno en materia de seguridad, después de que la semana pasada la Miss Mónica Spear y su marido fuesen asesinados a tiros en plena calle.