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La culpa es de Ana Rosa

Rosa Benito ha aprovechado muy bien la oportunidad que le brindó Ana Rosa Quintana.

Un día preguntaron a Andy Warhol cómo había llegado al mundo del cine underground. "Yendo de camino a Hollywood", contestó". Rosa Benito llegó al underground yendo de camino a Houston. Hace unos años, Ana Rosa Quintana la recogió en su tresillo con motivo de la enfermedad de Rocío Jurado. Era el tipo de tertuliana insider que se utiliza en las conversaciones sobre los famosos (Ana Rosa lo volvió a hacer con Anabel Pantoja). Luego Rosa Benito fue fichada por Sálvame y, posteriormente, ganó Supervivientes (un 70% de share había cuando se anunció la vencedora). Vino del concurso con tipazo convertida en una Nora de ‘Casa de muñecas’ con biquini. Llegó al plató y con 200.000 euros en su bolsillo mandó callar a Amador, su marido: "Calladito tú. Si no, salte pa fuera". También decía cosas de telenovela como "Ya no soy de cristal, soy de roca".

Hay quien nunca ha entendido qué hace una persona como ella, que ni siquiera tiene el perfil chusco de la Cándida de Guillermo Fesser, en un programa de televisión. Pero no es un programa de televisión cualquiera, es Sálvame. También es verdad que Rosa Benito no es un ama de casa, aunque vaya de ese palo. En todo caso, es un ama de casa viajada. Un día que iba a ir a un concierto de Patxi Andión fue a uno de Rocío Jurado, conoció a Amador y se labró este presente de estrella normal de la televisión.

En su ensayo Cómo hacerse famoso, John Waters recomienda utilizar a la familia. Se refiere a aprovecharse del dinero de la familia pero no cabe duda de que Rosa Benito se aprovecha de la suya. Su trabajo consiste en eso. En hablar de su hija, de su cuñado Ortega Cano o de su marido (el último episodio). Eso sin contar las veces en que vuelve a salir Rocío Jurado, pero este es un tema ya muy marginal. Estoy segura de que a John Waters le encantaría Sálvame. A Andy Warhol también. "De alguna manera atraemos a gente capaz de darlo todo ante la cámara", decía Warhol de sus películas improvisadas. "Realmente son superestrellas. Es mucho más duro ser tu propio guión que memorizar el de otra persona. No creo que el argumento sea importante", continuaba en una entrevista de 1970 en Vogue.

De hecho, da igual cuál sea el último capítulo de Rosa Benito. Si Amador está inaguantable, si quiere sexo a todas horas, si ella tuvo una crisis de ansiedad, si Mila no se cree nada, si él tuvo muchas amantes, si ambos han provocado la matrimoniada... Qué más da. "Este personaje mediático" (como ella se llama) tiene "una silla" (eso lo dicen mucho) para contar su merienda. Por supuesto que hay gente que cree que solo Proust puede contar su merienda, pero no es público de su programa.

Una de las performances que se barajan en Sálvame es una terapia de pareja en plató de Rosa y Amador, una forma distinta de "sentarse" (otra expresión habitual de ese universo). La culpa de todo esto la tiene Ana Rosa.

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