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La verdad sobre la relación de 'el Cordobés' con su padre

De frente y por derecho, es el título de las memorias del diestro, dedicadas a su madre y en las que trata el espinoso asunto de su padre.

El Cordobés, padre e hijo

La vida de El Cordobés ha sido abordada en la revista ¡Hola! de manera extensa en un reportaje fotográfico con entrevista en la que repasa muchos puntos de su vida. En este libro, que saldrá publicado el próximo 27 de noviembre, el torero cuenta, con la ayuda del escritor Jaime Royo-Villanova, toda su vida con el corazón en la mano y, con ello, intenta defender el honor de María Dolores, su madre y mayor apoyo.

En el extracto al que ha tenido acceso la revista, el diestro narra cómo su madre, de origen humilde, conoció a su padre, el también torero Manuel Benítez El Cordobés. Después de que sucediera "lo inevitable", María Dolores se quedó embarazada y el matador "se hizo el loco" cuando lo supo.

No fue hasta un año después de su nacimiento que Manuel Benítez dio señales de vida. Cuando su hijo tenía ya quince meses el torero conoció a su hijo en el Hotel Wellington, donde se citaron. Cuando vio al pequeño, exclamó: "Tiene el pelo igual que yo cuando era pequeño", dijo Manuel al ver a su hijo. En las memorias, se cuenta cómo el diestro cogió al pequeño en brazos con una enorme sonrisa y, después, procedió a darle su reloj de oro a la madre y un fajo de billetes, que guardó en la camisa del pequeño.

Las "angustiosas estrecheces económicas" le hicieron desde muy pequeño cargar con la responsabilidad de ser él quien evitara la "pobreza de todos los suyos", y la decisión de "resarcir el honor de su madre".

A los once años, Manuel Díaz pisó por primera vez una plaza de toros. En ese momento le dijo a su madre "mamá, yo sé quién es mi padre y quiero ser torero". Con su destino ya decidido, el diestro recuerda en sus memorias cuando El Brujo le ofreció cumplir su sueño. Cuenta también que Paquirri en persona le miraba con buenos ojos. El torero, precisamente, le dedicó el último de los toros antes de morir.

Para conseguirlo, debía lanzarse como espontáneo en una corrida de su padre, sino no conseguiría el contrato. Y lo hizo, logrando cruzar los ojos con su progenitor. De ahí, pasó a ser novillero por todo el país, burlando el boicot de Manuel Benítez, que no quería que nadie asociara el nombre de El Cordobés a alguien que no fuera él.

Su confirmación como diestro llegó en la madrileña plaza de Las Ventas. Antes de comenzar una de las corridas más importantes de su vida, Manuel Díaz le dijo a su madre las mismas palabras que su padre le dijo a su hermana la primera vez que salió a esa plaza: "Madre, la historia se repite: o te visto de luto o te compro una casa".

Desde entonces, han pasado diecisiete años de profesión, dieciocho cornadas y más de tres mil toros lidiados. Manuel Díaz ha conocido el amor y la paternidad. Pero sigue anhelando que su padre se sienta orgulloso de él.

Sólo se han vuelto a cruzar en un viaje en AVE. Se cruzaron la mirada un momento "pero fue como si allí hubiera transcurrido un año". Con este libro, Manuel Díaz quiere dejar claro que le encantaría decirle a su padre que está orgullo de quien es porque en el fondo, "estoy convencido de que mi padre y yo nos respetamos y nos admiramos".

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