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Jake Sandoval

Martín-Artajo o el devenir de la élite española

Más allá del destino final de Martín-Artajo, el bróker certifica que el talento se ha mudado de la esfera pública a la privada.

Más allá del destino final de Martín-Artajo, el bróker certifica que el talento se ha mudado de la esfera pública a la privada.
Jp Morgan y Martín Artajo

El pasado 27 de Agosto se entregaba a la Policía y prestaba posteriormente declaración en la Audiencia Nacional el extrader de JP Morgan Javier Martín-Artajo. Los Estados Unidos solicitan su extradición acusado de encubrir pérdidas para el banco americano por valor de casi seis mil millones de dólares. En España, fuera del circuito financiero, se desconocía tanto la existencia del bróker como el alto cargo que ocupaba en el organigrama de la entidad financiera, ya que -con residencia en Londres- era uno de los responsables de la tesorería mundial.

Era inevitable que llamándose Martín-Artajo se relacionase al acusado con su tío-abuelo, Alberto Martin-Artajo, ministro de Exteriores desde 1945 a 1957, quien pasó a la historia por lograr romper el aislamiento internacional de España en la posguerra mediante la firma del concordato en 1953 con la Santa Sede y los posteriores acuerdos con los Estados Unidos que permitieron a España entrar a formar parte de la ONU. En la España de los años sesenta y setenta era común que a los profesionales de éxito se les conociese con dos apellidos, después sus sucesores solían unirlos para poder distinguir su apellido mediante el uso de un guión. Si los más snobs intentaban colocar un "de" o "de la" delante de su apellido para intentar ennoblecerlo al estilo francés, los mas tecnócratas usaban el guión como elemento diferenciador. Detrás de cada guión hay casi siempre la historia de alguien humilde que, a base de esfuerzo y talento, consiguió hacerse un hueco en el difícil mundo español.

El caso del bróker ha puesto sobre la mesa una de las transformaciones más importantes de la sociedad española. Durante los primeros ochenta años del siglo XX la gente más preparada, válida e inteligente intentaba hacer carrera profesional en el sector público. Abogados del estado, diplomáticos o notarios, para los que llegar a ser ministro era el culmen de su carrera. Sus nietos han roto por completo y en líneas generales no quieren saber absolutamente nada ni de la política ni del sector público. Si antes tener un alto puesto en la administración pública era un honor, motivo de orgullo y de una posición social respetable, actualmente carece casi de cualquier relevancia, siendo ahora lo importante triunfar en el sector privado.

El hecho de que el reconocimiento y el prestigio gire en torno al dinero es en gran parte consecuencia de la cultura del pelotazo que empezó en los años 80. Pero también es cierto que la Administración Pública ha ido mutando, poco a poco, de una "meritocracia" donde no se podía llegar arriba sin estar muy preparado a una "mediocracia" maniatada por unos partidos políticos con unos dirigentes que en la mayoría de los casos no tienen ni talento ni preparación para los puestos que ocupan. Si es imposible encontrar un empleo cualificado en el sector privado sin tener un nivel alto de inglés, sirva de ejemplo que, de los seis presidentes de Gobierno que ha tenido España desde la Transición, solamente uno sabía hablarlo, Leopoldo Calvo-Sotelo, y de eso hace ya más de treinta años.

Hay mucha gente que al ver en el telediario las filas abarrotadas de los parlamentos autonómicos se pregunta qué fue del talento e inteligencia español. Tienen la respuesta en ese mundo privado que compite internacionalmente y que huye de lo público. Más allá de cómo acabe el proceso contra Martin-Artajo y si finalmente es extraditado y juzgado, lo que ha demostrado es que existen miles de españoles anónimos muy cualificados que ocupan anónimamente puestos importantísimos en las principales corporaciones del mundo.

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