Nuestro binomio poético se adentra hoy en el vidrioso terreno de los parentescos políticos, donde, más que nunca, ponen de manifiesto sus diferencias irreconciliables.
¿Y ustedes qué? ¿A callar como muertos?
PARIENTES PEGADOS
por Monsieur de Sans-Foy
Magnánima suegra, cuñados frugales...
Aparte de tiernos corderos lechales,
engullen percebes que es cosa de ver.
Y, a cambio de tanto fastidio y engorro,
te miran pensando: menudo pedorro...
¿Y en éste, qué ha visto, la pobre mujer?
Atávicas hordas de sangre distinta,
que opinan que tienes todita la pinta
de enfermo de alguna dolencia letal.
Tu suegra pregunta si tienes seguro:
se está imaginando vestida de oscuro,
metiendo las napias en tu funeral.
Cuñados amenos, cuñadas discretas,
que saben de frenos, que saben de setas,
que saben de todo lo que hay que saber,
no dudan en darte sus sabios consejos,
(y luego te miran un tanto perplejos,
oyendo por do se los pueden meter).
Les sacas botellas de finos licores,
por ver si disipas sus vanos temores,
pues ves que te miran con preocupación:
De un tipo como éste, que no es ni familia,
¿qué puede esperarse? Quizá, la hemofilia...
Y venga a llenarse la copa de ron.
Algunos les llaman "parientes pegados".
Será con Loctite. ¡Menudos pesados!
La mínima estancia no baja del mes.
Ninguna visita se pone tu bata
ni pringa tus discos de fresas con nata...
Pero es "tu familia"... Te jodes, Andrés.
ADMONICIÓN A LOS QUE OFENDEN A SUEGRAS E CUÑADOS
por Fray Josepho
"Hay que amar a la suegra". Non lo dixo el Señor,
mas lo diz este fraire, su leal servidor.
E otrosí a los cuñados hay que dalles amor,
maguer yanten tus viandas e pimplen tu licor.
¡Non creades el tópico qu’el alma desintegra!
¡Non creades, hermanos, la leyenda tan negra!
¡Ca al marido christiano le complaçe et alegra
reçebir en su casa, con amor, a la suegra!
La alegría jocunda por doquier se desata,
de manera çelérica e de guisa inmediata,
cuando en casa reçibes(¡qué visita más grata!)
a tu hermano político, progresista e soçiata.
Manda Nuestro Señor amar al enemigo,
manda dalle agasaxos, e sentallo contigo,
e fablar de nonadas que te importan un figo,
e sofrir, por tu sposa, de buen grado el castigo.
A tu suegra non mires con mirada vidriosa,
de su aspeto non fagas, maliçioso, la glosa.
Ca de aquí a treinta años va a pasar una cosa:
¡clavadita a tu suegra tornarase tu sposa!
Non pienses en divorçio, ca es una stupidez.
Los divorçiados siempre, con grand xilipollez,
rexúntase de nuevo, e tienen otra vez
su suegra e sus cuñados de análogo jaez.
Obedeçe las reglas del Sancto Casamiento.
A tu suegra e cuñados non podrás –lo lamento–,
ni mandallos al guano, ni a tomar mucho el viento...
¿Por qué credes que yo me metí en un convento?