Era de esperar la discreción con la que el matrimonio de actores formado por Javier Bardem y Penélope Cruz ha llevado el nacimiento de su hija. La pareja decidió que su segundo bebé naciera en Madrid y no en Los Ángeles, como el primogénito de la pareja. Un nacimiento que coincidió con el de Jorge Alejandro Luis, el vástago de los duques de Cambridge, pero que contrasta en la escasa atención a la prensa y cordialidad que ha dispensado la pareja española, aún en su propio país.
Es de sobra conocida la alergia de Javier Bardem a la prensa española. Tanto es así, que el sábado pasado y tras asistir a un espectáculo teatral, el del actor Asier Etxeandía, el actor insultó a los periodistas que se habían reunido en la entrada a un restaurante donde acudió a cenar con Penélope Cruz y la madre de ésta.
La pareja acostumbra en España a trasladarse en una furgoneta con los cristales tintados, con chófer, y a entrar por la puerta de servicio a los locales a los que acuden, para pasar aún más desapercibidos. Y así es como salieron del Hospital Ruber, donde Penélope dio a luz a su hija.
Una política que, naturalmente, han seguido a la hora de sobrellevar el nacimiento de la pequeña, entre fuertes medidas de seguridad. Penélope Cruz fue ingresada con la máxima discreción, la misma con la que ha sido dada de alta, en un hospital que podría considerarse blindado para la prensa.
Pese a la alta afluencia de famosos -Pedro Almodóvar entre los primeros- la pareja ha rechazado presentar si quiera brevemente a la pequeña, de la que se desconoce aún el nombre, tanto a la prensa como, por extensión, a los españoles. Los dos actores, al igual que sus familiares -incluyendo el padre de Penélope, en la imagen- salieron de las instalaciones a toda prisa y sin prestar ninguna atención o siquiera saludar a los fotógrafos.