Llevamos años reflexionando sobre qué es el auténtico lujo. Y lo cierto es que la definición de la RAE no termina de convencernos del todo. Su acepción peyorativa asusta a más de un curioso que abre un diccionario. Pero lo cierto es que, al margen de esta industria que los liberales defendemos, no siempre todos comprenden el lujo como algo experimental, algo intangible: que no se ve pero que se siente.
Un rico café por la mañana, un paseo en la playa, levantarse escuchando a Federico, un buen libro, el silencio, que suene el despertador y que uno siga durmiendo, una conversación interesante... Hay tantos lujos como experiencias positivas por sujeto. ¡Qué sé yo! Igual para alguno lujo es pasearse en gayumbos por su casa.
Desde luego que la ideología comunista ha hecho mucho daño a este concepto. Luchar por el igualitarismo es cargarse el lujo por completo. Porque si algo tiene el lujo es que este no es democrático y sirve para que nos diferenciemos. Sí. Es curioso, porque hoy día parece que todo está al alcance de todos. Así hemos llegado a esta crisis: hipotecándonos hasta las cejas con ZP -¡y valga la redundancia!- para aspirar a lo que uno no podía tener. Coches, viajes, casones… La izquierda entiende por <lujo> derroche.
Conversando con Enrique Loewe y otras tantas eminencias de la moda española llegamos a la conclusión de que la palabra <lujo> está mal vista en España. Enrique incluso llegó a decir la barbaridad de cambiar el término por otra palabra.
Y esto cobra sentido cuando pensamos en que España, por desgracia, sociológicamente es un país socialista. Queridos lectores, somos, desafortunadamente, una minoría. Los populares de ahora no nos terminan de convencer, los socialistas de siempre son unos vagos; y de otros partidos… mejor ni hablamos, ¿verdad? Pero tampoco es motivo para salir a la calle a protestar, a acampar en las plazas públicas y a quemar basureros practicando el anarquismo. El lujo está por encima de todo esto.
¿Qué es entonces el lujo para ustedes? Benedetta Poletti, la actual directora de la revista ELLE de España, tuvo la grandiosa e inteligente iniciativa de, partiendo de una revista de moda, organizar eventos puntuales que no solo retraten colores, estampados y tejidos. Así, creó los ‘Elle Talks’ que ya van por su segunda edición. El mes de diciembre se lo dedicó al lujo. Y el mini-acto consistía en unos cuantos ponentes que, durante 10 minutos, debían definir qué es para ellos el lujo.
Entre los conferenciantes me conmovió escuchar a la diseñadora Carmen March, que actualmente es la directora creativa de la enseña Pedro del Hierro, propiedad del Grupo Cortefiel desde los 90. Hablaba de la importancia que tiene la ropa. Que, aunque parezca una superficialidad, Carmen diseña las prendas de vestir pensando en cómo deben ser por dentro; en cómo estas deben acariciar el cuerpo de una persona. Y eso tiene mucho de erotismo, según la creativa. Cómo entra en contacto directo la lencería femenina con la piel de la mujer y cómo el tacto hace el cariño, son las teorías que defendía durante su ponencia para explicar qué es el lujo en su trabajo de moda.
Cuando hablamos de erotismo en esta industria, se me viene a la cabeza los múltiples análisis psicosociológicos que podríamos hacer partiendo de un bolso de una mujer. Enrique Loewe organizó en su día, en colaboración con otras entidades, una exposición del "interior" de los bolsos. El bolso para la mujer forma parte de la misma; es como si dentro del bolso estuviera toda la vida de ella, su "casita". Nuestras necesidades, nuestras pertenencias… A algunas les da seguridad, a otras les proporciona mero pragmatismo.
El lujo no es corrupto, no pega, no roba, no molesta… aunque parece que hay personas que siguen llevándose las manos a la cabeza si se paga, por un bolso, más de un cero a la derecha. El lujo no es malo; el lujo es la verdad, el lujo es sentirse uno mismo manifestándolo sin sentir miedo al rechazo. El lujo es la libertad, que tiene su precio; el lujo es poder tener un trabajo que además nos entusiasme. El lujo es amar a Dios y ser amado. Creo que la funcionalidad ya no forma parte del lujo. No. El lujo va más allá de las necesidades del hombre. Y para ustedes, ¿qué es el lujo?