La infanta Elena y Jaime de Marichalar, 18 años después de su boda

La revista Vanity Fair recuerda en su edición digital el enlace de la infanta Elena de Borbón con Jaime de Marichalar, 18 años después de haberse producido. Pese a lo notable de su divorcio, los acontecimientos de aquel 18 de marzo de 1995 fueron tremendamente relevantes, dice la revista. Se trataba de la primera boda real en España desde la de Alfonso XIII, en el año 1906. Incluso el rey Juan Carlos contrajo matrimonio fuera de nuestras fronteras, en Grecia.

El enlace en la catedral de Sevilla, sin embargo, resultó espectacular. En ella se congregó lo más granado de la aristocracia española y extranjera, así como del resto de Casas Reales. Al fin y al cabo, Marichalar -nacido en Pamplona en 1963- poseía el título más antiguo de la nobleza española: era hijo del conde de Ripalda y miembro del señorío de Tejada por parte de madre.

Una unión, la de la infanta y su marido, que se rompió antes del 13 de noviembre de 2007, fecha en la que ambos anunciaron el "cese temporal de la convivencia", recuerda Vanity Fair. El divorcio no se consumaría por completo hasta enero del año 2010.

Ahora, la revista habla de "frialdad completa" a la hora de resumir el estado de la relación entre ambos. Marichalar ocupó un lugar destacado en los titulares gracias a su particular estilo de vestir, así como los grandes cargos que acumulaba en su currículum empresarial. Ahora su vida es mucho más discreta, y pese a frecuentar los actos de la jet-set (el último de ellos, el homenaje a Loewe de la semana pasada), ha dejado París y su tríplex del barrio de Salamanca por un piso más pequeño en Núñez de Balboa, limitando su actividad laboral a un puesto en la alta dirección en Loewe y en la Sociedad General Inmobiliaria.

En el tiempo transcurrido desde el divorcio, y aún antes, Marichalar jamás ha hablado sobre su exmujer o sobre el Rey, y el único momento donde su camino se volvió a cruzar con el de la Familia Real fue con el desafortunado disparo en el pie de su hijo Felipe Juan Froilán. Sin ninguna relación conocida desde entonces, Marichalar perdió el ducado, el tratamiento de excelencia y la Grandeza de España pero su actitud ha sido siempre impecable respecto a la Familia Real.

La infanta Elena es la que mejor ha capeado el temporal que azota a la Familia Real por el escándalo Urdangarín y el de Corinna. De hecho, ha admitido sin queja alguna haber quedado relegada a un segundo lugar en los actos oficiales, una maniobra ideada por la institución para alejar a su hermana la infanta Cristina de la atención pública. 

Al contrario que ella, la actividad empresarial de la infanta Elena ha sido mucho más limitada, de modo que ha podido mantenerse al margen de las sospechas de la prensa y la Justicia, en un momento en el que el caso Nóos ha extendido la sospecha de corrupción y escándalo financiero a toda la institución. Todo ello pese a la implicación de su secretario y amigo personal Carlos García Revenga. 

Tras su aventura con Global Cinoscéfalos, la infanta, titulada como profesora, ha trabajado en la guardería Micos y más tarde fue contratada como directora del Área de Acción Social por la Fundación MAPFRE, trabajo que hoy compatibiliza con un puesto como profesora de inglés en el colegio San Patricio, publica Vanity Fair.

Sobre su vida personal, mucho se ha especulado recientemente sobre su relación con el médico del Rey, el traumatólogo Ángel Villamor. No ha sido el único posible romance que se le ha atribuido en estos años, por mucho que siempre hayan transcurrido de manera discreta. Según la publicación, su relación con Cristina de Borbón ha mejorado. La necesidad de mantenerse juntas y las constantes visitas al hospital por las operaciones del Rey han conseguido mantener cierto apego a la familia. No obstante, sus relaciones nunca fueron cálidas con doña Letizia o incluso el príncipe Felipe.