Dos son las canciones que acompañan los primeros tiempos de la transición. Sin duda, rebuscando en archivos y en la propia memoria, pueden encontrarse algunas otras, no pocas de ellas de tinte panfletario, himnos de partidos políticos de fugaz existencia. Pero las que prendieron en el recuerdo, todavía casi cuatro décadas después de que fueran estrenadas, fueron "Habla, pueblo" y "Libertad sin ira".
La primera de las citadas fue compuesta por el grupo murciano Vino Tinto, que surgió en la población de Yecla en los primeros años 70. La línea musical de este septeto, al que pertenecían cuatro voces masculinas y tres femeninas, era de estilo folk, en la época en la que estaban consolidados dos conjuntos, Mocedades y Nuevo Mester de Juglaría, a los que querían parecerse, de alguna manera, o alcanzar la difusión de su repertorio. No lo lograron en su menguada discografía –dos álbumes, ocho sencillos- desde 1972 hasta 1977, fecha de su disolución. Sin embargo, sí que obtuvieron un eco que nunca pudieron prever con su tema "Habla, pueblo". Sonó en todos los rincones de España el año 1976. ¿La razón? Esta: UCD adquirió los derechos de la letra y música de la canción para su campaña promocional en las primeras elecciones generales que hubo en España, tras cuarenta y tres años de dictadura, celebradas en 15 de junio, con el triunfo del partido que lideraba el hoy llorado Adolfo Suárez. El estribillo se repetía hasta la saciedad: "Habla, pueblo, habla…". Su mensaje para que la sociedad española participara con su voto libre caló profundamente en las conciencias de cuantos españoles abrazamos la democracia. Nunca esa canción fue editada comercialmente. El disco fue sólo de promoción electoral. El septeto, tras varios cambios en su formación, quedó disuelto al año siguiente. En los últimos años ha surgido otro, sin nada que ver con el original.
La otra indiscutible canción de esa época, historia de la vida española, es "Libertad sin ira". Es curioso recordar que, aunque los ecos de su mensaje estaban relacionados significativamente con los años de la transición, su origen no se ligó a ningún partido político, aunque luego todos ellos parecieron apropiarse del tema como si fuera un himno propio. La letra y la música fueron obra de dos de los mejores compositores del pop español, Pablo Herrero y José Luis Armenteros, que habían pertenecido al mítico grupo Los Relámpagos y firmaban después sus creaciones con el seudónimo de José Luis de Pablo. Con ambos colaboró en dicha pieza el publicista Rafael Baladés. Recibieron un encargo del entonces todopoderoso editor de Diario 16, (que dirigiría Pedro J. Ramírez) de nombre Juan Tomás de Salas. "Libertad sin ira" sonó en televisión y en las emisoras de radio como parte de una intensa campaña promocional del periódico. Eso sí, en aquel histórico año de la transición, el del triunfo ya reseñado de Suárez en las primeras elecciones libres en nuestro país en ese tiempo de esperanza. ¿Quién que hoy tenga de treinta años en adelante no tarareó alguna vez aquella vibrante melodía, con aire de himno, que nos invitaba a empezar de nuevo, a olvidar odios y rencillas del pasado? La estrenó un joven grupo onubense, Jarcha, liderado por Ángel Corpa. En principio, integrado por ocho componentes, cuatro chicos y cuatro chicas, una de ellas la luego popular solista Martirio. La actividad musical del conjunto, cuyo estilo era folk con letras comprometidas socialmente, duró entre 1974, con el álbum Nuestra Andalucía, hasta mitad de los años 90. Y aunque tuvieron otros éxitos, ninguno de ellos superó el de "Libertad sin ira".
Si espigamos más títulos de esos años, ahora tan recordados tras el fallecimiento de Adolfo Suárez, que nos evocan la histórica transición que se produjo en la España de los albores de la democracia, insistimos en que no hallamos otros tan significativos como los dos reseñados. En todo caso, sírvanos también algunos otros destacados. De aquel 1976 el álbum del nacionalista catalán Lluís Llach, Barcelona. Gener de 1976. De José Antonio Labordeta (que tan bien conoció Federico Jiménez Losantos) su elepé Cantes de la tierra adentro, lo mismo que el de su entrañable compañero Joaquín Carbonell, Con la ayuda de todos. No obstante su importante contenido, fueron discos minoritarios con respecto a tiradas de otros discos más comerciales. Militaban entonces a la izquierda nombres vinculados a la llamada años atrás canción protesta: Víctor Manuel, Pablo Guerrero, Ana María Drack, Rosa León… Empezó a darse a conocer Carlos Cano con El Salustiano, sonaba "Verde, blanca, verde" como himno de las reivindicaciones autonómicas de los andaluces. Volvía en otoño, tras su exilio mexicano, Joan Manuel Serrat, prohibido tiempo atrás en las emisoras nacionales. Aute, Massiel, Cecilia, Hilario Camacho… Voces que, con las políticas liberales impulsadas en la transición, hallan un hueco decisivo en el nuevo panorama musical. Y artistas más comerciales, pero no menos comprometidos, como María Ostiz, con su "Canta, cigarra", se aúpan en las listas de éxitos, junto a Mocedades, Aguaviva (que cantaban versos del todavía exiliado Rafael Alberti), Miguel Ríos en alza y grupos salidos de las catacumbas marginales, que comenzaban a hacerse con una importante parroquia, casos de Coz, Asfalto, Ñu y un emergente Ramoncín.
Años que musicalmente llevamos muchos españoles prendidos en la memoria y en el corazón. Es lo que, como un tópico poético, se nos repite, aquello de la banda sonora de un tiempo de ilusiones y esperanzas. Ilusiones que alumbró la transición liderada por el hombre que, ahora ya sí, ha entrado en la Historia para siempre, allá desde la eternidad.