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Rosa Belmonte

Condenadas a Pilates

Como aseguró Camille Paglia, las mujeres nos hemos convertido en clones y estamos "condenadas a Pilates los próximos 30 años".

Como eat girl, lo voy a decir. Quiero las pastillas para la migraña de Isabel Preysler. Si adelgazan tanto, ¿qué demonios hacemos perdiendo el tiempo con dietas ineficaces y trotando por ahí como las cabras? En su defecto, quiero que me manden a Siberia. Hay que ver lo bien que sienta. Por lo menos a las Pussy Riots. Miren a Nadezhda Tolokónnikova, la guapa. Oigan, que ha venido más guapa todavía de Siberia. Está mejor que cuando llevaba media melena y la camiseta azul con el letrero de "¡No pasarán!".

Y eso que escribió una carta sobre las "horrorosas condiciones de detención" del primer sitio en el que estuvo que ni Solzhenitsyn y su ‘Un día en la vida de Iván Denísovich’, que hablaba de trabajos forzados durante 16 o 17 horas y de pan duro, leche diluida en agua y patatas podridas. Por esta carta la castigaron y la mandaron a otro sitio (cuando estuvo perdida), aunque parece que sirvió para algo. Habrá que ver si después de Sochi vuelven a lo anterior. Lo de Siberia no se nos había ocurrido a nadie como cura de belleza. Vale, la tía ya era un cañón, pero ha mejorado tras su duro encarcelamiento. Siberia is the new Shangri-La.

Leo en el Daily Mail (copiado del Mirror) que Sarah Ferguson ha pasado tres meses entrenando en los Alpes suizos. Ha perdido casi trece kilos con la ayuda de su entrenador personal de 20 años (que está con ella 20 años, que estará para pegarse un tiro también). Y, además, con una dieta especial. Más caminatas diarias. La pareja estaba en un pedazo de chalet con piscina en Verbier. También era filmada por un equipo de televisión para un programa que se emitirá en Estados Unidos en 2014 (la Ferguson no pierde ripio si se trata de ganar dinero).

El nuevo tipazo lo ha enseñado en Los Ángeles en un almuerzo benéfico. Dice que quiere usar su (última) pérdida de peso para fomentar la sensibilidad en esto de la batalla contra la obesidad. También que subió montañas (parece un solo de Sonrisas y lágrimas) y corrió cada día. Que así es como se puso en forma. Pero yo de esta no me fío. Encima de lo carísimo de irse a un chalet en los Alpes suizos (claro, a Sandringham no la dejaban ir), esta se pone como una nevera Smeg en menos que yo me como un gallo. Y lo de Siberia parece más barato. Bueno, las pastillas de la Preysler todavía lo serán más. Y no veo el momento de irme a gritar en ruso contra Putin a una iglesia de Moscú. Aunque al final voy a acabar en lo de siempre. Por muchos propósitos de año nuevo que me haga. En una entrevista del viernes en el Wall Street Journal, Camille Paglia asegura que las mujeres nos hemos convertido en clones y que estamos "condenadas a Pilates los próximos 30 años". Si sabía yo que era una maldición.

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