Este jueves, 16 de enero, TVE reanuda su popular serie Cuéntame cómo pasó, ya en su décimo quinta temporada, abordando los recuerdos de la familia Alcántara –especie de símbolo de un clan de clase media- en la España de 1982, en un Madrid que estrenaba la tan traída y llevada "movida juvenil". Parece que a partir de este inmediato capítulo 254 sus integrantes vivirán una serie de dificultades, a las que tendrá que hacer frente con su mejor disposición el personaje que tan brillantemente interpreta uno de nuestros más populares actores, Imanol Arias. Hace sólo una semana lo contemplábamos dando vida al jesuita padre Vicente Ferrer, de un asombroso parecido y, sobre todo, con riguroso trabajo interpretativo, tal vez de los más difíciles de su larga carrera, que en el cine alcanza medio centenar de filmes y en la pequeña pantalla un buen puñado de series, casi todas de impacto popular.
Suelo decir que la vida de notables actores como él no empezó precisamente en un nido de rosas. Conocí a Manuel María Arias Domínguez cuando era un perfecto desconocido del gran público. Lo tuve enfrente de mí durante una cena con media docena de comensales. Supe que era leonés, del pueblo de Riaño, donde había nacido el 26 de abril de 1956 y que a los pocos días fue llevado con su familia a Ermua, localidad bilbaína cercana a Éibar, donde pasaría su infancia, adolescencia y primera juventud. En un hogar con estrecheces. Y nunca mejor dicho, porque nuestro protagonista recordaba que "nuestra primera casa era una habitación con derecho a cocina. Compartíamos la casa con otras familias. No teníamos salón propio". Su doble nombre castellano acabaría transformándolo en el vascuence Imanol. Como quiera que en aquella velada me resultó un interlocutor interesante, quedamos citados en un café de la Plaza de Oriente.
Y allí, me contó parte de su vida, de la que extracto hoy lo siguiente: "Yo estudiaba Bachillerato Técnico y me hubiera convertido en un buen perito en electrónica, de no ser porque en mi vida se cruzó el teatro. Estuve en un grupo llamado Narruzo-Zezen, en castellano Piel de Toro. Mi padre era jefe de máquinas de la Marina Mercante y a la vuelta de un viaje de dos años en Japón pretendía montar un negocio en nuestro pueblo, contando conmigo. Pero yo le dije que me iba a Madrid. Dejé en segundo curso mis estudios. Y en Madrid, sin haber cumplido los veinte años y sin conocer a nadie, en tanto quería estudiar Arte Dramático, dormía en la estación de metro de José Antonio, en la Gran Vía. Cuando estaban a punto de cerrar, pasada la medianoche, me escondía en un rincón para que no me descubrieran los vigilantes. Así pasé muchos días… Si ganaba algún dinero repartiendo guías de teléfonos lo gastaba en bocadillos, pero no podía pagarme una pensión. Juan Diego me echó una mano, presentándome a José Tamayo, quien me ofreció algunos papelitos en el teatro Bellas Artes que dirigía, la primera vez "llevando la lanza", como se dice entre los figurantes.
Cuando le iban mejor las cosas a Imanol Arias, contratado en el teatro María Guerrero, conoció a una joven actriz, trabajando en La hija del aire, llamada Socorro Anadón. Cuatro años duró legalmente su matrimonio, hasta 1986. Pero, dos años antes, se había enamorado de Pastora Vega, nieta de un legendario matador de toros, Gitanillo de Triana. Convivirían entre 1984 y 2009, tiempo durante el que formaron una estupenda pareja, que engendró dos hijos, Daniel y Jon. La biografía artística de Imanol Arias se enriqueció en la década de los 80 a partir del largometraje que dirigió Pedro Almodóvar, Laberinto de pasiones, que le abrió la puerta del cine como un prometedor galán. Y así, ya fue luego un protagonista de lujo en Demonios en el jardín, Bearn, La muerte de Mikel y un largo etcétera, como su papel de El Lute, complementado con apariciones televisivas en Anillos de oro, primera de una lista de series exitosas en audiencia. Al margen de toda su posterior filmografía y también apariciones teatrales, el nombre de Imanol Arias ha de incluirse entre los mejores actores de las últimas décadas. Es concienzudo a la hora de preparar sus trabajos. Huye de cualquier frivolidad que ponga en riesgo su profesión. No frecuenta la vida social, pero en el trato personal siempre es afectuoso y goza no sólo de prestigio artístico, sino de respeto entre quienes lo conocemos.
Su separación de Pastora Vega (con quien nunca estuvo casado) fue toda una sorpresa, que él llevó con la mayor discreción posible. Ambos compartían –probablemente las mantengan aún- varias sociedades mercantiles, incluyendo sus propiedades inmobiliarias, entre ellas un chalé de lujo en la zona residencial Parque del Conde de Orgaz, en Madrid, y en Caños de Meca (Cádiz), donde pasaban sus vacaciones. Entre otros negocios, él es socio de unas importantes bodegas vinícolas. Y de una empresa de limpieza de instalaciones de aire acondicionado. La productora de Cuéntame, que preside Miguel Ángel Bernardeau, casado con la protagonista femenina, Ana Duato, nunca ha hecho públicos los emolumentos de Imanol Arias, pero se ha filtrado que podría estar percibiendo 60.000 euros por capítulo, probablemente asimismo con una participación en las ganancias de la sociedad, lo que lo convertiría en uno de los actores mejor pagados de España… si no en el número uno en ese aspecto. Que se lo merece, sin duda.
Sentimentalmente, ha rehecho su vida con otra mujer con la que dice ser muy feliz. Este mes de enero se cumplen tres años de convivencia del galán con la diseñadora Irene Meritxell. Imanol no ha manifestado todavía sus deseos de casarse con ella. ¿Tiene el divorcio de su primera y única esposa legal? Celoso de su intimidad, nunca ha hecho públicos sus pensamientos sentimentales. Es probable que, si se decidiera a contraer matrimonio civil, lo hiciera en secreto. Respetamos, como es natural, esa actitud, máxime cuando es alguien que siempre ha tratado a los periodistas con amabilidad.