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Alejandro Sanz, invitado a cantar en la Casa Blanca

El cantante será investido Doctor Honoris Causa por una Universidad norteamericana.

Alejandro Sanz, en pleno concierto | Cordon Press

Alejandro Sánchez Pizarro no podía ni remotamente imaginarse que, de chico de barrio, revoltoso, con oposiciones a macarrilla de vía estrecha, teniendo sólo unos estudios elementales y expulsado de su colegio, llegaría a ser declarado "Doctor honoris causa" por una destacada Universidad norteamericana, la de Berklee, institución docente privada con gran prestigio mundial. Y todo gracias a la música, a sus composiciones, al estilo impuesto en una ya larga carrera que empezó en 1988. Entonces, se anunciaba pomposamente Alejandro Magno, vestía chaquetilla torera y cantaba un género etiquetado como "techno-flamenco", con canciones de su autoría como "Los chulos son p'a cuidarlos". De esa primera época es cuando firmaba su repertorio con el seudónimo de Algazul Medina, en razón a que este último era el segundo apellido de su madre, natural de Alcalá de los Gazules, cuya abreviada acepción justificaba la primera parte de aquel sobrenombre. Finalmente, ya en la década de los 90, el simpático golfillo madrileño del barrio de Pueblo Nuevo, que luego su familia, de origen gaditano, cambió por el de Moratalaz, adoptaría el definitivo apelativo de Alejandro Sanz, coreado por millones de jovencitas de medio mundo.

No siendo buen estudiante, el joven resultó un voraz lector de novelas, afición que le transmitió su padre, vendedor de libros en sus épocas flacas, cuando no conseguía contratos para su grupo musical, uno el Trío Juventud y otro Los Tres de la Bahía. Esa vocación musical paterna también alcanzó al pequeño Alejandro, que a sus siete años recibió un inesperado regalo de su progenitor: una guitarra. A los once abriles comenzó a escribir sus primeras canciones. Y a los catorce hizo coros en un disco del asturiano del "glam", Tino Casal. Convencido el señor Sánchez que su chaval no iba a llegar nunca a la Universidad, lo metió en la academia Teide, que estaba en la madrileña Plaza Mayor, de donde salió cinco años después con el título de técnico administrativo. Profesión que jamás ejercería. Treinta mil pesetas le costó una guitarra de mediana calidad, que pagó como pudo, tarde y mal, en tanto cobró cinco mil en su primera actuación. Aquello ocurría hace ya un cuarto de siglo.

Cuando ya ha vendido veinticinco millones de discos y es un ídolo mundial, sobre todo en el área latina, puede presumir de haber sido invitado a cantar en la Casa Blanca. Lástima que, al final, no pudiera hacerlo: un dúo con Nathalie Cole (hija de aquel legendario Nat King Cole). La causa de la suspensión de la velada musical (pospuesta para mejor ocasión) la tuvo el reciente atentado terrorista en unas instalaciones de la Marina estadounidense, cerca de Washington. Mas nuestro compatriota se sintió muy complacido cuando el Presidente Obama estrechó su mano, felicitándolo cordialmente. Lo cual, es evidente no está al alcance de cualquier cantante español. Quien, como decíamos al principio, será investido "Doctor honoris causa" el próximo 6 de noviembre, en Boston, Massachusetts. Título concedido "por su contribución a la cultura musical". Está previsto que un grupo de estudiantes de la Universidad de Berklee interpreten algunas de las canciones de Alejandro.

La última grabación del risueño cantante (que ha vivido en los últimos años en Miami pero que en adelante quisiera pasar más tiempo en España, en su mansión de Pozuelo de Alarcón, Madrid) es "This game is over", con la colaboración de la británica Emeli Sandé y el actor e intérprete norteamericano de rhytm and blues Jamie Foxx. Se incluirá en un Cd de próxima aparición recogiendo su espectáculo "La música no se toca", el del concierto ofrecido el pasado 19 de junio en el Estadio Olímpico de La Cartuja, en Sevilla. Donde también evocó viejos éxitos ("Corazón partío", "Amiga mía", "No es lo mismo") e hizo muy aplaudidos duetos con Malú, Bisbal, Manolo García y Pablo Alborán. Dentro de pocos días hará una gira por México, donde goza de una gran popularidad, como en el resto de países de habla hispana. Y entre los variados negocios que mantiene (para "dar aire", como dicen los andaluces, a los muchos millones de su cuenta corriente), el último es el de una fábrica de guitarras. La empresa se llama Smart Spanish Guitars, y forman también parte de ella el productor musical Jesús Bola y el compositor, cantante y asimismo productor, Paco Ortega; este último, inventor de una original guitarra a la que se adosa un aparato de poco tamaño, mediante el cual se consigue un sonido sumamente original y atractivo.

Por todo lo antedicho, Alejandro Sanz vive una dulce etapa de su vida, tres meses antes de cumplir cuarenta y cinco años, a la que no es ajena su esposa, Raquel Perera, con quien tiene un hijo, Dylan, de dos años (el tercero, tras ser padre de otras dos relaciones, con Jaydy Michel y Valeria Rivera).

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